Consecuencias del fracaso escolar

No hace falta volver a releer los datos de la UNESCO sobre «Educación para todos». España lleva la bandera del fracaso escolar en Europa y los jóvenes reciben  una inserción laboral que deja mucho que desear, de ahí que se ponga toda la esperanza en la futura formación profesional dual; una modalidad que ha sido mal entendida hasta hace poco. La realidad española ha cambiado y parece que Alemania ha vuelto a poner cordura en las vías para salir de la crisis, aunque lo ha hecho con la vara de castigar.

A nadie le pasa desapercibido que la educación es la mejor inversión de futuro. El problema es que esa percepción no la tienen muy clara quienes nos gobiernan y mucho menos quienes hacen la normativa al respecto. Muchos de nuestros dirigentes han perdido la vergüenza y por eso la ciudadanía les ha perdido el respeto. Hoy la sociedad española es muy madura, de ahí que no entienda muchas de las medidas adoptada sobre la educación, aunque yo diría “contra” la educación.

En este momento, el fracaso escolar es de escándalo en nuestro país y no se salvan ni las comunidades autónomas que juegan con los datos del informe PISA (cada vez menos creíble entre el profesorado, por las razones que todos conocemos). No olvidamos el daño que ha hecho la LOGSE en su propósito de llevar a cabo el falso igualitarismo: su objetivo era igualar a todos por abajo. Hace años que sufrimos las consecuencias. Con tanto falso igualitarismo, los buenos estudiantes han seguido saliendo adelante, como de costumbre, y muchos de los malos han perdido el tren hace tiempo. Ni siquiera los centros de educación de adultos les sirven hoy como ‘camión escoba’, al menos a corto plazo.

Recordemos que muchos parados han vuelto a los centros de EPA a completar estudios reglados, pero esos no se completan en unos meses, lo que quiere decir que su incorporación al mundo laboral aún tardará algún tiempo. Y tardará no solo por el tiempo requerido para completar estudios sino por el bajo nivel que aportan aquellos que en su momento se cegaron con la peseta fácil del puesto de trabajo no cualificado.

  Hace poco recordábamos en una entrevista que nos hizo el prestigioso diario El Aguijón que,  “durante los años de vacas gordas, el alumnado que no podía con los estudios básicos optaba por incorporarse al mundo del trabajo, porque veía dinero facilón. Lo peor de todo es que se incorporaban a un mundo laboral que no requería una formación específica y que, llegado el tiempo de crisis, les ha pasado factura. En unos casos han optado por acudir a los centros de educación de adultos, incorporarse a institutos donde poder hacer ciclos formativos de grado medio, etc. En muchos casos, los estudios realizados en su día ni siquiera les han dado la posibilidad de incorporarse a la formación profesional inicial, ya que carecían de los niveles de formación mínimos y ahora se ven en la situación de parados de larga duración. Y lo que es peor, la sociedad los margina en gran medida”.

Esos problemas no los vamos a resolver con las leyes y mucho menos con lo que comprobamos que pretende el anteproyecto de LOMCE. No parece que el actual Gobierno de Mariano Rajoy pretenda poner la cordura necesaria en la educación. Entre la sordera del Gobierno y la actitud chulesca de su ministro de educación, no es de extrañar que el profesorado esté tan desmotivado y enfadado con el desinterés del Gobierno por la educación.

Ni siquiera las declaraciones de los responsables de educación de Alemania han puesto a los responsable de la educación en España en la vereda acertada para salir de la crisis y engancharse al progreso.  Ya se sabe que el peor sordo no es el que no quiere oír sino aquel a quien por un oído le entra y por otro le sale. Decía J.J. Rousseau que es muy difícil pensar con nobleza cuando no se piensa más que para ganarse la vida.

Jesús Salamanca Alonso

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