Unos por otros, la casa sin barrer

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Primero fue el polvo y ahora es la nieve. La ministra, Magdalena Álvarez, no gana para disgustos; aunque no se disgusta por nada, dicho sea de paso. Con todo el respeto del mundo, hay que reconocer que Magdalena tiene más cara que espalda. Siempre lleva el agua a su molino y casi siempre lo hace de la forma más interesada, esperpéntica y llamativa. Como dije al principio: primero el polvo, en su viaje a Valladolid en AVE, y ahora la nieve; mejor dicho, la imprevisión.

No es de recibo que España se vea inmersa en el caos por la imprevisión gubernamental. Y todo por un poco de polvo blanco. Así que el día que caiga una señora nevada… ¡que Dios nos coja en buena situación y en lugar apacible! Ahora que ‘Maleni’ estaba más tranquila, otra vez vuelve a escena y lo hace por la puerta grande de la risión y la falta de planificación. Muy propio del gobierno de Zapatero, aunque empiece a ser habitual.

La ministra no se entera, pero ni de este tema, ni de muchos otros. Algún diario afín al Gobierno saca la cara sin sentido, pero fiel a quien le otorga periódicas y abundantes prebendas en forma diversa. La presidenta madrileña no entiende el caos por apenas unos centímetros de nieve y el Gobierno reparte culpas. Las cargas a medias son menos cargas. Pues claro que sí. Con el reparto, todos tocan a algo: el municipio de Madrid, la comunidad, el Gobierno, el Ministerio de Fomento y la AEMET

En estos casos alguien tiene que pagar el pato. Y no es descabellado pensar que el ‘gran jefe’ de la AEMET va a salir por la puerta falsa tan pronto como pase el temporal. De momento, el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de Madrid ha acusado a la Agencia de “absoluta imprevisión y falta de medios” al no saber afrontar el asunto. La AEMET se defiende como puede y alude al cambio de trayectoria de la borrasca. Sea como fuere avisó tarde, muy tarde. ¿Quién asumirá esa responsabilidad? Verán como lo paga algún funcionario, en vez de el político de turno.

De la misma forma que no hay libro del que no se pueda aprender algo, según decía Cayo Plinio “El Joven”, no hay chapuza que llegue a reconocer Magdalena Álvarez. La culpa siempre es de los demás. Es el mismo método, mismo sistema y mismas palabras que las de su jefe Rodríguez Zapatero.


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