Una prueba más del machismo de la izquierda populista

La izquierda debía de pensar que sus correligionarios no se despatarraban ni mermaban el espacio a las mujeres. Vean el ejemplo.

La izquierda no solo se despatarra sino que su machismo lleva a considerar a la mujer como dependiente, solapada o secundaria.

Por Jesús Salamanca Alonso / Los mismos que no se cortan en hacer caceroladas, insultar al adversario político y demostrar que su aportación a la política es nula, resulta que ahora se preocupan del “manspreading”. Sí, ese ‘palabroide’ es lo mismo que el “despatarre”; es decir, lo que conocemos como la acción poco educada de algunos hombres de sentarse con las piernas excesivamente abiertas, con tendencia a ocupar más sitio del que deben.

Ahora bien, de ahí a iniciar una campaña para evitar esa actitud en los transportes públicos, pues, sinceramente, me parece una exageración. Eso se corrige con educación y no con campañas, ni soflamas ni verborreas inútiles, de la misma manera que los efluvios que parten de Anna Gabriel y que se extienden por el parlamento catalán se resuelven con una ducha diaria, una buena dosis de jabón y aseo continuado. Ni que decir tiene que algún parlamentario de la Generalitat estuvo a punto de hacer una denuncia a la presidenta de la cámara catalana, solicitando una ubicación diferente. Hay fotos en la red con la mofa que eso trajo acarreado y con Anna Gabriel oliéndose sus propias axilas.

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