Terrorismo de ETA: lacra vasca.

ETA maltrata al País Vasco.

¡Empresarios, abandonad Euskadi!

!Castilla os acoge con los brazos abiertos!

¿A quién representa una bandera ensangrentada?

¿A quién representa una bandera ensangrentada?

Cuando era joven, debería decir más todavía, no fue mi entorno escolar o educativo, ni el social, ni siquiera el familiar, mucho menos el político, el que despertó mi interés por el problema del terrorismo y por las víctimas del terrorismo, antes de serlo yo misma; no vino nadie a mi casa a buscarme y pedir mi solidaridad por la causa, como tampoco sucederá con los demás.


En mi caso, fueron los medios de comunicación los que sirvieron de espejo neutro, opaco, para acercarme a la realidad. Hoy esa información se ha tornado opinión en la mayoría de los casos, y no sé muy bien cual es su percepción. Los barómetros y las encuestas siguen mostrando a una sociedad preocupada por el terrorismo, contraria a la negociación y que apoya a las víctimas. O debería decir que ha tomado partido por las víctimas como si fuéramos un frente anacrónico abierto.


Yo quiero defender una vez más, primero, mi frustración porque eta sigue matando, pero también porque siento que estamos gobernados por líderes incapaces y sin voluntad de trabajar por terminar con el problema del terrorismo; quiero reivindicar nuestro cansancio ante la absurda normalidad con la que se convive en el País Vasco; no puedo imaginar el miedo con el que los trabajadores de la Y Griega vasca saldrán hoy y los demás día s a trabajar. Toda mi solidaridad desde aquí para todos los trabajadores del País Vasco.


Quiero reivindicar mi independencia, pero también nuestra diversa afiliación política; nuestra necesidad de que se respete a las víctimas en los momentos de mayor dolor para que no se exhiba nuestro sufrimiento, y también cuando nos manifestamos públicamente. Nuestro derecho como colectivo a exigir determinadas actuaciones políticas y a sancionar aquellas que atentan contra nuestro principio de justicia.


Quiero defender hoy más que nunca la memoria de quienes han sido asesinados, sobre todo a Ignacio Uría, desde la dignidad y la coherencia, desde mi compromiso, por pequeño que sea. Y recordar que todos somos necesarios. Especialmente desde la responsabilidad que nos une a nuestros hijos.

Ana Iribar

Viuda de Gregorio Ordóñez

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