Optimismo de Rodríguez Zapatero

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El mal llamado “proceso de paz” mantiene el ánimo optimista en el presidente Rodríguez Zapatero. Parece que en este momento es de los pocos optimistas en este asunto, aunque cada día que pasa hace dudar más a todos sobre si estará correctamente asesorado e informado de lo que realmente está sucediendo.

Los últimos acontecimientos acaecidos incrementan esas dudas, y no menos preocupaciones ciudadanas, hasta el punto de pensar si el presidente sabe hacia dónde se dirige. El robo de las pistolas en vísperas de la puesta de largo etarra en Europa, el descubrimiento reciente de los zulos, la colocación de artefactos explosivos en Navarra, el robo de vehículos en Francia y las amenazas armadas a ciudadanos en el país vecino ponen en entredicho las pretensiones gubernamentales. Muchas veces, un optimista como Zapatero es un pesimista rodeado de aduladores; aunque el refrán verdadero reza que “un pesimista es un optimista bien informado”. De estos últimos cada vez hay más. De los otros, cada vez van siendo menos.

Si el terrorismo es la tercera preocupación de la ciudadanía, según revela el CIS, estamos ante una desvirtuación del optimismo presidencial. Respecto al citado optimismo es frecuente oír que el mismo es solo de Rodríguez Zapatero y no de todos los miembros de su Gobierno; aunque den la imagen que se les exige. Ni don Alfredo, ni López Aguilar, ni Alonso, ni la vicepresidenta — los cuatro elementos de más peso en el actual Gobierno – creen en un desenlace feliz del falso y manoseado ‘proceso de paz’. Y semejante creencia existe en el PSOE, donde ni siquiera el bachiller ‘Pepiño’ ve salida del ‘lodazal’ en el que se ha metido su jefe. Al igual que destacados militantes del partido ponen en duda ese optimismo del presidente, sin saber por dónde saldrá al final y cómo salvará la cara.

En ámbitos que el presidente desconoce se tiene tanta o más información que Presidencia sobre el falso ‘proceso’; incluso, me atrevería a decir que más que los propios Servicios de Inteligencia del Estado. Es evidente que el bachiller ‘Pepiño’ no forma parte de dichos SIE, aunque por un momento llegó a desconcertar al personal y, posiblemente, a si mismo.

Desde el entorno etarra se le ha pedido al Gobierno que cierre la bodega, porque el último carral se ha agotado. Lo que no se entiende es el motivo por el que el Ejecutivo ha ocultado la información. ¿Será que no lo ha entendido correctamente? Sin mesas, sin Navarra, sin perspectivas de autodeterminación y sin amnistía de presos no hay partida. Pérez Rubalcaba y ‘el bachiller’ eran quienes más miedo tenían a un final así. Hay cañas que se vuelven lanzas y tortazos que se reciben de rebote.

ETA no quiere perder protagonismo y menos ante un Gobierno que considera débil y con poco peso en el exterior. Se han cerrado muchas puertas de golpe. En este momento hay dos acontecimientos que pueden alterar la situación: la evolución de Ignacio de Juana Chaos y la respuesta a la convocatoria de la Udalbiltza, suspendida en su día por Baltasar Garzón, para la asamblea que se celebrará en la primera quincena de enero, en San Juan de Luz. A la vuelta de la esquina espera el nuevo año y ambas partes saben que habrá sorpresas, si tras cada acción hay reacción en el otro lado. Al tiempo.

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