Ene 242013
 

La selección española de balonmano volverá a pelear por las medallas en un gran torneo después de derrotar por 28-24 a una gran Alemania, que hizo sudar el billete para las semifinales del Mundial de España y que aguantó hasta los diez minutos, cuando la anfitriona asestó un golpe desde atrás y desde el pivote.

El encuentro estaba apretado cuando se entraba en la recta final del choque, con mucha tensión y alternativas. Fue entonces cuando la mejor versión del 6-0 español apareció en la cancha para desenredar el jeroglífico diseñado por los germanos y que levantó un ‘muro’ y hacer aún más grande a un José Manuel Sierra, clave todo el choque.

La defensa volvió a resultar clave. El 5-1 inicial no funcionó y permitió 14 goles en contra. Valero Rivera ajustó, como ante Hungría y Croacia, en el segundo tiempo y recibió tan sólo diez. En ataque, España sufrió en el posicional durante muchos minutos por el 6-0 rival y la labor de Silvio Heinevetter, pero cuando encontró a Julen Aginagalde (7 goles), el pivote demostró por qué es de los mejores del mundo y desatascó todo. El viernes espera otra revelación, Eslovenia, que pudo con Rusia.

Desde el pitido inicial, Alemania supo muy bien lo que tenía que hacer. En primer lugar convertir el ambiente en más una presión para su rival que un apoyo y eso lo consiguió a base de no permitir lo que sí hizo Serbia. Asentada en su 6-0, incomodó desde el principio a los de Valero Rivera, que no encontraron la forma en los primeros 30 minutos de hacer daño, y provocando además que Heinevetter se creciese.

El seleccionador nacional apostó por el 5-1, que no funcionó demasiado bien. Los alemanes no se precipitaron, atacaron con mucha movilidad y con sus desdoblamientos al pivote hicieron mucho daño, abriendo la primera pequeña en el marcador (5-7, min.13), con Haab muy inspirado. En ataque, Víctor Tomás era el más acertado y su quinto gol sirvió para firmar la reacción de la anfitriona con un parcial de 3-0, ayudado también por Sierra, al que Rivera mandó a la pista visto que Sterbik no detenía balones.

En cambio, este impulso no tuvo continuidad. Los de Martin Heuberger siguieron apretando en su defensa y desde el banquillo no daba con la tecla en la primera línea, con Maqueda desaparecido, Alberto Entrerríos, irregular, y Sarmiento, lejos de la versión que había mostrado en los octavos y sin encontrar el relevo en Carlos Ruesga, firmando al descanso un 0/7 desde los 9 metrros. Los errores locales no fueron perdonados por Alemania, que se marchó al descanso dos arriba (12-14).

MAGNÍFICO SIERRA
España tenía la fortuna de empezar la segunda mitad con dos jugadores más, pero aún así, Sierra surgió para realizar una magnífica parada a Klein, y esa acción le sirvió a la anfitriona para devolver posteriormente el equilibrio (14-14). El portero onubense, con una subida de la intensidad defensiva lideró un parcial de 5-1 y elevó la tensión en el Príncipe Felipe, aunque los alemanes, gracias a Heinevetter y alguna precipitación local, aguantaron esta embestida (18-18, min.40).

Ninguno de los dos equipos acertaba a romper el partido a su favor. El actual bronce mundialista tiraba de su, ya, 6-0, pero en el ataque posicional sufría una barbaridad, y nadie encontraba la llave para abrir el ‘muro’ teutón, resguardado además por un portero muy acertado y que leía todos los lanzamientos que no tocaban sus compañeros.

La selección entró en los diez minutos finales por delante (23-21) tras dos buenas acciones de Entrerríos, medicina también en muchos momentos con sus penetraciones y sus pases. Heuberger pidió tiempo muerto para calmar a los suyos, que empezaron a recibir su medicina defensiva, con una barrera levantada por la defensa, liderada por Guardiola y Cañellas, ya que Morros tuvo menos protagonismo, que permitió sólo un gol en diez minutos.

Esto no lo desaprovechó España, voraz y ambiciosa, que encontró el camino hacia Heinevetter por medio de Aginagalde, autor de tres goles seguidos. Por primera vez, el choque se decantó hacia el lado español y aunque Alemania, quizás todavía algo inexperta, no se quiso rendir, la anfitriona iba lanzada a por su billete hacia el Palau Sant Jordi.

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