Abusivo desconcierto en el Gobierno.

La vicepresidenta, Elena  Salgado, ha elevado en cinco décimas, hasta el 19,8%, la previsión de paro para el presente año, dejando al Presidente Zapatero en ridículo, como de costumbre, tras haber manifestado que el empleo crecerá. Pero no solo lo ha manifestado el presidente sino que hasta el desorientado ministro de Trabajo, Valeriano Gómez,  llegó a decir hace unos días que se empezaría a crear empleo este mismo mes. Debería saber el ministro de Trabajo que ningún ser humano es tan peligroso en política como el portavoz de ideas fijas; es decir, el fanático. Y de paso no estaría de más que leyera, aunque fuera a ratos, a Secondat.

Así funcionan las cosas cuando no hay planificación de ningún tipo. Hoy se dice blanco y mañana rojo, como forma de entretener al personal y dejar que pase el tiempo. Claro que, cuanto mayor sea la gamberrada que se dice, mejor para la opinión pública, porque así no se habla de los ‘navajazos’ existentes en el interior del partido del Gobierno ni de los superados cinco millones de parados, y tampoco se habla de la destrucción de cuatro millones de puestos de trabajo ni de la corrupción que ha aflorado en Andalucía. De la misma forma que no se especula con el consabido rechazo de los candidatos autonómicos socialistas a que Zapatero aterrice por sus autonomías en campaña o del rechazo que representa Rodríguez ‘Vendeburras’ en la política exterior.

La ministra Salgado ha llegado a pedirle al presidente que hable de política lo menos posible. Pero tal vez lo más llamativo es que numerosos diputados del PSOE han rogado a Valeriano Gómez que se abstenga de poner fecha a la creación de empleo y al reflote de la economía. Y no lo han hecho por despecho sino porque viene asomando la oreja desde hace tiempo. El tiempo cambia a la gente y, en el caso del ministro, contrastan sus opiniones de moderación salarial en los próximos lustros con la defensa a ultranza que hacía en el Sindicato Vertical Unificado cuando se tomaba en serio la militancia obrera. Ahora se comprueba la falsedad e hipocresía que siempre le achacaron sus correligionarios ugetistas.

El Gobierno está asustado en este momento y solo puede jugar a la defensiva. En esa táctica defensiva se incluyen las absurdas reflexiones de Valeriano –nuestro contradictorio exsindicalista y, por ahora, ridículo Ministro de Trabajo — ya que no hay que ser un  lince para comprobar la mediocridad de sus recientes manifestaciones sobre la construcción, la Banca, las pymes y las familias. ¿Por quién nos toma este mentecato de la política?

Su personal ridículo lo ha completado recientemente Valeriano Gómez cuando, al ser preguntado por la productividad de la clase política, al ministro-sindicalista le faltó tiempo para incidir en que «quien participa en la vida pública debe obtener una buena retribución por ello ya que si no son los mejores, tienen que ser quienes tengan un nivel suficiente para esa responsabilidad». Y yo pregunto: ¿acaso Valeriano se cree entre los mejores o entre los de nivel suficiente?

¡Pobre adocenado! ¡Qué insensato! Así nos cubre el pelo. La ignorancia es tan atrevida que, si los ignorantes volaran, no nos daría el sol.

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