"Había un problema y se ha solucionado…"

¿O no?…  Eso es lo que dicen a coro unos y otros de este Gobierno que padecemos, con respecto a la huelga de controladores. La verdad es que no se ha solucionado el problema ya que mientras los mismos controladores tengan que funcionar bajo la amenaza de un hombre armado durante su trabajo no puede ser la solución. La solución pasa exclusivamente por sustituirlos y esto el Gobierno no tiene ninguna posibilidad de hacerlo ni a corto o ni medio plazo. ¿Entonces los ciudadanos tendremos que soportar un “Estado de Alarma” con  las consecuencias que  lleva para cualquier ciudadano, mientras al Sr Blanco o Aena se les ocurre alguna idea?.

El Gobierno parece haberle tomado el gusto a su proclamación del estado de alarma y acaricia la idea de prolongarlo, si las circunstancias lo hiciesen oportuno, es decir, si, como hasta ahora, no se le ocurre algo mejor. Que unos centenares de controladores persuadidos de su fuerza y literalmente enloquecidos hayan sido capaces de forzar al Ejecutivo a proclamar el estado de alarma, algo que nunca había sucedido en los anales de la democracia española, indica muy claramente las graves limitaciones en cuanto a capacidad e iniciativa que aquejan a este Gobierno falsamente renovado, porque su presidente sigue al frente de la mesa del Consejo de Ministros con Rubalcaba de hombre fuerte.

Mucho antes de llegar ahí, tendría que haber acometido una serie de reformas legales, la ley de huelga, por ejemplo, en la que estuviesen perfectamente previstos escenarios como el que hemos vivido, pero seguramente sus prejuicios ideológicos y sus alianzas sindicales le han impedido hacer tal cosa, con grave quebranto del interés y los derechos de todos los españoles.

Son muy numerosas las voces autorizadas que advierten de que el decreto de estado de alarma puede ser radicalmente inconstitucional, y hace sospechar que el Gobierno ha querido tapar con gruesos brochazos su incapacidad para evitar que se produjese una situación de caos como la del último fin de semana. No se elige un Gobierno para que se dedique a ganarle pulsos a colectivos mesiánicos, o para que haga exhibición de la panoplia de recursos legales que tiene a su alcance ante cualquier conflicto.

¿No ha habido motivos en nuestro reciente pasado mucho más importantes para proclamar el “Estado de Alerta” en este país? Por ejemplo, el golpe de Tejero el 22 F, o el atentado a los trenes el 14 F o los distintos pulsos desde el terrorismo vasco o el separatismo catalán? Entonces se evaluaron las consecuencias y se decidió no hacerlo y actuar con las herramientas que da el Estado de Derecho. En cambio ahora por un grupo de caraduras iluminados pone contra las cuerdas al Gobierno y a todo el país.

El Gobierno ha procedido con notoria imprudencia, con la precipitación propia de quien no conoce bien sus recursos, y ha puesto en peligro la integridad del ordenamiento legal con la excusa fácil de la autoridad y la eficacia. Se trata de un precedente muy peligroso que pretende prolongar durante dos meses más, suscitando, efectivamente, más alarma si cabe, a  sabiendas de los abundantes tics totalitarios de este Gobierno.

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