Sep 302011
 

Barcos voladores, ballestas de repetición, espadas por doquier, lujo versallesco, mucho rimel y pintalabios… y todo en 3D. Los Tres Mosqueteros es la nueva y enésima adaptación del clásico de Alejandro Dumas. Puede que también una de las más desafortunadas de la historia.

Es evidente que la cinta que nos ocupa no estaba llamada a redescubrir la esencia del Séptimo Arte y generar intenso debate a la salida de la sala -para eso ya está Terrence Malick-. Pero si una vez que se acaban las palomitas te pasas más tiempo mirando el reloj que la pantalla… Malo. Los tres mosqueteros no soporta siquiera esta evaluación de mínimos.

Paul W.S. Anderson viene de dirigir varias entregas de Resident Evil y productos tan deleznables como Alien vs. Predator o Death Race. Y se le nota demasiado. En su afán de ofrecer un espectáculo burbujeante que justifique la incomodidad de las gafas tridimensionales convierte la mítica aventura de espadachines en un aparatoso cruce entre Piratas del Caribe y la estridente Maria Antonieta de Sofía Coppola.

Si les gustó alguna de las dos… tampoco se animen. Anderson se afana en capturar lo peor de cada una para mancillar la historia de Dumas. Y si hablamos de eso, de historia, las licencias que la cinta se toma para mayor gloria de los FX y el 3D son -en la mayoría de los casos- cuando menos rocambolescas. Un complot palaciego para que Francia e Inglaterra entren en guerra en el que la clave son barcos voladores. Dantesco.

Y en medio de todo este caos el casting no ayuda mucho. Comenzando por el nuevo DArtagnan -Logan Lerman tiene menos soltura que un pez en bicicleta- pasando por los excesivamente estereotipados y planos Athos, Porthos y Aramis, y terminando por el mismísimo Rey Luis XIII (Freddie Fox), que es una auténtica locaza: Nadie en su sano juicio puede creer que persigue a la Reina Ana (Juno Temple) para otra cosa que no sea hablar de trapitos e intercambiar trucos sobre cómo exfoliar su blanca tez.

Mención especial merece el ínclito Orlando Bloom. Pavorosa la caracterización que convierte al duque de Buckingham en la Lady Gaga de la Pérfida Albión. En cada plano temes que se ponga a mover su fastuoso tupé y sus pendientes de perlas al ritmo de Poker Face. Tan irrisorio como sobrecogedor.

Pero no todo son malas noticias. Cargar con las taras de Paul W.S. Anderson tiene su lado positivo pues el director trae del brazo a su mujer y actriz fetiche Milla Jovovich. Ella, que sigue conservando intacta esa belleza felina y en un punto enigmática, está muy digna en su papel de la ladina y traicionera Milady de Winter.

El otro rayo de luz en este oscuro túnel tridimiensional también tiene nombre y apellidos. Se trata de Christoph Waltz, el teutón ganador del Oscar por Malditos Bastardos de Tarantino se ha convertido en un valor seguro a la hora en encarnar malos malisimos. Él encarna correctamente al cardenal Richelieu, cerebro de todo el perverso entramado.

Es evidente que en esta nueva versión de Los Tres Mosqueteros no son todos para uno y uno para todos, sino más bien dos contra todos y contra todo. Otra oportunidad de alumbrar un entretenimiento digno que se pierde en el limbo de la estulticia cinematográfica. Si DArtacan y los mosqueperros levantaran los hocicos…

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  2 Responses to “Los Tres Mosqueteros, fastuoso despropósito tridimensional”

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