La huelga se convierte en un gran fracaso de vagos y maleantes.

Esperanza Aguirre, la heroína de barro y escombros.

Se descompone el sindicalismo obrero. Se enfrentan entre ellos. Los piquetes se vuelven contra sus propios sindicatos. El sindicalismo obrero se muere y precisa de un enterrador urgente. La dimisión de los secretarios generales, ‘terroristas’ de ocasión contra los trabajadores, deben presentar su dimisión y pedir perdón a la población. La jornada de ‘juerga’ sindical nos cuesta a los españoles cerca de 9.000.000 de euros y se perderán entre 30.000 y 70.000 puestos de trabajo. Eso es lo que hay que agradecer al ‘terrorismo’ de los sindicatos obreros.

El Estado no puede seguir manteniendo a vagos y miserables, ni siquiera a las comunidades autónomas. Esperanza Aguirre se ha acojonado y a esta shoras de la noche permanece escondida; su cobardía le delata y su falta de decisión le corona.

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