Mariano Rajoy está empeñado en “morir, matando”. No hay marcha atrás. Los días pasan y el desconcierto es cada vez mayor en el principal partido de la oposición. Unos contra otros, otros contra unos y acabarán todos contra todos. Al tiempo.
Rajoy ha llevado al PP a un punto impensable hace tan solo unos meses. No solo el partido va a la deriva, sino que los propios responsables se deslizan por la pendiente del enfrentamiento y el ‘navajazo’ traicionero y barriobajero. El insulto, el enfrentamiento y el desconcierto se han extendido por el partido en todas comunidades autónomas donde, además, surgen enfrentamientos entre las propias provincias.
Hay comunidades donde la indignación es un clamor. Comprueben lo que pasa en el País Vasco, donde hay una evidente división entre los distintos sectores del partido, además de sentirse dolidos por el trato vejatorio de Rajoy hacia María San Gil. Un trato que ha tenido su continuación, en el mismo sentido, con las vulgaridades del reconocido trepa y jefe de gabinete de Mariano, José María Lassalle; un inexperto en la política, pero nacido políticamente al calor del enchufe de los mediocres y harto de pasar la mano por el hombro a los cercanos a José María Aznar, por sus amistades vallisoletanas.
Estoy convencido que María San Gil no debe propiciar el acercamiento con el ‘difunto político’, Mariano Rajoy, y así se lo hemos hecho saber a la perla vasca. El falso y hundido líder ‘popular’ tiene pendiente una explicación a los ciudadanos y, principalmente, a sus votantes; no solo por lo sucedido con San Gil, sino por su traición al voto de los simpatizantes populares y por el desajuste del partido, como consecuencia de su ineptitud para el manejo de recursos humanos.
Si San Gil ha perdido la confianza en Rajoy – como la ha perdido gran parte del Partido Popular — quiere decir que hay motivos más que suficientes para que la ciudadanía retire su confianza a este aturdido gallego, que tanto daño está haciendo al partido. “¡Jodido gallego, tan sobrado de chiste y tan falto de mano izquierda para la política¡”, ha llegado a decir Aznar. Sobran las palabras.
La admirada líder del PP en el País Vasco no debería pensárselo dos veces. Cualquier mente clara, como la de María, pondría tierra de por medio con el PP, consciente de que con ella se irá buena parte de la militancia y simpatizantes, ante el caos y la traición que abandera Mariano.
Lo de Rajoy, contra María, ha sido un ‘navajazo’ más, pero no será el último; salvo que consigamos ‘defenestrar’ a Mariano Rajoy en los próximos días. Así no se puede continuar, por lo que habrá que poner orden desde fuera, una vez comprobado que no lo saben poner desde dentro, además de utilizar a ‘incendiarios’, como Feijóo y Lassalle, para insultar a cuantos se pongan por medio. ¡Pobres mequetrefes sin horizonte!
Nadie entiende la postura de Alberto Núñez Feijóo, enchufado ‘fraguista’, que sigue mamando de la herencia de don Manuel. Sus ironías de mal gusto sobre San Gil han llegado hasta el cachondeo máximo, con el comentario sobre el Vaticano y la negativa del partido a nombrar a María embajadora en la Sede Pontificia. Tampoco se entiende la reacción de Lassalle, cuya estupidez la analizaremos en un artículo exclusivo, propio de Juzgado de guardia, pero sentido como pocos.
Seguramente, Feijóo sabe cómo se llama al que propaga estupideces y sandeces. Como, sin duda, también lo sabrá el chistoso paracaidista político y jefe del gabinete de Mariano Rajoy. En un mismo día, Lassalle y Feijóo se han cubierto de ‘gloria’ y han forrado de miseria al Partido Popular. Uno y otro son dos ejemplos de lo que tiene Rajoy en el partido y de la fragilidad del mismo. Representan la mediocridad, el esperpento, el insulto por el insulto y la degeneración de la política como arte. Con ese tipo de bueyes es con los que pretenden arar Rajoy y Soraya. Pues, no, bajo ningún concepto.