Las actas de ETA

A cada nueva revelación sobre las actas de la negociación con ETA, se demuestra que durante estos últimos siete años hemos estado bajo un Gobierno mentiroso y traidor que ha usado la negociación con la banda terrorista como uno de los ejes sobre los que ha gravitado el zapaterismo para aferrarse al poder, bloquear el paso a la oposición y pasar a la Historia con la foto de una falsa paz  a cambio de dejar en la negociación con una pandilla de delincuentes,  jirones del Estado de derecho.

Con respecto al valor de las actas de un total de 68 reuniones con los emisarios del Gobierno, hay que subrayar que no son comunicados  sino lo más parecido a registros notariales de conversaciones que ETA se limitó a levantar y que le fueron incautadas por la Policía. Es decir, que en principio no son textos manipulados. La prueba de que ello no es un episodio aislado sino el leitmotiv del zapaterismo ya que quienes están en danza no son cuatro correveidiles  sino miembros importantes del partido socialista vasco y nacional,  parte de la cúpula policial, la Fiscalía de la Audiencia Nacional  o conspicuos dirigentes socialistas  que el Gobierno puso en juego en el toma y daca de estos últimos años con los etarras.

Hoy se revelan dos cesiones escandalosas: que el Gobierno pactó con ETA la excarcelación de Iñaki de Juana Chaos, cuando de cara a la galería el propio Rubalcaba alegó “razones humanitarias” y que se acordó con la banda dejar en libertad a uno de los carceleros que retuvo en un zulo a Ortega Lara, durante año y medio. También aporta nuevos datos de la hoja de ruta de la unificación de Navarra y País Vasco,  que el socialista Eguiguren ofreció a ETA en mayo de 2007. Es decir, la justicia (donde se han alterado sentencias y vulnerado leyes penitenciarias), el dolor de las víctimas (que han sido tratadas por el Gobierno en ocasiones peor que a sus asesinos) y la unidad de España (La absorción de Navarra en el Pais Vasco), una de las exigencias de territorialidad de ETA, puestas en almoneda y utilizadas como objeto de trueque por los correos de Zapatero ante una banda de asesinos.

Traducido todo esto en términos penales arroja un saldo inquietante. A los delitos que la Justicia debe esclarecer –revelación de secretos, colaboración con banda armada, omisión del deber de perseguir delitos e incluso financiación ilegal, si se confirma que el Gobierno ofreció dinero a los etarras usando a organizaciones internacionales– habría que añadir además el de Alta traición, (art. 102 de la Constitución).

Alta traición en sentido estricto, si se demuestra la connivencia del Gobierno en la oferta de Eguiguren de ponerle en bandeja la unificación vasco-navarra. Pero alta traición también en sentido lato, por haber andado en tratos y pactos con quienes atentan contra la unidad de España y la integridad de los españoles y por poner a su disposición los mecanismos del Estado –Policía, Fiscalía–.

A todo eso, Rubalcaba, lo llama “bazofia” en su doble estrategia de imitar al avestruz y hacer el payaso en el Congreso acusando de ultra al diputado que cada semana le pregunta sobre el particular. Pero cada minuto que pasa queda más en evidencia. No piensa lo mismo el juez Ruz, que investiga tan graves hechos y que debe rastrear las pistas para certificar si las pisadas de la negociación terminan en el Ministerio del Interior y en el Palacio de la Moncloa. De momento, Rubalcaba es el superior jerárquico de imputados en colaboración con banda armada, y según las actas fue fichado expresamente por Zapatero para ponerlo al frente de Interior durante la tregua trampa. Respecto al valor de las actas, hay que subrayar que no son comunicados sino lo más parecido a registros notariales de conversaciones que ETA se limitó a levantar y que le fueron incautadas por la Policía.

Resulta inevitable establecer un paralelismo entre el encogimiento de hombros de Zapatero ante la calamitosa deriva económica y los balones fuera de Rubalcaba por la negociación con ETA. En los dos casos, los responsables parecen haber perdido contacto con la realidad y niegan la evidencia. Pero mientras que en el desastre económico estamos ante una negligencia y una mala gestión, en la negociación con ETA nos encontramos con algo más grave: la complicidad de un Gobierno democrático con una banda de asesinos. Con el agravante de que no estamos ante un episodio aislado, sino ante un guión perfectamente trazado cuyos perfiles van quedando paulatinamente nítidos, a la luz de las investigaciones judiciales.

Este sería el resumen:

Zapatero y su entorno comenzaron a negociar con ETA antes de llegar al poder; continuaron posteriormente durante la tregua-trampa, y para eso fichó expresamente a Rubalcaba; retomaron las negociaciones tras el atentado de Barajas y todo ello ha seguido durante el último año, hasta que van a culminar con la llegada de los proetarras a las elecciones empotrados en las listas de EA.

Hasta la fecha, lo que teníamos era un iceberg del que emergían dos o tres puntas (el bar Faisán, el paradero de Josu Ternera, la excarcelación de Díaz Usabiaga). A partir de esta investigación judicial, la masa sumergida empieza a estar al descubierto aunque quedan más hechos por descubrir… por ejemplo la autoría intelectual del 11M

Be Sociable, Share!

Una respuesta a “Las actas de ETA