De machismo, nada de nada

“Decir lo que dijo sobre la ‘chillona’ Montero y el corrupto Iglesias es una de tantas verdades; ni hay ofensa ni hay nada que objetar”

La portavoz podemita llorando, tras comprobar que el diputado Hernando le había destrozado el discurso ‘castrista’.

Por Jesús Salamanca Alonso / Como en ellos es costumbre, intentan desviar la atención de los ‘zascas’ que Mariano Rajoy ha dado al bisoño, Iglesias. Apenas le duró un asalto. Y eso que Marinao siempre fue educado, cortes, caballeroso y amable. Llegó a poner morados a los representantes de la formación proterrorista y prochavista de ‘Podemos’ aunque hay quién dice que llegaban morados de casa. Y claro,… en esas llegó Hernando.

Para ‘Podemos’, el diputado Rafael Hernando es como si hubiese bajado “Dios a verlos”. Los palos que recibieron del presidente del Gobierno, no querían recordarlos ni que se los recordaran. Había que acogerse a la soga de Rafael, Hernando, no El Gallo; el diputado, no el torero. Y se acogieron a lo que ellos llaman machismo: recuerden que lo mismo que hacen ellos — que es un machismo irreverente– no suelen reconocerlo, pero si lo hacen otros hay que reprimirlo, insultar, desear la muerte y configurar el ejército de troll para engañar al vecindario. Han caído tan bajo que solo Rafael Hernando es capaz de llegar a su altura. ¿Recuerdan el papel del bueno y el malo que solían jugar Felipe González y Alfonso Guerra? Pues eso.

Al decir que Hernando sí puede llegar a su altura, quiero decir que sabe jugar el papel que al mundo podemita no le gusta. Es tan hábil que con dos palabras, tres giros y cinco expresiones como las de ellos, quedan desarbolados. No les gusta que alguien se dirija a ellos en su mismo tono porque se sienten avergonzados y arruinada su autoestima. Por eso tras las intervenciones, decían los analistas políticos y el sicólogo de turno que Pablo Iglesias acabó diarreico, en tanto que la insultadora mayor del reino de España, y barragana ajustada de Iglesias, se echó a llorar cual muñeca destemplada, pija irredenta, niña mimada y mimoseada. Sigue leyendo

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