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A pie de calle no suena igual

Curioso el experimento que propuso The Washington Post a un reconocido violinista. La explicación corre a cargo de Paulo Coelho:

«En una fría mañana de enero, un hombre se apostó en la entrada de una estación del metro de Washington y se puso a tocar el violín. Durante 45 minutos, los que pasaban escucharon pasajes de las seis piezas de J. S. Bach que fueron ejecutadas […] Durante los 45 minutos que estuvo tocando, el violinista consiguió 32 dólares y tuvo seis espectadores. Al final no hubo aplausos ni nadie que pidiese un bis […] El violinista se llama Joshua Bell y el experimento fue completamente filmado por el periódico The Washington Post. Dos días antes del experimento del metro, Bell había llenado un teatro de Boston con espectadores que, como mínimo, pagaron 100 dólares por verlo. Tanto en el teatro de Boston como en la estación de metro, el músico empleó un Stradivarius, un violín valorado en 3,5 millones de dólares. Las piezas interpretadas se consideran las más difíciles de Bach para tal instrumento. Cuando el periodista le preguntó lo que había sentido, Bell no escondió su decepción: las personas eran incapaces de reconocer la belleza si no se encontraban dentro de los parámetros considerados normales para poder apreciar una obra de arte»…

Vía La Huella Digital

Andrés Montes

Hace días se marchó el controvertido y aclamado a partes iguales, Andrés Montes. Se habrán escrito cientos de párrafos sobre el ocaso de una de las estrellas mediáticas más discutida de los últimos tiempos, pero me quedo con el testimonio directo y a quemarropa de Javier Caballero, jefe de edición de Magazine, en la columna que publica semanalmente en Crónica titulada Perdedor.

ANDRÉS MONTES

La muerte se te lleva en pretemporada, compañero. Demasiado pronto cesa la trova cubana de la locución deportiva. Triste adiós para el son del calvo guasón con gafas de Imagine y verbo de tiroteo. Echas el telón con la función a medio terminar. Ahora que se te habían cortado las alas, ni da tiempo a que busques otros horizontes. Jodido Atlético. Jodida columna perdedora. Yo la adornaría con una pajarita de Hackett de Londres, of course, como flor póstuma.

Hace unos días, soto voce, me contabas tanto desencanto por culpa de tu salida de la televisión… Nada de terciopelo. Nada de recolocación en busca de un destino que se adecuara a tu palabrería sin interrupción. Quizás pensaron que el negro chistoso ya había tenido demasiado balón, balón, balón. Hablabas de tu despedida de la primera línea periodística como la mayor tragedia que habías vivido en 30 años que llevabas en el oficio. Yo te dije: «Por Dios, Andrés, será el berrinche del que le han echado». No quisiste o no pudiste deslizar más detalles. La desilusión era tan grande que no querías salir a la calle para no responder a compañeros ávidos de saber qué derrotero ibas a tomar. Estabas realmente jodido. Y eso es muy triste en un Rh caribeño como el tuyo. Vale, yo tampoco adoraba tu manera de narrar. Sin embargo, detrás de tu calva de Yul Brynner del Trópico percibí un hombre luchador, un cubano que quiso exprimir la vida y hacérsela agradable a los demás. Intuí al niño negro en un colegio de niños blancos con queso blanco del Plan Marshall. Lo corroboré en la distancia corta de tu hogar. Enfrente de tu estantería de cristal, repleta de música y emociones, comprobé que, detrás de la bata cara que llevabas, se escondía la chamba del tío que llegó a esto de juntar palabras por casualidad. Me gustaba la paradoja periodística de que, a dos portales de tu salón, estuviera Europa Press. Me dejaste una foto de Sachetti, un ala-pívot de la selección italiana de los Antonello Riva y Dino Meneghin. María, tu esposa, sigilosa y de modales exquisitos, nos puso patatas y aceitunas mientras echaba de menos al Depor de Bebeto y Mauro Silva. Cómo contrastaba tu atuendo de dandi con los libros de alta política. Me llamaba la atención tu curiosidad por el que hacen llamar conflicto vasco. Tú que habías visitado la Rusia comunista antes de que se derritiera la Guerra Fría. Comentabas, con todo lujo de detalles, la atomización soviética como un niño al que instruyen en relaciones internacionales y le acaban de dar un bloc en blanco. Ahora, preguntarán los detalles, el laberinto de tu adiós, a Roberto Gómez, a García Caridad, a Melchor Miralles, a José María García, a Daimiel, el de la NBA, y al bueno del ruso, Chechu Viriukov, tu agente y el de Iturriaga y el tío que metía los triples más rectos de la historia del baloncesto. No sé si te canonizarán, Andrés. Pero yo hubiera dejado que los niños se acercaran a ti en los campos de fútbol, que una avalancha de chiquillos te sobara y manoseara ese cráneo lleno de paridas y de motes. Si hasta la cadena verde te puso seguridad privada por cuestiones de orden público… La misma donde pasaste a los anales poniendo banda sonora al Mundial de Japón, a la plata de Madrid, y al oro de Polonia.

Bien sabías que la muerte mitifica. Pero tú querías vivir, con tus achaques de juventud, tu abstemia por cuestiones médicas y tu gusto por sentarte a la mesa en templos del buen yantar, preferiblemente en Guipúzcoa. Que suene cualquier tema de Van Morrison en tu honor. Un beso a tus hijos, a los que no tengo el gusto de conocer, pero que si llevan tu sangre, habrán salido cosecha de tiquitaca y juego preciosista. Camarada, espero que donde estés, haya risas, que te pongan apodo y te hagas colega de la pandilla. Y que pasen el balón al niño negro. Que sólo quiere jugar.

Javier Caballero (jefe de Edición de Magazine)

22 maneras de ejercer mejor el periodismo

Muy aconsejable, para periodistas y lectores, la lista de sugerencias que ha elaborado Dan Gilmor en el The Guardian, para tratar de conseguir un periodismo más honesto y de mayor calidad:
  1. Ignorar los aniversarios, salvo que sean fechas especialmente importantes.
  2. Invitar a los lectores / usuarios a participar en el proceso de creación de los contenidos.
  3. Reconocer las propias limitaciones, e invitar a los lectores a que ayuden a superarlas.
  4. Crear un servicio para informar a los lectores de los errores cometidos y de las lecciones aprendidas.
  5. Potenciar la conversación con los lectores / usuarios con todas las herramientas a nuestro alcance.
  6. Ocupar el tiempo y el espacio necesario para probar que algo es verdad o mentira.
  7. Utilizar un lenguaje directo, conciso y comprensible.
  8. Usar muchos enlaces a lo publicado por otros medios o miembros de nuestra comunidad.
  9. Liberar nuestro archivo para que quien lo desee utilice sus fondos, con APIs para facilitar la tarea.
  10. Invitar a los usuarios / lectores a que sean activos y críticos, a que generen contenidos y opinión.
  11. No publicar listas de 10 elementos.
  12. No utilizar fuentes anónimas a no ser que sea imprescindible y justificado.
  13. Revelar la identidad de una fuente que haya mentido, tras pedirnos que mantengamos su anonimato.
  14. No debemos utilizar con frecuencia la palabra «deber» para indicar que pensamos que alguien tiene que hacer algo. Es mejor exponer nuestros argumentos sobre el tema.
  15. Enlazar a las piezas de la competencia que ofrezcan puntos de vista distintos sobre un tema que hemos tratado, o que hablen de asuntos que no hemos cubierto.
  16. Enlazar a la competencia para convencer a nuestros usuarios / lectores de la importancia de un tema y defender la integridad del periodismo, lo practique quien lo practique.
  17. Creer firmemente en las ideas que defendemos y exponerlas con convencimiento.
  18. Ofrecer una base de antecedentes para ayudar a los lectores / usuarios a que comprendan un tema sobre el que hemos informado más veces.
  19. Explicar a la gente cómo puede actuar en relación con la información que le ofrecemos, en el caso de que sea útil.
  20. Aclarar a los lectores / usuarios quiénes están detrás de las cosas que suceden y hacer notar que algunos medios no actúan de esta forma.
  21. Explicar con claridad y honestidad los riesgos de los que puedan hablar los temasque tratamos.
  22. No publicar piezas de opinión de políticos o ejecutivos de empresa. Para eso pueden usar sus propios blogs.

Vía 233grados.

Cita postuaria: «Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala». (Albert Camus, 1913-1960)

La foto que nunca debió revelarse (II)

Leo en La Huella Digital que la familia de Daniel Jimeno Romero ha emitido un comunicado a través de EFE rogando que dejen de emitirse las imágenes de la cogida. A ver si lo vamos pillando, carajo.

Euros por palabras

La Huella Digital recoge un artículo, como mínimo, de intensa digestión con la firma de nada menos que Arturo Pérez-Reverte en XLSemanal. Trata de la situación actual del periodismo patrio o apátrida, según se mire, y su vinculación con los tentáculos empresariales. Pasen y lean. Y opinen, por supuesto.

Eché los dientes profesionales al principio de los setenta, dando tumbos entre lugares revueltos y un periódico de los de antes; cuando no existían gabinetes de comunicación, correo electrónico ni ruedas de prensa sin preguntas. En aquel periódico, los reporteros buscaban noticias como lobos hambrientos, y se rompían los cuernos por firmar en primera página. Se llamaba Pueblo, era el más leído de España, y en él se daba la mayor concentración imaginable de golfos, burlangas, caimanes y buscavidas por metro cuadrado. Era una pintoresca peña de tipos resabiados, sin escrúpulos, capaces de matar a su madre o prostituir a su hermana por una exclusiva, sin que les temblara el pulso. Y que a pesar de eso –o tal vez por eso– eran los mejores periodistas del mundo.
Nunca aprendí tanto, ni me reí tanto, como en aquel garito de la calle Huertas de Madrid, que incluía todos los bares en quinientos metros a la redonda. Algo que no olvidé nunca es que los periodistas –los buenos reporteros, sobre todo– corren juntos la carrera, ayudándose entre sí, y sólo se fastidian unos a otros en el esprint. Ahí, a la hora de hacerse con la noticia y enviarla antes que nadie, la norma era –supongo que todavía lo es– no darle cuartel ni a tu padre. Eso no excluía el buen rollo, ni echar una mano a los colegas. Los directores y propietarios de radios y periódicos tenían sus ajustes de cuentas entre ellos, pero a la infantería esa murga empresarial se la traía bastante floja. Hasta con los del ultrafacha diario El Alcázar nos llevábamos bien, y cuando estábamos aburridos en la redacción y telefoneábamos diciendo «¿El Alcázar? Somos los rojos. Si no os rendís, fusilamos a vuestro hijo», reconocían nuestra voz y se limitaban a llamarnos hijos de la gran puta.

Eran otros tiempos. Y nosotros, a tono con ellos, éramos cazadores de noticias de primera página, conscientes de que la vida nos había llevado a Pueblo como podía habernos llevado a La Vanguardia, Ya, Arriba, Diario 16 o –ignoro si había uno– el Eco de Calahorra. Sabíamos incluso que un día u otro, por azares de la vida, podíamos ir a parar a cualquiera de ellos. Cada cual tenía sus ideas particulares, por supuesto; pero estamos hablando de periodismo. De pan de cada día y de reglas básicas. Éstas incluían aportar hechos y no opiniones, no respetar en el fondo nada ni a nadie, y ser sobornables sólo con información exclusiva, mujeres guapas –o el equivalente para reporteras intrépidas– y gloriosas firmas en primera. En el peor de los casos, los jefes compraban tu trabajo, no tu alma. Ser periodista no era una cruzada ideológica, sino un oficio bronco y apasionante. Como habría dicho Graham Greene, Dios y la militancia política sólo existían para los editorialistas, los columnistas y los jefes de la sección de Nacional. A ellos dejábamos, con mucho gusto, la parte sublime del negocio.
El resto éramos mercenarios eficaces y peligrosos. Con tales antecedentes, comprenderán que ahora, a veces, largue la pota. Es tan perversa la política actual que la frontera entre información y opinión, alterada en las últimas décadas por un compadreo poco escrupuloso con los partidos y la gentuza que en ellos medra, se ha ido al carajo. Contagiados del putiferio nacional, algunos periodistas de infantería se curran hoy el estatus sin remilgos. Tal como está el patio, según el medio que les da de comer, se ven obligados a tomar partido, de buen grado o por fuerza, alineándose con la opción política o empresarial oportuna. Antes podían manipularte un titular o un texto; pero al menos lo defendías como gato panza arriba, ciscándote en los muertos del redactor jefe, que además era amigo tuyo. Un buen periodista podía pasar sin despeinarse de Arriba a Informaciones, o al revés. Lo redimía el higiénico cinismo profesional. Ahora, el salario del miedo incluye succionar ciruelos con siglas e insultar a los colegas como si la independencia personal fuera incompatible con el oficio. Secundar a la empresa hasta en sus guerras y disparates. Así, redactores culturales que antes sólo hablaban de libros o teatro escriben también columnas de opinión donde atacan a este partido o defienden a aquél; y hasta el becario que trajina noticias locales debe meter guiños en contra o a favor, demostrando además que se lo cree de verdad, si quiere seguir empleado. El otro día me quedé patedefuá cuando, en el programa del tiempo de una televisión privada, su presentador –meteorólogo o algo así– introdujo un chiste político a favor de la empresa donde curra. También resulta educativo comprobar que dos o tres columnistas de un prestigioso diario afecto al actual Gobierno, hasta ayer mismo dispuestos a tragárselo todo, han bajado unánimes, como un solo hombre y una sola mujer, el incienso a un punto más tibio, adoptando cautas distancias desde que la página editorial de su periódico empezó a incluir críticas hacia el presidente Zapatero. Obligaciones de empresa aparte, los hay también que nunca pierden ningún tren, porque corren delante de la locomotora.

Cita postuaria: «La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo«.(José María Vargas Vila, 1840-1933)

Las cosas claras

Leo en el interesante libro de David Randall «El periodista universal» una reflexión curiosa que llama mi atención. El periodista británico sugiere que todos los periódicos deberían incluir en cada una de sus ediciones la siguiente nota aclaratoria:

«Este diario, y los centenares de miles de palabras que contiene, han sido producidos en aproximadamente 15 horas por un grupo de seres humanos falibles, que desde sus despachos atestados tratan de averiguar qué ha ocurrido en el mundo recurriendo a personas que a veces son remisas a contárselo y, otras veces, decididamente contrarias a hacerlo.
Su contenido está condicionado por una serie de valoraciones subjetivas realizadas por los periodistas y los jefes de redacción, influidos por su conocimiento de los prejuicios del director y los propietarios. Algunas noticias aparecen sin el contexto esencial, ya que éste les restaría dramatismo o coherencia, y parte del lenguaje empleado se ha escogido deliberadamente por su impacto emocional y no por su precisión. Algunos reportajes se han publicado con el único objetivo de atraer a determinados anunciantes».

¡Acabáramos! Ahora creo entenderlo todo…

Cita postuaria: «No puedo darles la fórmula de éxito, pero sí la del fracaso, que es intentar contentar a todo el mundo». (Herbert Bayard Swope, editor norteamericano)

Hache se escribe con Hache, el 55 mejor blog de Baleares

Aquí va una de autobombo y platillo. Hace algo más de medio año que Hache se escribe con Hache daba sus primeros pasos y hay que ver como hemos cambiado. La fortuna y los elementos -entre vosotros hay unos cuantos de cuidado- han querido que esta humilde morada se haya situado en la posición número 55 del ranking de blogs de Baleares de Alianzo, una de las listas más prestigiosas de la red. Teniendo en cuenta que a finales de 2008 esta bitácora se encontraba en el puesto 189 de dicha clasificación, podemos asegurar que el estado de salud del enfermo evoluciona favorablemente. Y la culpa de todo ello es vuestra.

Muchas gracias a todo@s.

Cita postuaria: «El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene». (Ralph Waldo Emerson, 1803-1882)

Más allá de la televisión

Vamos a cerrar este fin de semana de febrero con algunas de mis sugerencias para que ocupéis vuestro tiempo, si os da la gana por supuesto. Visto el recital escabroso que en los últimos días nos ha ofrecido la pequeña pantalla y una parte de la prensa escrita, os voy a echar un cable por si decidís cambiar algunos hábitos de ocio.

Mis tres propuestas son:

  • Engánchate a «Mad Men«, la serie yankee que ha roto todos los moldes en los últimos años. A los que os interese o tengáis curiosidad por el mundo de la publicidad, el marketing o la comunicación disfrutaréis tela marinera. A los que ni os vaya ni os venga este mundillo, también os interesará conocer como los que están al otro lado tratan de influirnos en nuestros gustos y hábitos de consumo, y de qué manera lo consiguen. Recordad que no es malo irse a la cama sabiendo algo más. Incluso, aunque después no podamos cobrarlo.
  • Como banda sonora para la lectura anterior, os propongo el último trabajo de Antony and the Johnsons, «The crying light«. Pura magia, querido Tamariz.

Cita postuaria: «La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.» (Francis Bacon)

50 años de tele en Barcelona

Gracias a nuestra buena amiga catalana, y periodista, Esther Molas, nos hacemos eco del «50 aniversario de la llegada de la señal de televisión a TVE Cataluña«. El pasado 15 de febrero se celebraba esta efeméride, medio siglo después de que se iniciaran las emisiones en Barcelona con la retransmisión del partido de fútbol Real Madrid – FC Barcelona. Curiosamente (ojo amig@s: poniéndolo en cursiva evito cambiarlo por otro adverbio menos ambiguo) hacía ya tres años que TVE había comenzado su andadura en el territorio español.

Para que entendamos algo más de lo que supuso aquello, a continuación os dejo un breve artículo que Esther nos ha preparado.

TVE Catalunya celebró este fin de semana los 50 años
de la llegada de la señal de televisión a Barcelona

Comentarios como “Ahora no podríamos vivir sin la televisión” o “¿Viste anoche el partido por la tele?” son normales en nuestra sociedad occidental que vive inmersa en la era de la tecnología. Y la tele ya es una miembr@ más de la familia, de la apagada analógica a la realidad digital, del blanco y negro al color, de lo local a lo global. Pero, ¿por qué hablo de la tele? Pues porque este fin de semana se celebrará el 50º aniversario de la inauguración de las emisiones de televisión en Cataluña. Y se hizo el 15 de febrero de 1959 con la retransmisión del partido de fútbol Real Madrid – F.C. Barcelona. El fútbol es el fútbol. Presente hasta en la sopa.


Hacía tres años que la señal de televisión había llegado a España. Los servicios técnicos de TVE trabajaron y en menos de un año establecieron la instalación de las antenas de enlace que permitieron la conexión de la señal hertziana de Madrid a Barcelona. Eran siete estaciones de enlace y 550 quilómetros de distancia. ¡Hoy en día hasta puedes ver la tv por internet! Algún día tendremos que hacer un gran homenaje a los ingenieros de telecomunicaciones.

No hace falta recordar que ante tal histórico evento, los barceloneses agotaron los receptores de las tiendas, hecho que generó la aparición de un mercado negro de televisores. Se calcula que se vendieron más de 20.000 aparatos a un precio aproximado de 6.000 pesetas.

En el espacio “L’Informatiu” de TVE Catalunya del 14 de febrero, a las 14 horas, y en la edición de las tres de la tarde del “Telediario” del 15 de febrero se emitieron unas imágenes para recordar este momento histórico de la llegada de la tele en Cataluña.

Ah, y el Barça perdió por un gol a cero. Eran otros tiempos.

Seguro que algun@ de vosotr@s habrá deducido qué camiseta defiende la buena de Esther. Bromas a parte, para haceros una idea de el nivel de desarrollo de nuestra sociedad por aquel entonces os acompaño la información con algunas de las cosas que sucedieron tal día como ese de 1959 en el resto del mundo:

El dirigente cubano Fidel Castro ha sido nombrado esta mañana jefe del gobierno de su país, lo cual se ha interpretado como su primer paso hacia la presidencia«.

Nacía Alistair Campbell, cantante de la formación UB40.

Antonio Segni fue nombrado primer ministro de Italia.

El Times anunciaba: “Hallazgos en el Ártico Apoyan la Teoría de Temperaturas Globales en Ascenso»,

El caminar o tropezar de la prensa

Estimulado por la lectura del recomendable blog de Iván Pino, me he visto en la necesidad de sumarme a una reflexión que hace tiempo que me ronda por la azotea. Pino, tras la pregunta ¿Qué será de la prensa?, expone un análisis sencillo pero directo de la situación actual de la profesión desde el interior de sus tripas. Resulta curioso que el diagnóstico que realiza todo un profesional de la comunicación como él, coincida con la visión de muchos otros mortales que sin más información que la que reciben directamente de los medios, logran deducir sin apenas esfuerzos la misma composición de fuerzas que nos mueve o, todo lo contrario, nos retiene. Es decir, consiguen identificar ipso facto los hilos que unen las diferentes informaciones y los medios de los que proceden, con los diferentes lobbys y grupos de poder que dirigen nuestros designios.

El debate se respira en la atmósfera y tal vez podamos sacarle algo de provecho. Hacia dónde debe evolucionar la prensa o si debe recuperar algunos valores de antaño que la convirtieron en el estandarte de una libertad que hoy disfrutamos -o así debería de ser-, son algunas de las cuestiones. Ahora toca mojarse.

Para desdramatizar, acto seguido os propongo un caso práctico que nos permitirá conocer aún mejor una de las bastardas derivaciones que padece hoy el periodismo, siempre desde un prisma cómico para quitarle hierro al asunto. El siguiente vídeo es cortesía de nuestros amigos de Sé lo que hicisteis de La Sexta.

Cita postuaria: «Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala». (Albert Camus, 1913-1960)