May 122014
 

El Atlético de Madrid deberá jugarse el título de la Liga BBVA en la última jornada frente al FC Barcelona después del empate cosechado este domingo ante el Málaga (1-1) en la penúltima jornada, un duelo en el que el equipo rojiblanco rondó la gloria durante los últimos veinte minutos, pero acabó rendido a los reflejos de Willy Caballero.

El Vicente Calderón recibió a su equipo abarrotado y respirando aires de gloria, enfebrecido para empujar a su equipo en el último partido de la temporada en casa antes de las grandes batallas que aguardan en Barcelona y Lisboa. En un escenario de fiesta, el único obligado a verlo entre bambalinas era Diego Costa, definitivamente fuera de la lista por lesión.

Su puesto en la alineación fue para David Villa, que disfrutó de la mejor ocasión en la primera parte. Fue al cuarto de hora, cuando Raúl García ganó su enésima pelea aérea del curso y peinó para el asturiano, que le ganó el duelo a Willy Caballero. El larguero escupió el remate casi al mismo tiempo que le ocurría a Andrés Iniesta a 350 kilómetros de distancia. Cosas de la liga más igualada.

Era la primera brecha en la zaga de un Málaga ordenado y entonado que, supuestamente, solo jugaba por el honor. Samuel y Amrabat buscaban las cosquillas por las bandas, pero sus arañazos se convertían en cosquillas a la hora de filtrar el último pase ante una defensa rival sin el sancionado Godín y con Alderweireld ganando nerviosismo con el paso de los minutos.

A partir de la media hora de juego el partido de tiñó gradualmente de rojiblanco a medida que el equipo local ganaba la partida en el centro del campo y que Juanfran meneaba sin piedad a Antunes. El internacional español se cansó de horadar la banda derecha, desde donde llegaron dos grandes ocasiones antes del descanso.

Dos oportunidades consecutivas, la primera de Koke con el pie y la segunda de Raúl García con la cabeza, cada una besando un palo en su camino y cada una llenando la grada de lamentos. Sí que se cantó un gol antes del descanso, pero las buenas noticias llegaban de Balaídos. En Madrid tocaba esperar a la segunda parte.

CABALLERO TEJE LA PESADILLA
En la segunda parte llegó el disparo a bocajarro a las ilusiones rojiblancas de título, en una jugada cómica para un entrenamiento que la magnitud del partido elevó a la categoría de tragedia, después de que Villa volviera a desaprovechar la oportunidad de convertir a su equipo en campeón momentáneo durante una jugada anterior.

En un balón interior que parecía cómodo para la defensa atlética, Miranda y Alderweireld se contagiaron las dudas y el balón quedó desierto ante el pánico del Calderón. Samuel surgió de la oscuridad y se regaló un autopase ante la mala salida de Courtois, que acababa de salvar a su equipo en un mano a mano con Roque Santa Cruz. El balón volvió a la cabeza del malaguista, que anotó a puerta vacía el primero de la tarde.

Para entonces, Diego Simeone ya había introducido en el campo a Adrián y Sosa e instantáneamente apuró los cambios con 20 minutos aún por disputar, quemando los naves sin dudarlo. Precisamente de la pizarra del ‘Cholo’ nació el tanto del empate. La estrategia permitió a Villa quedarse solo de nuevo ante Caballero, que sacó una mano milagrosa de portero de balonmano. En el córner posterior, Alderweireld purgó su tarde pecaminosa picando de cabeza a la red.

Quedaba un cuarto de hora y el Calderón se enfurecía en busca del gol definitivo, de la jugada que podía coronar campeón al ‘Atleti’ de nuevo, toda vez que el partido en Elche seguía seco de goles. Veinte minutos de partido bailando con la gloria en una danza errática que tendrá segunda parte dentro de una semana en el Camp Nou.

Sin llegar a arrinconar a un Málaga que nunca le perdió la cara al encuentro, el Atlético, puro corazón, se quedó a un milímetro del ansiado gol. Primero fue Sosa con un lanzamiento de falta que cantó medio estadio tras golpear en el lateral de la red y, ya en el tiempo de descuento, un disparo enroscado de Adrián topó con la palomita de Willy Caballero, juez inesperado de una Liga histérica que vivirá un épico capítulo final en Barcelona.

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