Suspenso al Gobierno de Castilla y León

El Gobierno de Juan Vicente Herrera ha sido un Gobierno complacido, apoltronado y dispuesto a mirar por encima del hombro a sus administrados. Y lo ha hecho durante muchos años, en muchas ocasiones y a muchos ciudadanos. ¿Por qué? Muy sencilla es la respuesta: porque no ha tenido oposición.

Ambas instancias, Gobierno y oposición, reciben muy malas calificaciones. Suspenden y necesitan mejorar. El fracaso les acompaña en su gestión, según el Barómetro. Ya no podrán engañar más, porque el ciudadano ha dejado de ser indiferente en el momento que le han tocado el bolsillo y comprueba que los políticos regionales se ocupan y preocupan de lo suyo y de los suyos. Parece ser que lo que menos importa es el ciudadano, cuanto le rodea y sus problemas particulares.

Tanto leoneses como castellanos suspenden al Gobierno regional del PP. Y ese suspenso lo es por primera vez, según leemos en el decano de la prensa, El Norte de Castilla. Por lo que podemos comprobar a diario, el Gobierno regional del PP se pensó que había recibido un cheque en blanco, hace un año por estas fechas. Y eso no es así.

Pensaron las huestes de Herrera Campo que todo el monte era orégano. Pensaron en cuatro años más para el disfrute y no para el trabajo. Pensaron que, al no haber oposición, la legislatura sería una nueva merienda campestre que acabaría con vino y rosas.

Lo que ninguno debió de pensar es que tenían cheque en blanco para trabajar, para empujar la región hacia el progreso y la modernidad, para acabar con la despoblación y para atraer inversión foránea. Solo pensaron en la holganza y en el disfrute. De ahí el topetazo que han recibido.

A estas alturas de la película regional, donde León y Castilla son el último golpe del bombo entre las comunidades autónomas, ya no engañan a nadie más. Si la ciudadanía trabaja duro, el Gobierno regional no tiene derecho a escurrir el bulto, como viene haciendo desde hace años, amparado en la mayoría absoluta tras la que se parapeta y en la mayor flota de coches oficiales del Estado, además de prebendas e innumerables ventajas que llevan hasta el trato especial en la adquisición de las VPO.

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