Juan Vicente Herrera crea la empresa INAUGURACyL.

Independientemente de si ha empezado la campaña electoral o no ha empezado, la maquinaria de Juan Vicente Herrera (Juanvi I de Castilla y León) ha comenzado a hacer de  las  suyas. No parará hasta que la ley impida seguir autoridiculizándose, pues esa ley dice expresamente que ciertos días antes de las elecciones no se puede inaugurar. Inaugurará Herrera. Lo harán sus consejeros. Y si me apuran, los propios directores generales harán sus pinitos, por si con la reelección de Juanvi I de Castilla y León toca subir un peldaño más. Todo ello es lo que la ciudadanía conoce como INAUGURACyL (empresa de inauguraciones de Castilla y León).

Cualquiera diría que pasa lo que  con la realeza: se educa a los hijos para que, pasado el tiempo, asuman mayores y más gratificantes responsabilidades. Muchos de los inauguradores recorren un camino natural que se inicia en los Ayuntamientos de sus localidades de nacimiento o empadronamiento y acaba en las consejerías de la Junta de Castilla y León. Ya saben lo de la máxima aquella: el afán por inaugurar puede ser bueno en unos pocos, pero en muchos es funesto.

Las huestes de Juanvi I de Castilla y León recorrerán las provincias de la Comunidad para inaugurar lo que sea necesario. Igual da que se haya inaugurado anteriormente o esté pendiente de hacerse; lo importante es salir en la foto y verse al día siguiente ‘retratado en los papeles’. Lo aprendieron de Manuel Fraga: recuerden su actitud furibunda por estrechar manos ajenas, hasta el punto de estrechar la de un maniquí. Pues algo parecido les sucede  a los ‘culinquietos’ de Juanvi I: hay que inaugurarlo todo.

Muchas de las inauguraciones no las entienden los políticos de esta tierra. Eso de I+D+i les suena a algo muy importante y rimbombante, pero… ¿y lo bien que queda? Mejor sería que aprendieran a aumentar, mejorar y garantizar la infraestructura laboral. Llevan años y años diciendo que la I+D+i es la base para salir de la crisis; pero demuestran no entender la realidad, además de moverse con frases encorsetadas. A todo ello se une que, de vez en cuando, aprenden ‘palabroides’ que suenan bien y son grandilocuentes; ese día descubren el sesquipedalismo de la política que acaba por embriagarlos para siempre, hasta que un mal día para ellos el jefe de turno les pone de nuevo con los pies en el suelo.

Solía decir John Boyle O’Reilly que la llave del éxito en la vida es el conocimiento del valor de las cosas.  Ni es el caso de nuestra ‘tropa’ política en la mayoría de los casos ni creo que Juanvi I de Castilla y León tenga intención de enseñárselo a sus consejeros ni a sus directores generales, tal vez por puro y simple desconocimiento. Lo suyo es seguir inaugurando y, a ser posible, junto a un buen lingotazo de Ribera del Duero y una colección de canapés. Ya lo decía nuestro ínclito don Camilo: «Los políticos están allí donde hay un buen canapé».

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