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Atajos digitales que sortean la extorsión de intermediarios

Te podría explicar que la tecnología digital te permite, a ti que estás sentado en el sofá de tu casa, que después de que le des al intro te puedan leer en cualquier parte del planeta; o que mientras ves un partido en la tele y mencionas a un futbolista que está lesionado en uno de tus tuits, éste te responda. Te podría contar que cuando haces una fotografía de la última tormenta, un medio de comunicación la recoge en la cobertura que hace de la noticia en su edición digital. Pero nada de esto te sorprendería a estas alturas.

Sin embargo, que un tipo y su amigo emprendan una aventura empresarial equipados con sus agallas y algunos miles de euros, esquivando la usura de los intermediarios que les comisionan hasta por respirar y les vaya fenomenal, ya no es tan corriente. Hernán Casciari narra en el siguiente vídeo como logró romper todos los vínculos que le unían al mundo editorial creando, editando y distribuyendo sus propias publicaciones. Tras el éxito de su revista Orsai en 2011, ahora prosigue su aventura en compañía de sus socios/aventureros esta vez poniendo en funcionamiento su propia editorial. El papel de los suscriptores anónimos desperdigados por todo el globo, el sistema de distribución o cómo se enteró de que sus agentes le engañaban, son sólo algunas de las perlas de esta charla. No lo dudes, dale al play…

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Los editoriales en tela de juicio

Patxo Unzueta escribía ayer un artículo en El País analizando la naturaleza de los editoriales periodísticos y su derivación actual. Me gusta especialmente la definición que utiliza:

«Un modelo clásico de editorial sería aquel en que se dieran argumentos a favor y en contra de algo para, tras ser sopesados, conducir a una conclusión, que es la que hace suya el periódico. Es un modelo que recuerda el de las sentencias judiciales. Su eficacia depende de la limpieza y objetividad con que se presentan los argumentos contrarios a la tesis que se defiende. El puro sarcasmo, la caricatura de lo que se pretende refutar, suele ser señal de debilidad argumentativa».

Unzueta acaba el artículo recordando, en boca de Camus, algunas de las principales dolencias que acechan al periodismo:

«[…] el sometimiento al poder, la obsesión por agradar a cualquier precio, la mutilación de la verdad con un pretexto comercial o ideológico, el halago a los peores instintos, el gancho sensacionalista, la vulgaridad tipográfica. Que resumía como «desprecio a los interlocutores».

Aquí tenéis el artículo completo que no tiene desperdicio. [Vía 233grados]