Por Xavier Carrió.- Se veía venir, son la kale borroka catalana que aparece sistemáticamente disfrazada de movimiento okupa o pro-palestinos o antiglobalización o nazionalistas o vegetarianos, cualquier disfraz les viene bien para armar el taco por las cal
les de Barcelona donde hay concentración de gente celebraciones o manifestaciones . Son los niñatos de la gasolina catalanes nacidos al amparo de sus papás pijo-progres. Ayer disfrazados de piquetes de huelga tomaron el centro de Barcelona que estuvo durante 7 horas fuera de control y en estado de terror, quemando coches, contenedores, rompiendo mobiliario urbano y saqueando escaparates de los comercios. Los destrozos considerables, como cuando el Barca gana la liga o las fiestas de Gracia.
les de Barcelona donde hay concentración de gente celebraciones o manifestaciones . Son los niñatos de la gasolina catalanes nacidos al amparo de sus papás pijo-progres. Ayer disfrazados de piquetes de huelga tomaron el centro de Barcelona que estuvo durante 7 horas fuera de control y en estado de terror, quemando coches, contenedores, rompiendo mobiliario urbano y saqueando escaparates de los comercios. Los destrozos considerables, como cuando el Barca gana la liga o las fiestas de Gracia. Han conseguido que los barceloneses los teman. Están perfectamente organizados, con medios informaticos que se comunican por SMS y aparecen en los momentos más delicados. Y no son máas que unos niñatos hijos de papá que se divierten con ello. Ayer 700 de ellos fueron desalojados del edificio Banesto que tenían tomado el viernes que en tres días habían conseguido montar un tinglado preocupante para la seguridad de la ciudad.
Este fenómeno lleva creciendo desde que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona viera la ocupación ilegal de viviendas como «un estilo de vida de interés cultural» según manifestó el conseller Joan Saura responsable de la Seguridad, que ayer dió instrucciones a los mossos que no cargaran contra ellos hasta el último momento cuando ya estaba ardiendo prácticamente el centro de la ciudad y habían colapsado dos estaciones de metro. No fuera que entre estos desalmados estuviera el hijo de algún conseller. Estos niñatos llevan años amedrentando a los ciudadanos y ni siquiera tienen la disculpa de ser unos desarraigados producto de la inmigración. Les piden a papá el dinero para comprar la gasolina. Sería interesante que se diera a conocer algunos apellidos de esa gentuza. Quizá habría sorpresas… Y entonces se comprenderían muchas pasividades.
