Ruiz-Gallardón, harto y aburrido

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La envidia de Esperanza Aguirre hacia Alberto Ruiz-Gallardón puede acabar rompiendo el Partido Popular. En política todo se paga, hasta el plato más insignificante. En provincias están hartos de esta pareja y especialmente de doña Espe. Donde había división, hoy hay más. Donde había paz, hoy hay al menos dos bandos y un tercero esperando que caigan las nueces del árbol. Si a ello unimos la tensión y el nerviosismo por las listas que empezarán a conocerse a partir de mañana, pues entonces la crispación se masca en algunos lugares. ¡Y no lo para nadie a estas alturas!

Es difícil entender qué pretendía Paco Álvarez Cascos con su aventada opinión sobre la inconveniencia de que los alcaldes fueran en las listas electorales. El mensaje era claro: Alberto, no; pero con los demás no hay problema. Vía libre y orégano en el monte. Ahora resulta que varios alcaldes sí que estarán en las listas del Congreso y, en algún caso, como abanderados y símbolos de un PP que se desmelena y pierde fuerza.

Ni siquiera Manuel Pizarro, con todo su bagaje a cuestas, va a salvar a Mariano Rajoy. Hace tiempo que sus propias huestes dejaron de creer en él. Mientras el presidente Rodríguez ha desmoronado la unidad de España, Rajoy no deja de desmoronar al principal partido de la oposición.

Estamos ante el consabido “más de lo mismo” en el seno del PP. Y si no lo creen, miren a Castilla y León, por poner un ejemplo cercano: seguimos viendo al mismo perro con idéntico collar. A Herrera se le ha ido de la mano el partido y va a ser muy difícil enderezarlo. Juan Vicente Herrera no puede con los barones provinciales y poco a poco, pasito a pasito, han acabado gritándole al oído hasta convertirle en el gran sordo regional.

Con Alberto Ruiz-Gallardón y su retirada de la política, irá desapareciendo el estilo del “saber estar”. Recuerden su postura firme y serena ante el incongruente Miguel Sebastián, su mala fe y peor estilo. Hoy Ruiz-Gallardón se lleva un buen puñado de votos del Partido Popular. Serán votos que no engrosarán la montaña del PSOE, pero tampoco sumarán en la finca del PP. Puede ser el principio de la cuesta abajo.

Rajoy cree haber demostrado fuerza y carácter, pero seguramente no sabe que “la fuerza del carácter, con frecuencia no es más que debilidad de sentimientos”, como acostumbraba a decir Arthur Schnitzler. Don Manuel Fraga, experimentado político e insigne intelectual, ha dicho que no es lo mejor para el Partido Popular en este momento. Y bien es sabido que don Manuel no suele ‘errar el tiro’.

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