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"Por una vida digna, sé ex periodista"

Leo en 233grados una interesante y cachonda iniciativa de unos periodistas que por ahora quieren guardar el anonimato detrás de Salvar un periodista. En ese blog pretenden recoger, desde el sentido del humor y una ácida ironía, todas aquellas situaciones cotidianas que ponen de manifiesto las lamentables condiciones laborales que rodean los entornos laborales de muchos profesionales de la información. En busca de la mayor repercusión posible, han lanzado una serie de vídeos donde supuestos ex periodistas explican sus experiencias. Como éste:

Jubilación 2.0: menos y más tarde, pero mejor

Estoy indignado. No doy crédito. Y no digo defraudado. Para que esto último ocurra debes esperar algo de la gente, y en mi caso no espero nada de los políticos. Ni de los impostores, ni de los amigos de lo ajeno. Sin embargo, me siento como fuera de siglo. Teletransportado a un pasado que no he vivido aunque se empeñen en secuestrarme con su camisa de fuerza propagandística.

Ayer me propusieron -y seguro que a ti también- alargar mi jubilación hasta los 67 sin contar conmigo. Está de moda. En Alemania ya lo hacen, en Reino Unido están en ello y no sé cuántos países más se han puesto solidarios con el tema. Conviene recordar que Haití no está entre ellos. La línea argumental es clara: la esperanza de vida ha crecido mucho y un pensionista está cobrando una media de 15 años una paga que hace tres décadas tan solo disfrutó durante cinco. Mi pregunta es la siguiente: ¿Con la pasta que ha ganado Europa en las últimas décadas, este magnífico invento de la UE no ha sido capaz de prever un fondo o sistema de reserva para garantizar el bienestar de nuestros mayores? Creo recordar, si la memoria no me falla, que muchos de los tipos que conducen el timón de la nave continental, y cómo no sus asesores, tienen formación universitaria que tengo entendido que da para avanzarse a los acontecimientos. Pero quizá me equivoque. No sería la primera vez y las urnas lo saben.

Se me ocurre una malicia. Sería posible -es un suponer- que las rentas anuales superiores a 1 milloncete de euros -poca cosa-, las empresas con beneficios por encima de los 3 milloncejos -calderilla-, e incluso algún que otro voluntario, tuvieran que depositar anualmente, y por ley -para hacerlo formalmente aunque seguro que no sería necesario-, un porcentaje de sus beneficios en un fondo social, llamémosle «geriátrico», con el que garantizar las jubilaciones de todos esos empleados que le han dado tanto a sus empresas y/o patrimonios personales. Nada, una estupidez más de las mías. Que lástima que por ellas no me paguen ni un chavo como a otros. Y generosamente bien, por cierto. En el supuesto de que lo anterior no dé con mis huesos en chirona, tal vez proponga un plan B: reducir las prejubilaciones de tipos con 52 tacos a los que les quedan más de 30 como pensionistas. Por cierto que los que las padecieron en TVE están muy agradecidos. No es lo mismo ver por en la pantalla Mira quien baila que que te hagan corresponsable de ese programa.

Para reforzar mis argumentos en esa travesía que nos conduce a tiempos en blanco y negro, os cuento otra. Mi padre, prejubilado en su día y ya jubilado mientras escribo estas líneas, me mostró lo que va a ser su pensión para 2010. Cobrará algo más de 32 euros menos que el año pasado. Esta es España. Y lo deprimente es que si miro hacia el otro lado no la imagino mejor. La ecuación es simple. El pasado ejercicio le retenían cerca de un 13% cada mes, mientras que para este año el porcentaje le ha subido a un 16. La causa: los 400 euracos que el Estado nos prestó en 2009. La forma de hacerlo, por supuesto, fue disminuir las retenciones. Pero para este año, que arranca con más parados que la audiencia de El Tiempo de Tve, parece que ya no necesitaremos ayudita. Si como dicen, el optimista es un pesimista desinformado pues a seguir viendo la botella medio llena… Hasta cuando no nos den ni un céntimo por el casco.

Para terminar, e intuyendo que no lo están haciendo por mí, les recuerdo a nuestros amigos legisladores que si les preocupa el que no vaya a saber qué hacer con mi vida a partir de los 65, no tienen nada que temer. He aprendido a entretenerme, a disfrutar de mi vida lejos de la oficina y me temo que en mi caso nadie tendrá que pronunciar la frase: «la jubilación le ha sumido en una depresión por no saber qué hacer con su tiempo libre». Aprovecho para mandarle un mensaje de calma al ministro de economía de turno: no consumiré un euro por ese motivo en atención psiquiátrica de la sanidad pública. Agradezco vuestro interés, pero os habéis equivocado de ventanilla. Sin embargo, y con esto acabo, todo mi apoyo a aquellos a los que su cuerpo les pida aumentar su edad laboral hasta los 90, si fuera necesario, picando piedra o defendiendo legalmente a los bisnietos del corrupto de turno. Así que: cada uno es cada cual o vive y deja vivir; cualquiera de los dos me vale.

Manifiesto: "En defensa de los derechos fundamentales en Internet"

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales
de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial –un organismo dependiente del Ministerio de Cultura–, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles
y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

NOTA: Este manifiesto fue redactado conjuntamente por periodistas, bloggers e internautas, en una maratoniana sesión durante la tarde-noche de ayer -por el pasado martes-. Si estás de acuerdo, difúndelo por todas las vías que puedas.

Reverte que te quiero Reverte

Nadie como él puede narrar mejor lo que sentimos muchos de nosotros cuando comprobamos cómo está el patio. Estoy viendo las noticias. Desalojan un campamento de sin papeles afganos en el norte de Francia. No tienen papeles. Ni derechos. No existen. No son votos necesarios. Pero todos tienen algo en común: hambre. De su dignidad, mejor callemos.
Para comprender este chiringuito global, o dejar de hacerlo, os propongo una lectura privilegiada. El maestro Pérez-Reverte habla en XLSemanal:
Dirán ustedes que lo de hoy es una chorrada, y que vaya tonterías elige el cabrón del Reverte para su artículo. Para llenar la página. Pero no estoy seguro de que la cosa sea intrascendente. Como decía Ovidio, o uno de esos antiguos –lo leí ayer en un Astérix–, una pequeña mordedura de víbora puede liquidar a un toro. Es como cuando, por ejemplo, ves a un fulano por la calle con una gorra de béisbol puesta del revés. Cada uno puede ir como le salga, naturalmente. Para eso hemos muerto un millón de españoles, o más. Luchando por las gorras de béisbol y por las chanclas. Pero esa certeza moral no impide que te preguntes, con íntima curiosidad, por qué el fulano lleva la gorra del revés, con la visera para atrás y la cintita de ajustarla sobre la frente. Todo eso conduce a más preguntas: si viene directamente de quitarse la careta de catcher de los Tomateros de Culiacán, si le da el sol en el cogote o si es un poquito gilipollas. Concediéndole, sin embargo, el beneficio de la duda, de ahí pasas a preguntarte si, en vista de que al pavo le molesta o no le conviene llevar la visera de la gorra hacia delante, por qué usa gorra con visera. Por qué no recurre a un casquete moruno, un fez turco o a una boina con rabito. Luego terminas pensando que es raro que los fabricantes de gorras no hayan pensado en hacer una gorra sin visera, para fulanos como el que acabas de ver; y de eso deduces, malpensado como eres, que la mafia internacional de los fabricantes de gorras de béisbol pone visera a todos los modelos para cobrar más caro y explotar al cliente, y luego lo disimulan regalándole gorras a Leonardo DiCaprio para que se las ponga del revés cuando saca en moto a su novia en el Diez Minutos. Eso te lleva inevitablemente a pensar en la crisis de Occidente y el aborregamiento de las masas, hasta que acabas echando espumarajos por la boca y decides apuntarte en Al Quaida y masacrar infieles, mientras concluyes que el mundo es una mierda pinchada en un palo, que odias a la Humanidad –Monica Bellucci aparte– y que la culpa de todo la tiene el Pesoe.
Llegados a este punto del artículo, ustedes se preguntan qué habrá fumado el Reverte esta mañana; concluyendo que, sea lo que sea, le sientan fatal ciertas mezclas. Pero yerran. Estoy sobrio y con un café; y todo esto, digresión sobre gorras incluida, viene al hilo del asunto: lo de que no hay enemigo pequeño, y que si parva licet componere magna, que dijo otro romano finolis de aquéllos. Pequeños detalles sin importancia aparente pueden llevar a cuestiones de más chicha, y parvos indicios pueden poner de manifiesto realidades más vastas y complejas. Vean si no –a eso iba con lo de las jodías gorras– el anuncio publicitario que hace unos días escuché en la radio. Un anuncio de esos que definen no sólo al fabricante, sino al consumidor. Y sobre todo, el país donde vive el consumidor. Usted mismo, o sea. Yo.
Buenos días, don Nicolás –cito de memoria, claro–, dice la secretaria a su jefe. ¿Le apetece un cortadito? Claro que sí, responde el mentado. Es usted muy amable, Mari Pili. Ahora mismo se lo preparo, dice ella, pizpireta y dispuesta. Pero ojo, la previene el jefe. Recuerde que yo el café lo tomo siempre de la marca Cofiflux Barriguitas. Por supuesto, don Nicolás, responde la secre. Conozco sus dificultades para ir al baño, como las conoce toda la empresa. Ahora yo también bebo el café de esa marca, igual que lo hacen ya todos mis compañeros. Tomamos Cofiflux Barriguitas, y nos va de maravilla. Etcétera.
Juro por Hazañas Bélicas que el anuncio es real. Quien escuche la radio, lo conocerá como yo. Lo estremecedor del asunto es la naturalidad con que se plantea la situación; el argumento de normalidad a la hora de controlar si el jefe va apretado o flojo de esfínter. Interpretarlo como nota de humor publicitario deliberado –lo que tampoco es evidente– no cambia las cosas. Con humor o en serio, el compadreo intestinal es de pésimo gusto. Delata, una vez más, las maneras bajunas de una España tan chabacana y directa como nuestra vida misma –«Yo es que soy muy espontáneo y directo», te dicen algunos capullos–; convertida, cada vez más, en caricatura de sí misma. En pasmo de Europa. Y ahora pónganse la mano en el corazón, mírense a los ojos y consideren si, en un país donde, tras emitir en la radio un anuncio con semejante finura conceptual, se espera que la gente normal compre entusiasmada el producto –y no me cabe duda de que lo compran–, sus ciudadanos pueden ir por el mundo con la cabeza alta. En cualquier caso, díganme si una sociedad capaz de dar por supuesto, como lo más corriente, que todo el personal de una empresa, desde la secretaria hasta el conserje, conoce, airea y comparte las dificultades intestinales de su director, presidente, monarca o puta que los parió –nos parió– a todos, no merece, además de café Cofiflux Barriguitas, o como diablos se llame, un intenso tratamiento con napalm.