¡Se va a enterar!

Con el inicio de la semana, los funcionarios han iniciado sus actuaciones. No han esperado a que el Gobierno socialista les detraiga de la nómina el pago de la crisis. Los funcionarios vamos a pagar la crisis para que el resto de los ciudadanos sigan disfrutando y despendolándose a nuestra costa. Estamos dispuestos a no colaborar con el miserable socialismo y mucho menos con el indigente intelectual de Moncloa y su tropa de aprovechados ‘babeantes‘.

Hay un dato a tener en cuenta y es que muchos funcionarios se ven obligados a tener dos o más trabajos, además del  puesto de funcionario. Con el sueldo de funcionarios no pueden vivir, porque no cubre ni la mitad de sus necesidades, de ahí que cuantos tienen otros ‘curres‘ — es el caso de miles de funcionarios — se pasen por el ‘arco del triunfo’ la ley de incompatibilidades, hecha para aborregados del sistema y para imberbes laborales. ¿Qué funcionario puede sacar adelante a su familia con mil o dos mil euros? Respondan. La opinión generalizada: ninguno.

La ventaja del funcionario es que siempre es bien acogido por cualquier empresa, ya que al no tener que pagarle la Seguridad Social ni descontarle IRPF ni declararle  a Hacienda o Trabajo, puede pagárselo por otros conceptos y en negro, verde o azul.  Si el presidente del Gobierno se ha empeñado en castigar al funcionario de la Administración, se va a encontrar con que no se van a crear empleos y, por si no era suficiente, lo poco que se cree lo absorberá el funcionariado que esté dispuesto a trabajar a destajo en más de un puesto de trabajo. De hecho hay muchas empresas que no acogen a trabajadores y sí a funcionarios como segundo trabajo y durante seis horas diarias. Los empresarios no quieren correr riesgos innecesarios porque desconfían del ‘gótico-esperpéntico’ , Rodríguez Zapatero.

Pero hay otros funcionarios cuya labor es de alto calado. Por ejemplo: los docentes. Muchos ya hemos reducido nuestro trabajo en la misma proporción que nos reducirán el sueldo. No hay por qué esperar a junio. Zapatero se va a reír de sus góticas, si lo desea, pero no de la ciudadanía y menos de los funcionarios del Estado y de las CC.AA. Sus acólitos babeantes — al estilo de Pepiños, Bibis, Leires y demás catropea — deberían acudir a explicar sandeces a Zimbabwe, precisamente al lugar donde financiaron a gays y lesbianas, o al lugar donde decidieron hacer el mapa del clítoris, derrochando euros, tiempo y prestigio.

¿Y qué decir de la Sanidad? Pues mire usted, por lo que hemos podido comprobar hoy, ya hay profesionales de la medicina que venían haciendo 32 placas diarias y pasaban ocho consultas; pues desde hoy esas placas han quedado reducidas a 20 ó 21 y sólo han pasado tres consultas. ¿Quién paga? ¿El indigente intelectual de Moncloa? No, el ciudadano. La profesionalidad es la misma; pero a otro ritmo, ciñéndose a su horario y reservando fuerzas para su otro trabajo.

Con tales actuaciones, que no están fuera de la ley, la ciudadanía se concienciará de que el funcionario solo se va a adaptar a su trabajo y a su horario, como se ha hecho históricamente en la empresa privada. Ni más ni menos. Es una buena forma de demostrar que el Gobierno socialista no ha cubierto plazas vacantes y los propios funcionarios nos hemos cargado con el trabajo de dos y más compañeros en muchas, muchísimas, ocasiones; a pesar de  que la injusta fama que nos avalaba era la que era.  Decía Diderot que «los médicos trabajan sin cesar para la conservación de nuestra salud, mientras que los cocineros y los políticos trabajan para destruirla».

En las próximas semanas, la sociedad lo va a notar. Y mucho. Zapatero y su Gobierno se han propuesto dañar a la ciudadanía, despreciar al contribuyente y castigar al Estado de bienestar. No solo lo han conseguido, sino que han empezado a cavar su propia tumba. Una tumba profunda y de donde no debiera salir el socialismo nunca más. Como siempre, vuelven a sus orígenes. Eternos parricidas, como decía Balzac.


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