“Ha llegado un momento en el que se llama ‘franquista’ a cuanto se desconoce”, dice Jesús Salamanca, en la entrevista que aparece hoy en el New York Times.
Por Jesús Salamanca Alonso / Pues sí, señores. Me ha sorprendido esta mañana que unos jóvenes –entre 19 y 22 años– fueran discutiendo sobre la bandera de su país, sin saber cómo era. Lo más sorprendente es que uno de ellos intentaba buscar el ‘aguilucho’ (Águila de San Juan) en la bandera que aparece más arriba; incluso preguntaba a los otros por el motivo por el que habían quitado el águila.
Jamás en mi vida he pasado tanta vergüenza: después de muchos años dedicado a la docencia, hay que reconocer que uno se descorazona cuando escucha ciertas cosas. ¡Ah, menos mal que no eran alumnos míos, porque de serlo me hubiera dado el ‘yu-yu!
Y como he llegado al periódico tan ofendido por dentro y cabreado por fuera, un buen compañero me han tranquilizado enviándome –vía correo electrónico– el escudo que veis más arriba. Lo reproduzco aquí y lo cuento como anécdota, pero la desazón me la he llevado. ¿Y saben qué es lo primero que he pensado? Pues lo primero ha sido que, dentro de unas semanas, esos energúmenos seguramente votarán y su voto tendrá el mismo valor que el mío, si decido votar. No es justo, y mucho menos ético, que esos votos sean iguales en valor. Al final, vamos a tener que hacer una reforma electoral y establecer algún modelo de voto censitario, porque –a veces– la igualdad es injusta y, en este caso, lo es por los cuatro costados. Sigue leyendo