Del Tarajal al carajal

A cualquier persona sensata le sorprende que no sepan afrontar cientos de problemas en 2021 y ya estén pensando en la España de 2050.

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Viñeta de Linda Galmor.

Por Jesús Salamanca Alonso / Sabido es que el Tarajal es una playa que ha protagonizado la noticia de la invasión marroquí estos días pasados, por estar situada en la Ciudad Autónoma de Ceuta, territorio español. Es más, se encuentra al lado de la aduana del mismo nombre, que separa España de Marruecos.

El carajal es otra cuestión bien distinta: el DRAE nos dice que es una voz coloquial con el significado de embrollo, enredo y confusión. A está primera acepción del DRAE es a la que pretendía llegar, desechando la segunda acepción con el significado de “gran cantidad de personal”.

El carajal es lo que observamos y comprobamos a diario en cada acción y reacción del Gobierno de Pedro ‘El Mentiroso’. Sin ir más lejos, el presidente tiene alrededor un carajal de tres pares de narices y no estaría de más que empezara a poner orden en su Gobierno. ¿Cómo? Lo primero que debe hacer es cercenar de raíz las luchas intestinas que ya se han convertido en pandemia monclovita; si alguien piensa que fue buena idea incluir a Unidas Podemos en el Ejecutivo, está muy equivocado, porque esa formación no ha aportado nada ni lo aportará.

Unidas Podemos es una formación creada para dividir, agrietar proyectos y generar tensiones. De ello tampoco escapan los otros socios de Pedro Sánchez. No debería olvidar el presidente la mala fama que arrastra gran parte de su Gobierno, él incluido.

Al menos siete u ocho de sus ministros están quemados por completo, si no abrasados. No preciso hacer uso del irrisorio lenguaje inclusivo de “-os, -as y -es”. Para eso está el circo de la ‘menestra’ Montero en versión chirigota. Supongo que habrán aprendido de la medida adoptada recientemente por Francia.

Otra cuestión que ha de resolver el jefe del Ejecutivo es el desastre de burocracia, que más bien debería llamarse “burrocracia”, y otros problemas acuciantes. A cualquier persona sensata le sorprende que no sepan afrontar cientos de problemas en 2021 y ya estén pensando en la España de 2050.

Hace unos días, publicaba en un artículo que, según me decía un amigo, economista de primera fila: “Este Gobierno lleva camino de destrozarlo todo es lo más parecido a las cucarachas: si ves una es porque hay 18 por ahí escondidas”. Se hartaron de decir que era mentira eso de que se subirían los impuestos y, pasadas las elecciones madrileñas, no hay impuesto que no experimente una nueva subida, incluso se crearán otros nuevos.

Sánchez y Redondo permanecen escondidos gran parte del tiempo. En vez de dar la cara, sueltan a los novatos, como la insensata delegada del gobierno madrileño, a ‘ladrar’. Ahí tienen el espantoso ridículo que hizo ante los periodistas presentes, quienes pudieron comprobar el odio inoculado en ella que se reflejaba en los ojos de la ‘perrita ladradora’ y faldera que estrenaba cargo.

Con esa actitud vocinglera, y sus descoordinadas ideas, Mercedes González demostró ser una carga, como tantas otras, en un engranaje atascado por la negligente gestión de la pandemia, la mochila de culpabilidad con miles de muertos, el gasto desproporcionado en innecesarios e inservibles chiringuitos y la rebatiña de millones a los parasitarios sindicatos de clase.

Pero los problemas se agudizan. Sánchez no podrá hacer lo que pretendían con los miles de millones de Bruselas, porque los proyectos enviados no cuadran ni se adaptan a lo que se pedía a los Estados miembros. Sus pretensiones sólo llevarán a incrementar los despidos, pero hay que ocultarlo porque, si no se llevan esos a cabo, peligra la necesaria e inaplazable competitividad. No procede decir la verdad. También ocultan que los ERTE son muchos miles de personas a las puertas del paro.  Ese no es el camino de un Gobierno digno. Pero sí el de un cafre desgobierno.

Para despejar el futuro procede la remodelación urgente del Ejecutivo, tanto en número como en personas. El lastre no es sólo el de la portavoz, Adriana Lastra. Debería empezar el presidente por prescindir de los más inservibles, desprestigiados y parasitarios: Alberto Garzón, Irene Montero, Castells, Grande Marlasca, Pedro Duque, González Laya y la ‘ametralladora’, María Jesús Montero.

Lo que era un lastre puntual se ha convertido en perenne. Si Sánchez cree que gobernar es resistir, entonces es que no se entera de nada. Ni siquiera del conejo que Iván Redondo sacó del sombrero en forma de medidas para 2050.

¿Entienden ahora lo del carajal al que me refería al principio?

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