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Revitaliza cuerpo y mente

Hace semanas a través del Facebook un amigo me daba a conocer un video muy interesante para levantar la moral de la tropa en los tiempos que corren -o caminan, según el barrio-. Hace referencia al discurso que Steve Jobs, fundador y CEO de Apple (casiná palcuerpo, Omaita), ofreció a los alumnos de la Universidad de Stanford con motivo de los actos que conmemoraban la apertura del curso académico de 2005. En apenas 14 minutos, Jobs repasa su biografía abordando aquellos aspectos personales y profesionales de su vida que le sirvieron para moldear su personalidad y llegar hasta donde lo ha hecho, ahí es nada. Rescato su afán de superación, su pasión por su trabajo y sus ganas de vivir intensamente cada día de su vida. Cada uno sacaremos nuestras conclusiones, pero es impepinable que algunas de las reflexiones que vierte el genio de la manzana en este discurso, podrían hacernos las veces de GPS con el que evitar que nos desviemos en exceso del camino que cada uno de nostros hemos decidido recorrer, fieles a esas hojas de ruta que nos vamos marcando a nuestro antojo (Bueno, y al del euribor, el ipc, el paro, la leche o los huevos… No podemos olvidarnos nunca de los huevos; siempre habrá alguien con incontinencia táctil dispuesto a cortarnos la mayonesa).

Espero vuestras opiniones (ya sabéis, pincháis allí donde dice «Comentarios» al final del post y listo, como las sopinstant).

Cita postuaria: «Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario.» (Steve Jobs, discurso de graduación de Stanford, 2005)

Nunca hay edad para ser niño… o sí

-¡Hola!
-Hola.
-¿Qué haces?
-Aquí. ¿Y tú?
Quieo vel.lo!
-Sííí. ¡Quieo vel.lo!
-¿Y la escoleta?
-Sííí. ¡Pam pam colete!
-¿Qué has comit?
-Pastelitos y…
-Jesusito y Tomasín son tus amigos, ¿eh?
-Sííí.
-Eres un cachondo…
-Sííí. Eres un cachondo…
-(Risas)
-Voy vestido de cachuli.
¿Cómo? (carcajadas)
-Los pantalones por aquí…
El otro interlocutor tiene que dejar el teléfono superado por una risa nerviosa.
Fin de la «conversación» entre un «adulto» de 31 años y su sobrino de 3.

Al observar las pruebas más que evidentes de que el peso de la conversación estaba en manos del individuo escandalosamente más joven, los asesores de la parte contraria (kioskero, vecino del ático con solárium y demás gente de fiar) le aconsejaron que no revelara su identidad bajo ningún concepto.

Y, por supuesto, yo siempre hago caso a mis asesores.

Cita postuaria: «En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.» (Pablo Neruda)