Traidores a la profesión periodística

La libertad de expresión y de información es un derecho fundamental al que hay que alimentar en el día a día frente a la violencia y el odio de este Gobierno sectario y radical

 

Por Jesús Salamanca / Deberíamos llamarlos algo así como «Delegación o Convención Radical de Prensa y Propaganda» a todos esos periodistas vendidos a unas siglas. Son enchufados, nunca tuvieron que competir. Son hijos de la LOGSE y se venden al mejor postor, hablamos de mercenarios incapaces de resolver sus propios complejos. Ponen el culo en cualquier dirección y para ello precisan protección. Representan una forma de corrupción soterrada que daña los cimientos de la democracia. Dejar un medio de información en manos de estos «gánsteres» es como poner una ametralladora en manos de un chimpancé.

La lista de periodistas bandidos es de sobra conocida. Ya se ha encargado Alvise Pérez de ello. En respuesta a esa fragilidad antidemocrática y ante la chulería demostrada, decenas de periodistas de medios de comunicación democráticos han decidido boicotear su trabajo; es una forma de decirlos que eso que hacen es fascismo del malo, resentimiento, incapacidad para trabajar, desconocimiento de las reglas democráticas. Lo más triste es que el PSOE también vota y defiende eso: es su sino en la eternidad. Comunismo y socialismo son amalgama de violencia, odio y muerte a lo largo de la Historia.

El Gobierno no ha dudado en unirse, entre otros, a los asesinos herederos de ETA para señalar al periodismo democrático y a periodistas contrarios a la libertad de expresión. Cuando las encuestas les dan perdedores a sus ideas, intentan arañar en la escena antidemocrática lo que no saben defender en democracia y en digna lid.

La libertad de expresión y de información son un derecho fundamental al que hay que alimentar en el día a día frente a la violencia y el odio de gobiernos sectarios y radicales. Un Gobierno que abandona a la ciudadanía y no da más de sí, es un Gobierno inútil y enfermo.

Los periodistas que cultivan la represión no merecen ser llamados así sino dictadorzuelos, atropellacarros, gaznápiros y bobalicones. Nunca se ha ganado ni sumado libertad de expresión ni información con machetes ni escopetas, pero sí con una sonrisa, una carga de dignidad y un ápice de entendimiento. A esta situación han llevado los partidos de izquierda que dejaron escondida la «cheira» en los zulos de invierno para sacarla en el momento en que ven cómo su opción pierde votos, interés, aprecio y apoyo. No tengo dudas de que estos energúmenos son los que se alegran con el mal ajeno, las balas en sobres, las navajas ensangrentadas y demás trampas que las formaciones de la siniestra llevan a la política con minúsculas y de desecho. Deberían saber que «más vale una paz relativa que una guerra ganada», en palabras de la Emperatriz de Austria.

Estos viciados y perversos periodistas forman parte de los «muchos hombres que cometen el error de sustituir el conocimiento por la afirmación de que es verdad lo que ellos desean». Así pensaba Rusesell y su pensamiento no ha perdido actualidad. Gar Mar acostumbraba a afirmar que «más mérito tiene el que hace avanzar un paso por medio de una sonrisa, que el que hace avanzar ciento a fuerza de latigazos».

Varios de esos mal llamados periodistas han pedido perdón por su traición a la profesión y a los compañeros, pero mientras no sea pública nunca habrá perdón posible ni redención para ellos.

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