Don Julián y la dama de los Gazules

En tiempos no muy lejanos era el señorito del pueblo quien mandaba a su querida a la capital y le ponía un piso o una tienda con el fin de tenerla alejada de las habladurías y tenerla en todo momento a su disposición en sus frecuentes viajes a la capital en un claro ejercicio de propiedad. Ahora las cosas han cambiado y Bibiana Aído, con 31 años,  se ha traído a su novio cincuentón a Madrid donde ejerce de ministra y le ha montado una Delegación. Todo sea por quitarle barreras al amor.
Lo que ya no es tan ejemplar es que la Delegación de Andalucía,  donde lo ha colocado,  apenas tiene actividad ni tampoco presupuesto. Solo 40 actos en los tres años que lleva con el novio al frente de su magnifico despacho en la Castellana y que goza de un sueldo bien apetecible (42.000 al año) que pagamos todos los españoles, más chofer, secretaria y adjuntos. Con tan poca actividad, el afortunado novio estará contando las horas hasta que la amada regrese al hogar para tenerle a punto las zapatillas después de sus largas jornadas defendiendo la IGUALDAD por estos mundos de Dios.

Menos ejemplar aún es la gran cantidad de embajadas, delegaciones o expediciones hacia todos los lugares del mundo con cargo a los presupuestos, que se han creado estos últimos años,  desde las 17 autonomías españolas sin apenas funciones,  que son totalmente inútiles y que solo sirven como turismo gratuito o abrevadero de un montón de amiguetes, parientes o conmilitones de los dirigentes políticos.
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