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Del papel a la pantalla

Os propongo dos reportajes muy interesantes sobre los cambios que está experimentando la prensa tradicional en pro de las nuevas tecnologías y más concretamente de los medios digitales. El primer vídeo, titulado «I tu quin diari compres» (¿Y tú que periódico compras?) que pertenece al fantástico programa de reportajes «30 minuts» de TV3, gira en torno a la crisis actual de los medios de comunicación tradicionales y el impacto de la era digital en la generación y distribución de contenidos periodísticos.

[Vía TV3.cat]

El segundo vídeo aborda el tema desde la perspectiva del cambio de los hábitos de consumo de la sociedad y en especial de los nativos digitales.

‘Bienvenidos al mundo’ en Pocomás Magazine

Los amigos de PocoMás Magazine siguen requiriendo mis servicios con puntual mensualidad, cosa poco común en esta selva en la que la impuntialidad y un impostor «te digo cosas» marcan el territorio. Esta vez les he reservado el remake de Bienvenidos al mundo, que semanas atrás adelanté en ésta vuestra casa. Que disfruten… y si después les queda tiempo, lean.

Bienvenidos al Mundo

Vivimos en un mundo de mierda que me encanta. Vas por la calle, pones la radio o te tocas las webs y la gente no habla de otra cosa. Ronaldo o la Esteban nos tienen en vilo. Mientras tanto, cada día nuestra sociedad vomita más millones de parados que chorizos habitan en Wall Street, y aquí paz y después gloria. Me pregunto como tanto hijo de puta ha podido reventarnos la fiesta de esta manera. A ver si lo entiendo: resulta que unos tipos que se inventaron un producto financiero huérfano en contenido, llamémosle boniato, se han forrado a nuestra costa sin ni siquiera lubricarse con vaselina, mientras conseguían explosionar nuestro sistema laboral hasta el punto de crear una raza paralela en la evolución humana: el paradus homopringadus.

A todo esto, algunos fenómenos de las altas esferas con titulación CCC (Cómo Cagarla Constantemente) se creen que los no-ricos somos gilipollas -disculpa si te he ofendido pero no me refería a ti- y nos hemos creído a pies juntillas la canallada de la gripe A, también conocida como «Analfabeta» por el origen de su población diana. Un día se levantó un imbécil VIP occidental y dijo: «Pacote, mi vecina del 6º, que murió ayer a los 89 años a causa de un trancazo, me ha dado una idea cojonuda. ¿Qué te parece si propagamos el rumor de que una gripe nueva con una fuerza del copón va a acabar con la humanidad, y parte de España, y así nos quitamos la crisis, el paro y la madre del topo de encima?» Dicho y hecho. Un gilipollas contacta con otro, éste reúne a diez más y tras muchas dietas pagadas por el erario público y la banca retranca, tenemos un producto enlatado con más trampas que una sesión de trileros de la Playa de Palma, listo para el consumo de la prole. A poder ser, cada ocho horas hasta que el paciente quede anestesiado.
Te preguntarás (reconozco la osadía de esta afirmación) por qué salgo ahora con estas monsergas. Pues bien, tengo previsto lanzar un proyecto muy ilusionante al planeta en los próximos meses -que conste que no me llamo Florentino- y necesitaba frenar la carrera y enfocar el objetivo. Conviene programar bien la cosa -me he dicho- no vaya a ser que me echen en cara la jugada el resto de mi vida. Un placer aburrirles.

Cuando vamos a estar a la altura de nuestros trabajadores

El bueno de BlackJack hacía una reflexión a propósito de las circunstancias laborales tan difíciles por las que están atravesando muchos de los nuestros actualmente. Conseguir no desesperarse quizá sea el objetivo, pero sin duda que no resulta tarea fácil. Precisamente de esa realidad, y en concreto de la de aquellos que han superado la cuarentena trata el último post de Cosas Que Pasan:

«…Ya durante el mes de Mayo, me encontraba en un poquito de bajón. De hecho, el día 8 el blog cumplió dos años (y el 14 yo cumplí los 45) y ni siquiera tuve ganas de escribir aunque fuera una nota. La verdad es que sigo sin tener demasiado claro si vale la pena seguir escribiendo esta bitácora. No lusers, no news.

Una cosa que si tengo clara, es la absoluta invisibilidad del parado a partir de los 40 años. He presentado currículos a todo lo que pudiera parecerse a un trabajo y ni por esas. Unas veces porque “no reunes exactamente el perfil solicitado” (es decir, que a menos que te traigas la cartera de clientes que tenías, lo tienes claro) y otras “porque tu CV supera con creces lo necesario para cubrir el puesto ofertado” (o sea, buscamos a alguien que apenas sepa leer y escribir y al que le podamos pagar el sueldo mínimo y haga horas extras sin cobrar y a final de mes ponga el culo si nos apetece).

Me he encontrado incluso con gente que en cuanto llega a la línea del CV donde aparece tu fecha de nacimiento, lo aparta y te suelta lo de “ya le llamaremos”, lo cual no deja de ser un elegante eufemismo para decirte “si esperas que te llamemos, lo llevas claro”…»

Cita postuaria: «La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho». (Jonas Edward Salk, 1914-1995)

Estamos rodeados

Y por todas partes. Es como si hubiera un casting permanente para notas e imbéciles y las colas llegaran hasta el Monasterio de Lourdes. Todos sabemos que uno de los sectores más devastados por la crisis es el del automóvil. Resulta que al igual que otros gobiernos internacionales, el de esta España de alquiler por regiones, autonomías o países (según PIB per cápita) ha decidido hacer algo. Si contemplamos el panorama nos podemos dar con un canto en los dientes, aunque exijo que conste en acta que ni quiero ni pretendo defender a nadie. Me basta y con creces con aguantar el tirón y me importa un anca y parte de la otra si futano o mengano son conservadores o progresan adecuadamente. Pues bien, prepara tus tímpanos para lo que vas a leer (y me quedo tan ancho). Sintonizo una emisora de radio -no diremos cuál para no desprestigiarla con un oyente como yo- y escucho a una persona que representa a nosequé asociación, criticar con dureza la medida pro rescate del automóvil. El cernícalo en cuestión decía que «este plan choca frontalmente con las políticas de desarrollo de los medios de transportes públicos de los últimos años, para reducir la utilización del automóvil particular y las emisiones de CO2«.
Hay que ser burro salvaje para decir soberana gilipollez. Si no te parece bien la medida, cojonudo, adelante con tu disconformidad. Pero, como mínimo, lo que debes hacer es proponer alguna alternativa, gañán. Resulta que este purista de la preservación del medio ambiente no ha tenido en cuenta las miles y miles de familias que viven directa e indirectamente de la fabricación y mantenimiento de vehículos a motor. Si pretende proponer un debate profundo, que lo haga sin necesidad de recordarnos tan elocuentemente que venimos del simio. Por supuesto que el chollo que han tenido o tienen algunos con la dependencia del transporte privado de los combustibles fósiles es censurable y hasta punible. Qué a estas alturas de la película podríamos haber reemplazado la contaminación del petróleo por gasóleo a base de piel de legumbre; seguro. Pero llevar el escenario de una medida a la desesperada para salvar el culo y el mendrugo de pan a muchas familias, a si en las ciudades se debe o no utilizar el vehículo particular es de mentecatos. Pido encarecidamente que con la que está cayendo se incorporen sistemas de control de imbecilidades. La figura de un moderador en cada medio no estaría nada mal. Tendría potestad para interrumpir cualquier intervención de alguien mandándolo a la puta calle sin derecho a réplica. Nunca mais, cap de fava amb orelles, que esto no es el Club de la Comedia. Ya espero ansioso a ver quién será el primer perjudicado que denunciará la futura informatización de las escuelas españolas, aludiendo a un supuesto fomento del mercado negro de portátiles a precio de ganga.

Un ser civilizado anda suelto en la ciudad

Este sábado me pasó un hecho insólito. O casi. Me encontraba efectuando unas compras en un puesto callejero de muy buena reputación (las semillas que allí había sólo tenían fines decorativos y aromáticos) y justo cuando me disponía a saldar mi deuda, un extraño me sujetó suavemente del brazo. Lo primero que pensé en ese momento, mientras mi cara esbozaba una impostora sonrisa cortés como mecanismo automático con el que ponerme en guardia, es que estaba ante el principio de un conflicto sin saber muy bien por qué. Como no reconocía al sujeto, interpreté su maniobra como un claro signo de hostilidad. Menos mal que mi instinto asesino se encontraba de baja por estrés y contuve mi lengua, ansiosa por deletrear un «¡qué te pasa!» muy poco apropiado. Hasta para mí. Sin tiempo para concentrarme en tal propósito, el individuo alargó su brazo y se puso a señalar con su dedo índice en dirección a mis pies. «Ese billete de 20 euros se te acaba de caer», dijo literalmente. Y allí estaba ese dinero entre mis pezuñas.

El tipo, que debía rozar los cuarenta San Fermines y vestía de sport (seguro que encontraremos a alguien a quien le interese este dato) se dio la media vuelta y comenzó a caminar con la serenidad del que acaba de cumplir con una de las tareas, que un día sus padres le pusieron de por vida. Antes de que se alejara le dí las gracias, al tiempo que brotaba incontrolable de mi garganta la siguiente expresión: «Ya no quedan personas así». La dependienta del negocio, al oír mi sentencia más casposa que responsable, soltó un «ya lo puedes decir porque como están las cosas, 20 euros son 20 euros». Y lo vi claro. Debía insistir en mi agradecimiento y así lo hice. Miré en la dirección en la que había tomado distancia y lo encontré sentado en su vehículo con la ventanilla bajada, a punto de iniciar la marcha. Levanté mi brazo y le grité «muchas gracias» a lo que respondió sobriamente «de nada», sin sonrisas gratuitas y deseando poner fin a más reconocimientos.

Con el pifostio social y económico que tenemos montado últimamente por aquí en el primer mundo -en los otros ya hace tiempo que esto no es noticia-, que un pavo que no conoces de nada (probablemente a algunos os vendrá a la mente alguna de vuestras ex parejas) tenga este gesto de civismo, me deja esperanzado. Lástima que yo no haya estado a la altura de los acontecimientos para rematar la faena llevándome las dos orejas y el rabo -en este último punto soy más conformista-. En un mundo tan económico y financiero como el nuestro (he obviado «depresivo» porque se presupone que es así) haberle compensado con una comisión del 10% del botín recuperado hubiera sido más que apropiado, teniendo en cuenta las leyes del mercado vigentes (ya sabéis: oferta, demanda o «¡mira un tordo!, mientras te birlo el fajo gordo»). Siguiendo sus designios, me vi beneficiado por los eficaces servicios de un ciudadano profesional al que su buen hacer no le reportó rédito alguno. Para dar carpetazo al asunto me amparé en que quizá la recompensa personal del deber bien hecho haya colmado sus aspiraciones. Con esta fenomenal excusa de andar por casa aquí lo dejo.

Trabajadores y apaleados

Tal fecha como hoy conmemoramos cada año el Día Internacional de los Trabajadores. Manda huevos de corral que con cerca del 18% de la población activa en el paro -y lo que te rondaré morena- tengamos que leer noticias tan miserables como la que recoge La Huella Digital:

Escribe Rubén Santamarta: «Cerrado el primer trimestre de un
año clave para la banca española, las seis mayores entidades financieras
españolas han finalizado con unas ganancias cercanas a los 4.700 millones de
euros. O, lo que es lo mismo, un beneficio diario que supera ligeramente los 52
millones de euros en plena crisis internacional. Es, en una jornada, poco menos
que el presupuesto anual de Ferrol»… [Sigue en La Voz de
Galicia
]

Suscribo las palabras de Nacho de la Fuente: hay que joderse.

Cita postuaria: «Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad». John Kenneth Galbraith, 1908-2006)

¿Y si cambiáramos el color de los ‘bin laden’?

No os lo vais a creer pero acabo de asistir a una clase magistral de investigación financiera. El único alumno, un servidor. El docente, mi barbero. Sí, oíste bien: barbero; el de toda la vida. La verdad que es un lujo volver a disfrutar en exclusiva de las lecciones de todo un analista anónimo de nuestra política y economía. Me dice que está convencido de poder encontrar de una tacada todo ese dinero excedente que circula tangencialmente a los circuitos habituales -conocido como B– que nadie dice tener, mientras asegura que sí conoce a alguien que lo tiene. Como dijo en su día Jesús de Nazaret: «Qué tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha«, aunque me temo que en otro contexto, todo sea dicho.

Retomando el tema. Mi barbero tiene la llave para atrapar a mangantes, corruptos y demás especies comunes de nuestra selva de asfalto: «cambiar el color de los bin laden, mañana mismo» asegura. Cuando vio mi cara de asombro, matizó enseguida: «Alguien lo ha dicho en la radio y pienso que sería lo suyo. Pues no correría el personal para alquilar amigos que le hicieran el cambio a comisión, claro está», añadió. Mientras escribía estas líneas navegué por la red buscando alguna pista. Parece ser que se trata de una propuesta que ha hecho pública Cayo Lara, el coordinador general de Izquierda Unida. Se marca una fecha límite para canjear en los bancos esos billetes de 500 euros que nadie dice haber visto pero que todos sabemos que existen, y después de ahí si te he visto no me acuerdo. El carril bici no bastaría para acoger las kilométricas colas que se formarían…

Aprovechando la referencia religiosa aquí os dejo una pieza celestial.

Cita postuaria: «Cuánto más aprieten las cuerdas más se descontrolará la carga cuando aquellas revienten» (H.Romero, si nadie reclama antes los derechos de autor)

Empleo a golpe de clic

Como bien sabéis, no cejo en mi empeño por darle una utilidad a esta bitácora y en esas estamos. Cayó en mis manos una información que tal vez pueda resultar interesante, referida a cómo utilizar internet para encontrar trabajo. Se trata del Blog de Tamara Vázquez Empleo 3.0 donde encontraréis información actualizada semanalmente sobre cómo aprovechar los diferentes recursos que ofrece la red (blogs, redes sociales, etc.) orientándonos hacia la búsqueda de trabajo o hacia la consecución de un empleo que colme nuestras aspiraciones o parte de ellas.

Para profundizar en la materia podéis consultar también los blogs Hablemos de talento y MonReal.

Cita postuaria: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida». (Confucio, 551-478 AC)

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…

Hoy he visto la luz. Y no me refiero a la de una linterna indicándome que pare en el arcén, tan familiar para más de un@. Después de esta tarde lo he tenido claro. Esto se va al garete. Y lo digo con conocimiento de causa, asumiendo el riesgo de llevarle la contraria al mismísimo presidente del Banco Central Europeo, Trichet que dice que «el momento de la recuperación está cerca». Digo yo que o no se ha parado «mucho» tiempo -por aquí utilizamos más «poco»- a observar a su alrededor, o bien habrá tenido más suerte que el del bar de abajo y no le habrán interceptado aquel ansiado paquete que venía de Colombia. Mientras, Joaquín Almunia anunciaba que «las previsiones del BCE son bastante preocupantes». Ahí es nada. Como ir de Bruselas a Burkina Faso en un pispás.

He tenido el privilegio de asistir en directo y en exclusiva para quien os atormenta, al discurso de mi peluquero. Sí, habéis leído bien, mi barbero. Cómo no me voy a fiar de un tipo que tiene mi vida en sus manos una vez al mes, desde hace casi veinte años. Ni a tu propi@ herman@ dejarías acercarse a menos de un centímetro de tu cara con una navaja del far west. Lo tiene muy claro. Ayer estuvo viendo una tertulia política nocturna (probablemente ésta) y confirmaron lo que él ya sabía. «Esto se va al carajo. El Gobierno había tomado unas medidas para el primer trimestre del año y ¿tú has visto algo? Porque yo no he notado nada», decía convencido hasta la médula. «No me extrañaría que se carguen a Zapatero. Le van a obligar a dimitir y adelantar las elecciones», concluía mientras agitaba levemente su cabeza a derecha e izquierda. Mi peluquero dixit. Y yo le creo a pies juntillas.

Cita postuaria: «No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio«. (Groucho Marx, 1890-1977)

Por fín entenderemos el Euribor

Cuántas veces os habéis preguntado que narices es el Euribor, y más concretamente, quién es el valiente gañán responsable de sus constantes subidas (la última de ellas ayer). Pues bien ha llegado el momento de… desahogarse, por lo menos. Por cortesía de nuestro amigos de Muchachada Nuí, hemos logrado avanzar un poquito si cabe (y si no cabe con un poquito de 3-en-uno lo arreglamos) en nuestros conocimientos sobre tan recurrente palabro.

Dadle al play.

Cita postuaria: «Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren».(Jean-Paul Sartre)

Rescue me

Hace unos días vino a verme alguien a mi trabajo. Un compañero me alertó de que me estaba buscando un tal Walter (nombre ficticio) que, según decía, aseguraba conocerme. Le cité para unos minutos más tarde, justo después de cumplir con unos asuntos profesionales ineludibles. Antes de finalizar mis obligaciones ví pasar a un tipo desconocido pero familiar a la vez. Conseguí recordar quién era poco después. Varios años atrás se me presentó en la oficina. Era un tipo de mi quinta, de origen sudamericano y empeñado en buscarse un hueco en nuestra jungla profesional. Me dijo que era «un apasionado del deporte» y que estaba convencido de que «podía aprender rápido y hacer carrera en la formación de los más jóvenes». Se expresaba con enorme educación, a veces excesiva, y siempre finalizaba sus frases con una sonrisa en los labios. Después de aquella primera toma de contacto le perdí la pista.

Ahora, años más tarde, su aspecto apenas ha variado. Su comportamiento sigue siendo exquisito. Venía a ofrecer sus servicios, esta vez con más premura. Durante todo este tiempo había trabajado de todo: mozo de almacén, camarero, repartidor, organizador de eventos… Mientras ocupaba todos aquellos puestos de trabajo su ilusión se mantuvo intacta. Aparenta ser un tipo de convicciones firmes. Aquella ilusión era el motor que le empujaba a buscar su lugar en el deporte profesional, de la misma forma que otros muchos lo intentaron con éxito antes que él. O no. Walter siempre te cede la palabra y pide perdón antes de ofender, para cobrar ventaja por si llegado el momento le traicionaran sus impulsos. «Si no es mucha molestia» o «si te parece bien» son sus encabezamientos de frase predilectos. Quedamos en vernos nuevamente para que me deje su currículum y yo pueda facilitarle un par de contactos con los que llamar a algunas puertas. Posiblemente ya no haya nadie tras esos umbrales. Muchos no abrirán a su llamada por traspaso. Razonable. Otros no lo harán por hijos de puta. Miserable. Que le escuchen es importante para la autoestima de Walter. Lástima que no sea suficiente.

Hoy, puntual como las rodillas ovales de Lewinsky muchas felaciones atrás, ha acudido a nuestra cita. Ha sido breve. Parecía no querer abusar, increiblemente discreto a pesar de su deseperada situación. Desde mi atril privilegiado, mientras nos despedíamos le he deseado mucha suerte y que no dude en buscarme si me necesita. Después me he ido a casa a comer caliente. «La vida sigue», me he dicho. «Sobre todo la mía», me he corregido después. Walter tiene ganas de buscarse la suya con dignidad. Walter hoy es Walter. Mañana yo puedo ser Walter, y pasado él puede estar en mi lugar. Porque con trabajo la suerte llega… Pero para eso siempre necesitas que alguien confíe en ti y que ningún malnacido quiera utilizarte de felpudo o sacudirte con el mismo desprecio con el que lo hace con su prepucio tras miccionar -por que estos no mean, contaminan-. Es una estupidez olvidarse de que hoy en día hay Walters a toneladas. Una cosa es pensar que vamos a salvar el culo de todos aquellos con problemas que se topen con nosotros, y otra muy diferente es escudarse en un «lo siento pero yo no puedo hacer nada; la vida es así», para escurrir el bulto antes de entonar un «tonto el último» introspectivo, pero con dos bemoles.

Se despide, Héctor… o Walter, vosotros sabréis.

Cita postuaria: «La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respetuo mutuo». (Eduardo Galeano)