Esta vez tiene razón el ministro Wert

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, se siente respaldado por buena parte de la ciudadanía española. Incluso,  la vicepresidenta del Gobierno ha demostrado que sabe ser compañera de sus compañeros: ni más ni menos, ha hecho lo que debía y lo que se esperaba de ella.

De todos es sabido que, en algunas comunidades autónomas que se creen Estado, la educación goza de los niveles más bajos de todo el Estado español, incluso en Cataluña los niveles educativos en el ámbito no universitario están muy por debajo de la media española. No hay más que estudiar detenidamente el informe PISA y comprobarlo; si bien es cierto que ese informe ha dejado de ser un referente hace tiempo. A él solo alude ya el presidente de Castilla y León, Herrera Campo, pero por falta de información y porque algunos datos favorecen a su comunidad, que es la mía.

Nadie tiene que llevarse las manos a la cabeza porque el ministro Wert diga que el interés del Ejecutivo era “españolizar a los niños catalanes”. A la vista de los resultados de la escuela catalana, lo mejor que se puede hacer es intervenir cuanto antes y dejarse de componendas. Los contenidos sectarios dañan el futuro de las generaciones de jóvenes actualmente escolarizados. Decía Fedro que “la temeridad puede ser buena en unos pocos; en muchos es cosa funesta”.

Esta vez ha sido el ministro de Educación, José Ignacio Wert, quien ha puesto a los catalanes contra sus propios errores y frente al absurdo de la ‘construcción catalana’ pero, coincidiendo con la recepción del rey Juan Carlos a los miembros de la Federación Española de Municipios y provincias, también fue necesario callar a otro representante catalán y decirle aquello de: “¡ya está bien”!

Lo cierto es que Cataluña con su egoísmo y el fantasma de la independencia ha perjudicado sobremanera a España: nadie se arriesga a comprar deuda española, las empresas deciden no invertir aquí, las empresas que pueden se deslocalizan y, en definitiva, se convierte en un país problemático para la inversión, el desarrollo y la innovación. Parece como si para Cataluña fuera válida cualquier salida, protesta o reivindicación, con tal de hacer daño a España: ese es su camino y no parece dispuesto el Gobierno autónomo catalán a salirse de esa linde.

En todo este ridículo de protestas catalanas y de la izquierda más radical, sorprende que el PSOE también pretenda su dosis de protagonismo. Por eso los socialistas, precisamente en el momento que más aislados están por la ciudadanía — ante el tremendo daño que han hecho a España tras meter la mano en la Caja de la Seguridad Social  y no reponer—han pedido al Congreso de los Diputados  que repruebe las palabras de José Ignacio Wert.  Ni el socialismo ni el Gobierno de Arturo Mas han dado ejemplo de nada, excepto de ir acompañados de la bronca, sin entender que “los buenos ejemplos corrigen mucho mejor que las reprimendas”, en palabras de Voltaire.

Tampoco ha estado afortunado Arturo Mas al comparar las palabras del ministro de Educación con el franquismo. ¡Cuánta ignorancia sigue difundiéndose en las comunidades autónomas más privilegiadas! Sí ha acertado la vicepresidenta del Gobierno de Rajoy al incidir en que “la función de la educación es que salgan españoles bien preparados y conocedores de la realidad española en su conjunto, y también de su comunidad autónoma”. Ante estas palabras, el presidente de la Generalidad catalana ha enmudecido y se la ha envainado. No puede ser de otra forma. Doy fe.

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