¿Qué es el mercado?

Si una persona se acercase a nosotros para pedirnos 22 millones de euros cada hora, repito, cada hora de las 24 horas al día, incluyendo sábados y domingos, sin garantías para devolvérnoslo, ¿le prestaríamos el dinero? Probablemente no, y si lo hacíamos sería con condiciones.

Pues bien, esas condiciones, esas garantías ante nuestro deudor, que nosotros prudentemente le exigiríamos, son las que establecen quienes nos prestan a nosotros a través de lo que se llama “prima de riesgo”, que es un pequeño seguro contra la morosidad, y esta sube o baja diariamente en función de si las decisiones del potencial moroso garantizan la devolución del préstamo o no.

España está en esa situación, y además de pedir prestado durante 2011 cada hora 22 millones su comportamiento ha sido negligente, derrochador y faltón con quién nos presta diariamente lo que necesitamos para comer.

El mercado es sentido común, ni más ni menos, puro sentido común, el mismo que todos empleamos diariamente. Conformado por millones de decisiones individuales que actúan, como previno Adam Smith, como “una mano invisible”.

¿Es el mercado quién nos gobierna? El mercado solo puede gobernar al irresponsablemente endeudado. El mercado solo gobierna a quién se deja gobernar, a quién, por desconocimiento o desidia, no sabe administrarse.

El mercado no toma ninguna decisión por nosotros o por nuestro Consejo de Ministros, pero evidentemente censura o aplaude las medidas que cree perjudican o benefician a la economía de una nación a la que le tienen prestado su dinero o el de los fondos de pensiones de lo jubilados de su país.

El indicador fundamental para conocer si somos más o menos vulnerables a las decisiones del mercado es nuestro endeudamiento y  la dependencia que tenemos de préstamos externos.

¿Está España siendo administrada por el mercado? Ni más ni menos que lo estaríamos nosotros si para acabar el día nos hiciese falta durante toda nuestra vida que nos prestaran constantemente. El socialismo cree que se puede gastar ilimitadamente y que, a quien ahorra para prestarnos, le podemos imponer nuestras condiciones.

Pues no, es al revés, es lo lógico, las condiciones las pone el mercado, el punto de equilibrio entre los que nos prestan de diferentes países –en nuestra nación no hay suficiente ahorro privado-, y quienes en España demandan su crédito, y si no aceptamos esas condiciones sencillamente no nos prestan.

El mercado es idéntico a nosotros pero a lo bestia, es más, sencillamente somos nosotros agregadamente. Culpar al mercado, a la especulación, a la avaricia, es sencillamente no asumir nuestra total responsabilidad, y en ello estamos lamentablemente.

Be Sociable, Share!

Comentarios cerrados.