Archivo diario: 21 septiembre, 2012

Plaza Monumental de Barcelona

Cuando las aguas han vuelto a su cauce, cuando la serenidad ha hecho mella en los corazones de aquellos ciudadanos francamente afectados, cuando todo sosiego muestra que la frialdad es buena consejera, quizás es el momento ideal para analizar qué pasó durante el tercer fin de semana del mes de septiembre de 2011.

Cuando aparentemente podía haber sido un fin de semana típico, incluso anodino fin de fiesta, que no fue tal, sino la respuesta de un público aficionado/adicto a la tauromaquia ante la impotencia de una prohibición, tan inquisitorial y estúpida como estancada en el tiempo, de unos parlamentarios autonómicos, ¡Jó…, qué tropa!, que se comportaron como abolicionistas, ambiciosos, desarraigados, descolgados de la realidad de la calle, desorientados, frívolos, impulsivos, intolerantes, intransigentes, vanidosos, que fácilmente olvidaron el respeto debido a sus propios votantes, sin siquiera haberla anunciado en su programa electoral, secuestrando la voluntad no solamente de los catalanes sino de todos los ciudadanos españoles, impidiendo la utilización de la plaza Monumental de Barcelona para poder disfrutar de la Fiesta Nacional en el microcosmos taumatúrgico que representa en su albero el rito de la liturgia del toreo, demostrando un claro desconocimiento, odio y evidente incultura sobre la historia que escriben, corroborando las palabras del filósofo José Ortega y Gasset cuando sabiamente expresó: “No puede comprender bien la Historia de España quien no haya construido, con rigurosa construcción, la historia de las corridas de toros”.

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