Doble moral de Rodríguez 'Vendeburras'.

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No hay más que echar una ojeada a las hemerotecas para comprobar que el presidente, Rodríguez ‘Vendeburras’, queda en evidencia. Tenemos al alcance la doble moral de un personaje siniestro en su actitud y en su credo; un personaje que lo mismo negocia con ETA mientras firma el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que hace lo contrario de lo que afirma. Hasta la forma de llegar a Moncloa sigue resultando preocupante y sospechosa, no por los votos que obtuvo pero sí por la situación que se dio en 2004. Por cierto una situación que nadie ha conseguido describir como Ignacio Fernández Candela en su obra «La afilada navaja de Ockham II».

No ha llovido mucho desde que el presidente dijo que no había crisis, pero sí la había y ya la estábamos sufriendo. Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que afirmó que España no era Grecia y, sin serlo, no solo no levantamos cabeza sino que tardaremos tiempo aún en hacerlo y en crear empleo. También afirmó que no se estaba negociando con ETA tras el atentado de la T-4 y, sin embargo, siguió haciéndolo con grave peligro para el Estado de Derecho. Ahora pretende hacernos comulgar con ruedas de molino, insistiendo en que la guerra contra Libia no es lo mismo que la de Irak.

Alguien tiene que explicar a este ensombrecido personaje que las guerras son igual de nefastas; no hay guerras justas y guerras injustas ni guerras acertadas y guerras inadecuadas. Tanta barbaridad cometida por este personaje, suficientemente demostrada, pone de manifiesto que estamos ante un tipo peligroso. Posiblemente ante un enfermo y, sin lugar a dudas, ante un estúpido integral, bastante desorientado y muy mal aconsejado. Nadie puede afirmar que un presidente de Gobierno democrático haya hecho a España tanto daño como éste.

El presidente se ha involucrado en la tarea de derrocar a Gadafi, pero debe tener cuidado por si le empluman el liderazgo de la tropelía. Los Estados Unidos de América se empiezan a echar por la parte de afuera, Alemania quiere irse, Holanda ya se ha ido,… ¡A ver si zapatero se va a ‘embarcar’ en la estupidez de querer liderar esta aventura, cuando es incapaz de sujetar una familia y muchos menos un país. Atentos todos, porque tontos los hay en todas partes y aquí asoma de nuevo el mismo, el de siempre. ¿Y todo lo basa en que no hay comparación posible entre Irak y Libia? ¿Conocen mayor ignorancia? Esa también se extiende a sus fieles; ahí tienen las opiniones retorcidas de Bono, Blanco, Marcelino y valenciano. ¡Santo cielo, qué tropa más mal avenida!

Me preocupa considerablemente que este personaje nos meta en una guerra. Ni nos va ni nos viene. Hasta la ONU ha empezado a arrepentirse y a no tener claros los objetivos. También me preocupa Zapatero, no por casualidad ‘Vendeburras’, ya que su desorientación le puede llevar a hacer mal uso de los cazabombarderos F-18 que aporta España a esta estupidez llamada guerra. Ahí no queda todo: tales aparatos tienen autorización para disparar. ¡Que paren eso, por Dios, que lo paren ya!

Aznar envió ayuda humanitaria a Irak y los soldados no vieron el frente de guerra, porque estaba a ochocientos kilómetros, pero Zapatero nos metió en la guerra de Afganistán y en la de Libia con todos los riesgos que ello supone. Hoy nadie puede considerar a Zapatero un pacifista de bien sino un cencerro embrutecido y en enfermo desgastado. Una vez más las hemerotecas le llaman por su nombre y vuelven a dejarle en el ridículo más espantoso; una payasada en la se ha involucrado el propio Rajoy, otros titiriteros de Congreso de los Diputados y  los titiriteros propiamente dichos, o sea los ‘titiriteros de la ceja’.

Antes de que Zapatero se una al mando de esta operación que, dicho sea de paso, nadie quiere liderar, alguien debe recordarle sus palabras cuando se presentó como pacifista, con motivo de la guerra de Irak «Para desarmar a un país la comunidad internacional tiene en sus manos un inmenso arsenal de medios de persuasión, de medios de vigilancia y control activo, que se han demostrado históricamente más eficientes y, por supuesto, mucho más proporcionados que la respuesta de un ataque militar». No solo ha olvidado lo que dijo en el Parlamento sino que ni siquiera ha recordado aquello de que las guerras son un «fracaso colectivo».

 

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