Mar 072016
 

fotonoticia_20160306085030_1280Para aprovechar la energía y la camaradería generada durante su última gira, Quique González (Madrid, 1973) se metió en el estudio con su banda para dar continuidad a ‘Delantera mítica’ (2013) con un nuevo disco que esta semana acaba de ver la luz con el título de ‘Me mata si me necesitas’ y en el que muestra una madurez envidiable.

   «Sentirte cómodo con una banda y con tu equipo es inspirador y cuando vuelves a casa o al hotel piensas en la siguiente canción», explica a Europa Press el músico madrileño, quien incluso ha decidido firmar esta nueva colección de canciones como Quique González & Los Detectives. «Porque este disco es hijo de esa gira y de esa banda», apostilla.

   Y prosigue reflexionando: «La mayoría de los que empezamos en esto queremos formar parte de una banda. Quieres compartir y ser parte de algo. Yo siempre lo he intentado, me hubira gustado estar veinte años con la misma gente con la que te entiendes, pero es muy difícil. A mi ahora me sienta muy bien estar y tocar con Los Detectives».

   Ahondando en este concepto de banda, Quique apunta que aunque el álbum está «dirigido por Ricky Falkner, está construido con el talento de los músicos que han tocado», porque «cada cosa que aporta cada uno de ellos es fundamental para el resultado final». «Está todo muy interpretado», recalca.

   Antes de seguir, ¿quiénes son Los Detectives? A saber: Edu Ortega (guitarras, violín, mandolina, coros), Eduardo Olmedo (batería), José María ‘Pepo’ López (guitarras) y Alejandro Climent ‘Boli’ (piano, Hammond). A ellos se suman colaboraciones de Santos Berrocal (percusión), Joan López (congas) César Pop (piano, acordeón), Caroline Morgan (voz) y el propio Falkner (piano, Hammond, bajo, coros).

   El equilibrio en el seno de esta pandilla se debe a Ricky Falkner, quien ha sabido compensar la faceta solista y la del grupo, según Quique: «Lo ha medido muy bien. Él quería que no por el hecho de estar todos en la banda tuviéramos que entrar desde el principio a la vez. A mi me gusta tocar en acústico y el minimalismo, el folk acústico, pero también me gusta la zapatilla».

INTENSIDAD LÍRICA

   Las letras en las canciones de Quique González vuelven a estar cargadas, por supuesto, de gran intensidad y sinceridad emocional, perforando en lo más profundo de su centro de gravedad. «Tengo 42 años y a esta edad es difícil que no tengas ya un par de golpes, cicatrices, que hayas tenido desengaños, perdido amigos, te hayas arruinado», plantea.

   Así, menciona uno de sus nuevos temas, ‘Sangre en el marcador’, porque «a estas alturas del partido ya tienes un par de arañazos». «¿Y cómo vives con eso? No es que te acostumbres, pero tienes que ser estoico para seguir, tienes que pelearlo porque también cada vez tienes menos fuerzas para ello y tienes que encajar con deportividad», explica.

   El álbum se cierra con otro tema, ‘La casa de mis padres’, en el que trata con honestidad total la reciente muerte de su padre: «Todos tenemos una historia con nuestros padres para bien o para mal. Al perder a mi padre pensaba por un lado en cómo te sitúas ante la vida a partir de ese momento, cuando no están esas referencias o están de otra manera, y mirarlo desde la casa de tus padres que es ya territorio quemado».

   «Quería entender cómo pisar en la vida a partir de ahí y cómo entrar en esa casa a partir de ese momento», destaca, para después admitir que para él ésta es «de las canciones más bonitas» que jamás ha escrito. «Pero también de las más duras», remacha.

«EXORCIZAR DEMONIOS»

   Y es que como compositor, Quique asegura que «este tipo de canciones sirven para exorcizar tus demonios y sacar cosas fuera». «No arregla tus problemas, ni siquiera los explica, pero de alguna manera reconforta y es una sensación de que has pasado página y has entendido algo de lo que ha pasado», afirma.

   A este respecto, añade que «componer es una forma de hablarlo, de explicarlo, de sacarlo fuera, como si se lo contaras a un amigo y lo haces a través de una canción». «Todo lo que sientes, al convertirlo en una canción en algo casi lúdico, te lleva a mirarlo desde otra perspectiva y lo amortigua», recalca.

   Y tras unos segundos de diálogo mental consigo mismo, todavía agrega Quique: «La música a mi me ha salvado la vida. No sé qué hubiera hecho. Ha sido como una obsesión desde los 16 años cuando empecé a tocar. Me salva de una manera íntima y te ayuda a expresarte, a entenderte, a pasar páginas».

   En este punto de la reflexión, destaca Quique la música también le habría «salvado como oyente», puesto que él «antes de nada» es «fan de la música» y está donde está «porque a los 12 o 13 años una canción te voló la cabeza».

   «Aunque no hubiera podido dedicarme a ello haciendo canciones y tocando, me gustaría pensar que hubiera estado cerca de la música de alguna manera, trabajando de técnico, de backliner o siendo periodista», explica, para después asegurar que el «misterio» de la música para él aún se «mantiene».

   Y mientras se rodea de detectives para tratar de resolver el misterio y a estas alturas de la película, ¿qué es el éxito para Quique González? Se toma su tiempo para responder y no lo hace con una frase al uso: «Para mí es un éxito que les guste mi música a los técnicos que trabajan conmigo. Eso es la hostia. Y que me digan que se van de vacaciones y se ponen el disco después de estar un año y medio de gira, cuando tendrían que estar hasta los huevos de mis canciones».

   «Que les guste a ellos y que lo compartan es un éxito», sentencia con una sonrisa que es mezcla de satisfacción y travesura, seguramente pensando que cada día que pasa faltan 24 horas menos para volver a la carretera con ellos y con el resto de su equipo. Quizás en esta ocasión se aclare el misterio de esa música que a tantos atrapa. O casi mejor que no.

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