Reacción ante el cambio de Gobierno

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Las críticas a las renovaciones de Gobierno van por barrios. No hay más que ver los medios de comunicación de los últimos días. Al presidente Rodríguez se le ha dicho de todo por introducir cambios en el Gobierno central. Hemos escuchado que es “una simple operación cosmética”, “cambios para soltar lastre”, e incluso se ha hablado de “renovación para llevar al banquillo la derechización de Carmen Calvo y la incompetencia de Mª Antonia Trujillo”. Lo que es menos entendible es el cese de Jordi Sevilla; aunque a Rodríguez le sorprendió la petición de dos meses de plazo tras proponerle que se hiciera cargo del PSPV.

De sorprendente puede calificarse también la continuidad del ministro Caldera, tras haber desestabilizado y enmarañado cuanto afecta a la inmigración, recibido fuertes y agrias críticas de la Unión Europea y haber sido calificadas muchas de sus medidas como verdaderas estupideces. Si a ello añadimos la incompleta e infradotada ley de Dependencia, el efecto llamada y la desequilibrada ley de igualdad, pues resulta que estamos ante el estafermo de los próximos meses.

La falta de claridad puede extenderse a muchas de las medidas adoptadas por el partido que aspiraba solo a ser oposición. Comprobamos falta de planificación en la anunciada ayuda para nacimientos, a partir del tres de julio. Recordemos que cuando fue anunciada por el presidente Rodríguez ni siquiera el ministro Solbes tenía conocimiento del secreto acuerdo contraído horas antes entre el ministro Caldera y el presidente Rodríguez. A eso se llama coordinación. Lo demás son zarandajas estivales. En una noche completa de trabajo, parte del equipo de Caldera ha logrado que la imagen de plagio al programa del PP quedara reducida a una simple improvisación de Rodríguez, ante las acusaciones del todavía líder de la oposición, Mariano Rajoy.

En la comunidad de Castilla y León las reacciones hacia el nuevo Gobierno de Herrera han sido parecidas, pero a la inversa. Quien ‘dispara’ también es el principal partido de la oposición, pero en este caso la forma el partido socialista. El secretario regional de los socialistas leoneses y castellanos nos tenía acostumbrados a la moderación, a las buenas maneras, a la comprensión política y a los gestos educados hasta que — tras acusar a los hijos de importantes cargos del PP por disfrutar de viviendas de protección oficial — comprobó que a veces se caen los ‘sombrajos’; es decir, que no se debe esputar hacia arriba, sobre todo si uno se encuentra debajo, como fue el caso del docente Villalba.

Ahí se acabó la moderación del líder socialista leonés, como también se acabó la comprensión y la delicadeza de las formas. Se había iniciado el principio del fin y supuso un importante deterioro de imagen, así como el camino hacia la desconfianza dentro de su propio partido. Situado en el ‘disparador’, arrollado en las últimas elecciones autonómicas y viendo cómo Herrera agrandaba su imagen de líder incombustible, el camino se empezaba a quedar sin recorrido, a la vez que el socialismo leonés y castellano se disponía a iniciar la legislatura desfondado, sumido en enfrentamientos internos y casi desprovisto de cuadros humanos a corto plazo en provincias como Zamora.

Volviendo a la reacción suscitada en la comunidad contra el nuevo Gobierno de Herrera, se advierte poco conformismo por parte de la población y de las formaciones políticas. Todas las caras del Ejecutivo regional son de sobra conocidas. Da la sensación de que estamos ante una ‘peña de fiestas’, donde cambian los cargos y las cargas; pero se mantienen los ‘cargadores’. Viene a ser más de lo mismo, a la vez que se refuerza la ‘guardia pretoriana’ del presidente Juan Vicente. Tal vez lo más duro es que no se nos garantiza efectividad, tras lo vivido a lo largo de la legislatura anterior, y posiblemente tampoco excesivo conocimiento en algunas áreas por parte de sus titulares.

Sin dar una mínima tregua al Gobierno regional, y sabiendo Villalba que el tiempo se le ha agotado, ha destacado en alguno de los consejeros elegidos falta de conocimiento técnico y teórico de algunos temas; sobre todo al referirse a la designación de Silvia Clemente como consejera de Agricultura. “Es una tomadura de pelo para Castilla y León”, ha dicho Villalba. Tal afirmación pone de manifiesto, y hoy podemos afirmar que es un secreto a voces, que hay una importante y clara descoordinación entre la realidad regional y el nuevo Gobierno de Juan Vicente Herrera.

Pero el ínclito Villalba no se ha quedado en lo superficial. Ha acusado al presidente de insensibilidad ante el desarrollo del medio rural al nombrar titular de Agricultura “a una persona que no conoce nada, que carece de base, de preparación y de formación”, añadiendo, además, que es la misma consejera que “ha fracasado en sus responsabilidades anteriores”. Y si el secretario regional socialista ha dirigido sus críticas más fuertes contra Clemente, consciente de la agria problemática a la que está sometido el PP en Segovia, no menos ‘piropos’ ha dirigido a las dos vicepresidencias con las que se ha blindado Herrera. Ha habido para todos y para todas. Ha sido la pataleta de quien se sabe sin recorrido, sin apoyos y sin perspectivas políticas futuras. Ha sido la reacción de quien empieza a ver cómo se cierran puertas y portones.

Sin duda Castilla y León va a contar con un Gobierno continuista, al menos hasta las elecciones generales. Lo afirman los fieles al PP, muchos de ellos convencidos de que Villanueva está obligado a dar el salto a la política nacional, una vez agotado su techo político en la comunidad y estando necesitado – como está – Mariano Rajoy de gente innovadora, con iniciativa, dominadora y segura del terreno político que pisa.

Si el ínclito Villalba decide abandonar la política antes de que acabe la legislatura evitará innecesarios problemas en su formación y la enseñanza habrá recuperado a un digno, prestigioso y reconocido docente. “¿No tenía otra persona más capaz y preparada?”, le ha preguntado a Juan Vicente Herrera, refiriéndose a Silvia Clemente. Y, casualidades de la política, la interrogante se asemeja a la que sus propios compañeros de partido llevan tiempo haciendo al presidente Rodríguez en referencia al todavía líder regional. Si antes decíamos que era peligroso esputar hacia arriba, no movemos ni un ápice nuestra afirmación. Villalba seguramente no ha leído a Horace Smith, porque de lo contrario sabría que la caridad comienza por nosotros mismos, y la mayoría de las veces acaba donde empieza.

 

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