Malas credenciales de Corbacho.

Celestino Corbacho en pleno morreo asistencial.

«Corbacho tenía que crear trabajo y hacer disminuir el paro.  Su trabajo no ha lucido mucho. Era difícil, pero no se puede decir que haya sacado una nota alta. Sus credenciales no son las mejores para reforzar una lista», ha dicho Arturo Mas en referencia al todavía ministro. Y es que el actual ‘ministro del Paro’ ha decidido marcharse del Gobierno para presentarse en la candidatura de socialista de las elecciones autonómicas de Cataluña. Si bien hay opiniones para todos gustos, lo cierto es que es una clara espantada.

Con la gestión de Corbacho, muy parecida a la que llevó a cabo Jesús Caldera en ese Ministerio, la lista de Montilla aparece debilitada a todas luces. Es difícil coger al toro por los cuernos o el rabo; todo él es toro.  Sus credenciales son nefastas: empezó por garantizar que el paro no llegaría a los cuatro millones y cuando lo hizo dijo que era una simple coyuntura. El caso es que hoy está disparado y él ha demostrado que es muy mal gestor, además de liderar la mayor cantidad de parados, trampas y ‘cocinados’ incluidos.

El currículum de Corbacho recoge una deficiente relación con los sindicatos; una permanente contradicción con Rodríguez Zapatero; un abultado paro que sobrepasa el 20% de la población activa (a pesar de lo trampeados que suelen presentar los datos);  unas medidas laborales nefastas; una reforma laboral calamitosa, a pesar de no haber sido aprobada. ¿Seguimos?

Si alguien piensa que con su incorporación a la candidatura de Montilla se va a recuperar el voto socialista catalán es que ha tenido un sueño y aún no ha despertado. Muy torpe tiene que ser la ciudadanía catalana para votar a alguien que no ha resuelto nada a los parados; más bien al contrario, ha incrementado su número de día en día y ha perjudicado seriamente a las empresas. Con su liderazgo en el ‘Ministerio del Paro’ se han cerrado miles de empresas, así como varias decenas de miles han agotado el tiempo de cobro del paro.

Corbacho no solo no levanta entusiasmo sino que es el objetivo más recurrido para el chiste en  Cataluña. La única pena es que solo se vaya él del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Tal vez la disolución de ese sería lo más acertado y aplaudido.

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