Fernández de la Vega pillada en su hipocresía

María Teresa Fernández de la Vega

María Teresa Fernández de la Vega vive de la doble moral, como advirtieron muchos analistas con motivo de la pose de «Vogue» que, dicho sea de paso, se ha convertido en una marca muy poco atractiva para los «cavernícolas de derechas» a quienes alude la vicepresidenta y «sospechosa» para la  aturdida e insegura izquierda.

Antes o después muchos de los actuales socialistas acaban viendo las orejas al lobo, sobre todo cuando se dedican a defender lo indefendible, como le ha pasado a la actual vicepresidenta del Gobierno de Rodríguez. En un claro desprecio a su padre y a la profesión que le ha mantenido, declaró que su ‘progenitor A’ había sido «represaliado del franquismo». Y lo dijo solo con la intención de salvar la cara de forma burda y ocasional.

No solo no salvó la cara, sino que demostró tener más de esa que de espalda. La cuestión no es que su padre no solo no fue represaliado, sino que fue un afamado y correoso  ‘predicador‘ del franquismo. El típico funcionario afecto y adicto al Régimen del ‘abuelo Pachi. Un funcionario capaz de ponerse ‘mirando a Cuenca’ con tal de obtener beneficio. ¿Y lo obtuvo? Ya lo creo que lo obtuvo, sobre todo en lo concerniente al incremento patrimonial. Ahí tienen los datos que acaba de publicar  LA GACETA y los que revelará en los próximos días, incluidas las amenazas de ‘Maritere‘ a su director.

Un incremento patrimonial que ha revertido en sus retoños en forma de centenas de miles de euros. Ahí es donde ‘Maritere‘ debería salir a dar una explicación, como admiradora conformista y defensora en su día del régimen franquista.

En esta ocasión le han pillado con las posaderas al aire. Tanto que, con la famosa Ley de la Memoria Histórica, debería iniciar las gestiones para indemnizar a las familias a quienes  se expropiaron los terrenos para edificar, dotar y donar (el coste fue casi simbólico para ese tipo de ‘funcioneros’, reconocidos como funcionarios por el régimen) a los afectos al Generalísimo Franco.

Entendemos que debería indemnizarse a los afectados, porque así se ha hecho con quienes se ha considerado dañados o víctimas de una dictadura que hoy se nos antoja ‘dictablanda‘ con los suyos. Y entendemos, también, que hasta a los sindicatos de clase se les ha dado dinero a manos llenas por el mal llamado, abusivo — e inexistente, en muchos casos — patrimonio sindical.

Cuando se piensa en clave dictatorial y de actúa de forma hipócrita, como si se fuera demócrata de toda la vida, pasa lo que pasa. Y es lo que le ha sucedido a nuestra  ‘Maritere‘. La vicepresidenta ha esputado hacia arriba y el esputo se ha estrompado en toda su cara, demostrando que ésta es como el cemento armado, llena de mentira y falta de tragedia.

Ortega y Gasset estaba convencido que «muchos hombres, como los niños, quieren una cosa pero no sus consecuencias»; ahí es, precisamente, donde a nuestra vicepresidenta se la ve el plumero. Esta vez le han pillado con malos pelos y corrida  la pintura de guerra. No se puede estar en la procesión y tocando las campanas, como no puede ser aquello de «comer sopas y sorber».

Siempre se

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