G-20+1

Xavier Carrió
Este fin de semana Zapatero ha acudido a Toronto para la reunión de G-20, en donde las potencias mundiales intentarán ponerse de acuerdo sobre la solución a la crisis mundial. Estados Unidos y el grupo de emergentes insisten en que sea el gasto público y la continua inyeccion de dinero quien relance la economia y por otro lado están los países europeos, con Alemania a la cabeza, que están dispuestar a recortar el déficit haciendo un sacrificio en el exagerado dispendio público de los estados. Como no se van a poner de acuerdo, previsiblemente de esta reunión saldrá el grito de «sálvese quien pueda».

En lo que sí están todos de acuerdo es en el camino que debe de seguir España. Tiene que tomar muchas más medidas urgentes y drásticas para reducir su enorme deficit galopante. El decreto para modificar la normativa laboral ha quedado en casi nada, y aunque ahora Zapatero aparece otra vez ufano desde la palmadita de la Merkel y después del susto de hace unos dias, en este momento los mercados se han dado cuenta de que otra vez el prestidigitador ha querido hacerles trampas en el juego. Retocó a ultima hora el decreto cuando ya estaba consensuado por temor a los sindicatos y esto al final se ha quedado prácticamente en nada.

Si no hay un clara decisión por parte del PP para modificar las reglas de juego y rebajar el mismo tiempo el coste de unas administraciónes públicas carísimas, coincidentes y contradictorias y especialmente una decisión clara para desmontar el poder omnímodo de los partidos políticos sobre la economía, la justicia, o sea vida real del pais, volveremos a estar en las mismas.

Por eso sorprenden las últimas declaraciones de altos representantes del Partido Popular asegurando que su enemigo es la crisis y no el PSOE, tienen por fuerza que asumir en la perplejidad a sus simpatizantes, la inmensa mayoría de los cuales es partidaria de derrotar al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero como paso previo para solucionar la crisis no sólo económica, sino constitucional, social y ética a que las dos legislaturas del leonés nos han abocado. Hace falta mucho más que un simple cambio de titular.

Parece que en las altas esferas del PP se está empezando a padecer de vértigo electoral ante la posibilidad, cada vez más cierta, de ganar las próximas elecciones;  pero el Partido Popular sigue sin aprender la lección del Prestige, la guerra de Irak y, sobre todo, del 11-M. Con un país que estaba a punto de alcanzar el pleno empleo, unas finanzas saneadas, la Seguridad Social con superávit después de haberla rescatado de la hecatombe felipista y con un papel cada vez más relevante en la escena internacional, los socialistas consiguieron derrotar al partido apelando a la demagogia política y al radicalismo social.
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