La torpeza del ministro comunista llega a no saber que todos los niños juegan con los juguetes que ellos eligen. No hacen falta campañas ni huelgas con tintes de algarada.
Por Jesús Salamanca Alonso / Se apellida Garzón, y no es precisamente Baltasar, el exjuez expulsado de la Judicatura. Me refiero a Alberto, el ministro de Consumo. Sesudo personaje que descubrió que circulaban menos coches cuando nos obligaron a permanecer enclaustrados bajo amenaza de sanción. El mismo que no domina las matemáticas y que descubrió que había bajado el nivel de juego, precisamente cuando estábamos encerrados por la pandemia y por las ilegales medidas del Gobierno. Sí, el mismo que declaró la guerra al chuletón, teniendo que salir Pedro «El mentiroso» a explicar que no tenía parangón un buen chuletón en su punto.
No sé qué galardón deberíamos dar a don Alberto, pero, desde luego, no el de lumbreras ni el de buen pensador. Ya no sabe qué hacer el comunismo de salón-comedor. Pretenden imponernos qué comer en cada momento, qué beber, qué juguetes comprar a nuestros hijos o cómo hablar. Su ideología por encima de todo. Ni siquiera nos dejarán libertad para elegir los juguetes de nuestros retoños; pretenden desconectar de lo que erróneamente llaman «sexismo» y que no es otra cosa que estrategia de ideología, sectarismo, dictadura y represión. Sigue leyendo