Escándalo ante las narices del presidente Herrera.

Juan Vicente Herrera, asustado por el escándalo que ha surgido en sus propias narices. Varios de sus altos forman parte de la trama de 'Huertos Solares'

Juan Vicente Herrera, asustado por el escándalo que ha surgido en sus propias narices. Varios de sus altos cargos forman parte de la trama de los huertos solares

Hace tiempo que venimos denunciándolo en diversos medios. A Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, se le ha ido de las manos la comunidad. Cada vez son más los políticos de su cuerda que pasan de él. Ha llegado un momento en que se le ningunea en casi todos los estamentos de la Administración. Y si hay alguna duda, ahí tienen el último escándalo que recorre la comunidad. Herrera es a quien quería imitar Rajoy si llegaba a la Moncloa ¿Alguien lo recuerda?

Ese escándalo es lo que se viene en llamar “la trama de los jefes de servicio por los huertos solares”. La alarma surgió en León y se hablaba del “caso Lasarte”. Pero resulta que el señor Lasarte era una pieza más del entramado, sin ser la más importante y mucho menos la cabeza pensante. Desde León pasó el escándalo a Palencia y desde ahí a Zamora y Valladolid.

Pero no acaba todo en esas provincias. El PSCyL es consciente de que se sigue extendiendo la trama de tráfico de influencias y prevaricación. De momento ha salido a flote la punta del iceberg; es decir, aún están los fuegos de artificio, pero la traca final no se hará sonar hasta dentro de unos días, según hemos podido confirmar con la investigación que ha abierto nuestro Weblog. Otros también piensan lo mismo. “Estamos en condiciones de poder asegurar que hay más gente detrás”, ha confirmado la procuradora socialista leonesa, Inmaculada Larrauri.

El partido socialista de la región pretende llegar hasta el final, pero la ciudadanía tiene sus dudas al respecto, ya que es un partido fácilmente vulnerable y si hay que venderse por un plato de puré en forma de liberación política o de lo que sea, pues lo hace y punto. Eso sí, crea alarma, angustia y crispación como nadie.

Lo más positivo de ese tráfico de influencias — donde están implicados algunos secretarios de las Delegaciones Territoriales de la Junta de Castilla y León, además de diversos jefes de servicio — es la actitud de Villanueva y Rafa Delgado. Conociendo a ambos, la ciudadanía sabe que van a llegar hasta el final, aunque se ‘raje’ el partido socialista. De momento, según van apareciendo implicados, los aludidos les van pidiendo que presenten la dimisión ‘ipso facto’. Y a continuación sale su cese en el Boletín Oficial de la Junta. No hay duda de que Tomás Villanueva se ha convertido en el nuevo paladín de la honradez en el Partido Popular de Castilla y León

El escándalo ha empezado con los huertos solares. La propia Junta reconoce que algo ha fallado y no ha funcionado correctamente. Ahora lo que procede es que comparezcan en las Cortes los consejeros de Administraciones Públicas y Economía y Empleo. La imagen de la Administración regional está en juego. Y mientras tanto, Juan Vicente Herrera de vacaciones, igual que cuando los topillos asolaban Castilla.

Hay datos que ya no ofrecen duda. En León saltaron las alarmas. Todos sabían lo que estaba pasando, pero todos callaban. Nadie se tomaba su trabajo en serio, a la vez que todos medraban. El panorama que presenta la Junta en León esta lleno de dudas y sospechas. Insistimos: Juan Vicente Herrera está con el culo al aire en este momento y, a pesar de ello, no da la cara; se esconde detrás de Tomás Villanueva, eterno ‘asador’ para sacar las castañas del fuego al presidente.

Lo que puede ser un caso de corrupción muy extendida se ha producido en el primer escalón provincial de algunas provincias y en el segundo de la Administración autonómica; es decir, muy cerca del presidente y de sus delegados territoriales. Apostamos a que el presidente sí conocía la participación de su gente de confianza en el asunto de paneles solares. Lo sucedido es impresentable. El PSCyL está obligado a proponer cuantas iniciativas sean precisas, sin esperar a que le ofrezcan prebendas para bajar la voz o callar.

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