Oct 042017
 

Alquilar un piso o una casa comienza a convertirse en un capricho de lujo para la mayoría de los habitantes que residen en grandes urbes y ciudades costeras. La burbuja inmobiliaria no solo ha vuelto sino que está aquí para quedarse, y mientras el precio de la vivienda se estabiliza, las residencia temporales comienzan a parecer inasumibles.

Así, la evolución del precio del alquiler de la vivienda sigue a la alza y se mantiene por encima de los mil euros, cifra que parecía impensable hace unos meses. Las inmobiliarias lo tienen sumamente difícil para encontrar las tarifas que demanda el cliente y muchas ofrecen hogares en propiedad antes que arriendos ya que el precio medio de la vivienda por municipios sí que se encuentra dentro de los límites lógicos, adecuándose al bolsillo del ciudadano medio.

Se da la circunstancia, de hecho, de que en muchas zonas resulte más difícil encontrar trabajo que residencia, algo que resulta insólito después de la época de enorme paro que ha atravesado España durante la crisis. Los sueldos modestos no permiten abonar un alquiler desorbitado en el que la nómina se diluya como humo al viento. Por ello, el porcentaje de viviendas en alquiler en España comienza a disminuir contra todo pronóstico, y es que los expertos en el mercado inmobiliario llevaban años augurando que sucedería justo lo contrario.

Así, el alquiler en nuestro país ha aumentado un 15% en el presente año, lo que comienza a preocupar tanto a demandantes como a dirigentes políticos. Los dueños de los pisos observan como el mercado se dispara y se muestran incapaces de rebajar las mensualidades. La codicia se mezcla con la picaresca y el exceso de demanda provoca que el precio esté por los cielos, y lo que es peor, en tendencia ascendente todavía. Sin embargo, es posible que la situación se resuelva con un cambio drástico en el mercado, variando la tendencia y optando por otras vías que abarate esos precios prohibitivos que a día de hoy lucen las inmobiliarias en todos sus carteles.

En cualquier caso, la Administración ya está dando pasos para frenar esa tendencia ascendente, como por ejemplo ha hecho Ada Colau en Barcelona, buscando sistemas de economía y colaborativa e intentando imponer un precio límite para gran parte del parque de viviendas que se encuentra en alquiler en la localidad. Esto va contra todas las leyes de liberalismo económico, sin embargo la sociedad navega de forma incierta hasta un futuro cercano en el que todas las premisas anteriormente enunciadas comienzan a carecer de sentido.

También se barajan otras teorías que invitan a pensar que los prohibitivos precios de alquiler reinantes movilizarán a la población hacia las afueras, potenciando los núcleos residenciales dormitorio en los que las inmobiliarias pueden dar con precios más asequibles para el golpeado bolsillo del ciudadano medio. Este hecho repartiría a la población y dinamizaría la economía de ciudades más modestas que hasta ahora no dejaban de perder población a pasos agigantados y que ahora proceden a tomar la dirección opuesta.

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