Testimonios de docentes: "Siento un nudo en la garganta"

“Se levantó, cogió su silla y la lanzó contra mí…”
En un grupo de la ESO tengo un alumno que suele mostrarse agresivo cuando se le llama la atención o se le recrimina por su forma de actuar. Estoy harto de que me boicotee la clase y se haga el gracioso metiéndose con otros compañeros. Hoy después del recreo llegó tarde a clase y entró gritando. Le dije que se sentase y no interrumpiese. Al rato se puso a cantar a media voz. Le dije que saliese de clase. “No estoy haciando nada y no me voy a ir”, me contestó. Volví a repetirle que saliese. Su respuesta fue: “el único que sobras aquí eres tú, gilipollas”. Se levantó, cogió su silla y la lanzó contra mí.

“Comenzaron a golpear el coche y a insultarme”

Me había amenazado de que me esperaría a la salida, pero la verdad es que no le di más importancia. Pero allí estaban. A la mayoría no les conocía porque no eran del centro, pero se colocaron al lado y delante del coche, y comenzaron a darle golpes y a insultarme. Llegué a sentir miedo.

“Me habían destrozado las lunas delanteras y traseras”
Cuando fui a coger el coche después del fin de semana, me llevé una desagradable sorpresa. Me habían destrozado las lunas delanteras y traseras. Es-toy seguro de conocer a los responsables: dos alumnos que ya me habían amenazado y acosado, pero no hay testigos.

“Una madre me ha propinado una bofetada”

Soy profesora de Primaria y me encuentro en un estado de ansiedad tal que sólo tengo ganas de llorar. Suelo conectar bien con los padres de mis alumnos, pero en esta ocasión he sufrido una agresión. Una madre me ha propinado una bofetada. ¿La razón? Llamar a su hijo la atención por mantener una actitud agresiva hacia sus compañeros, tanto en el aula como en el recreo. Les empuja, pega, insulta… El resto de padres ya se habían quejado del proceder de este alumno, pero los suyos no admiten que al niño se le pongan límites y a su vez creen cualquier versión falseada que les dé su hijo de los hechos.


“Me insultaron, arrinconaron y levantaban la mano”
Hoy he recibido a los padres de una alumna que me habían solicitado una reunión –yo creía en principio que informativa–. Pero, sin dejarme abrir la boca, me insultaron y se acercaron a mí gritándome, me arrinconaron y levantaron la mano. Me decían que yo no había dejado comer a su hija el bocadillo. Comprendí entonces a qué se referían. Hace unos días, en clase, esta alumna sacó el bocadillo y comenzó a comer. Yo le dije que no estábamos en el recreo y que lo guardase. Ella me contestó de forma insolente que tenía hambre. Yo, enfadada, le dije que o guardaba el bocadillo o se iba de clase.


“Parece que soy yo el culpable, y no el alumno”

El equipo directivo no tramita los partes de faltas que pongo a mis alumnos. Pero esta situación ya ha llegado al colmo con un alumno cuyos padres vienen al centro en plan amenazante cada vez que hay un problema. El niño se permite escuchar música en clase, abrir la ventana y gritar. Y cuando le envío al Jefe de Estudios, tengo que rebatirle y esforzarme en demostrar que es cierto lo que digo. Parece que soy yo el culpable. Cuando el niño vuelve a clase con un simple “procura portarte mejor” siento un nudo en la garganta, tristeza e impotencia. La clase se hace ingobernable y las faltas de respeto son continuas.


“He sido informado de que me han abierto expediente disciplinario”

Llevo aguantando insultos, malos modos, burlas, boicoteo de las clases a lo largo de todo el curso, por parte de un alumno que no sólo tiene enfrentamientos conmigo, sino también con otros profesores del centro. El viernes me encontré con él en la calle, me llama cabrón. Me dirijo a él y le pregunto por qué me insulta. Se encara conmigo y se dispone a agredirme. Yo intento contener la agresión… ¿Sabes cuál es el final de la historia? Los padres me han denunciado ante la Administración educativa y he sido informado de que me han abierto expediente disciplinario.

 

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