Oct 102012
 

Las condiciones del viento han obligado a cancelar por segunda vez el primer salto en caída libre desde la estratosfera, que iba a convertir al saltador Félix Baumgartner en la primera persona en superar la barrera del sonido sin apoyo mecánico. El austriaco tenía previsto viajar hasta la estratosfera terrestre en una cápsula presurizada pero finalmente hacia las ocho de la tarde las condiciones meteorológicas han impedido el despegue.

El despegue estaba previsto inicialmente para las 14.00 horas (hora española) y se había retrasado hasta las 19.30 horas. Finalmente, en esta segunda ocasión, tampoco ha sido posible culminar esta hazaña, según han confirmado los patrocinadores de la iniciativa.

Todo estaba previsto, salvo las condiciones meteorológicas, ya que el director técnico del proyecto, Art Thompson, había explicado en la página web de Red Bull (patrocinador de la iniciativa), que todos los sistemas que Baumgartner usará para realizar su salto han superado los últimos ensayos. «La cápsula presurizada de la misión ha resistido con éxito las nuevas simulaciones a gran altitud, después de que en el último salto de prueba, realizado el mes de julio, sufriese desperfectos en el aterrizaje», había apuntado.

Por su parte, el saltador ya señaló recientemente que se sentía «como un tigre que espera salir de su jaula». Baumgartner, de 43 años, ya fue en 2003 la primera persona que atravesó el Canal de la Mancha equipado con una ala de fibra de carbono, en un salto en caída libre. En el salto desde la estratosfera terrestre tiene previsto surcar el cielo a la misma velocidad de una bala, tal y como han explicado los expertos.

Para lograrlo, Baumgartner se ha preparado a gran altitud durante años, con el objetivo de superar las marcas establecidas hace 52 años por el antiguo coronel norteamericano Joe Kittinger. La cápsula, que pesa unos 1.315 kilogramos, sufrió desperfectos cuando aterrizó bruscamente tras el último salto de prueba efectuado por Baumgartner, desde una altitud de 29.610 metros. Entonces, el austriaco llegó a una velocidad de 864 kilómetros por hora, es decir, tan rápido como un avión comercial. Y pocos minutos después aterrizó sano y salvo en el desierto de Nuevo México.

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