Abr 042011
 

El trabajo de Anne Hathaway y James Franco como presentadores en la última edición de los Oscar no convenció a casi nadie. Especialmente el de Franco con quien la crítica no tuvo piedad. Algunos incluso llegaron a decir que parecía drogado, pero el actor dice ahora que esa sensación se debe a la falta de energía… o a la excesiva fuerza de su compañera.

En una entrevista en el programa de David Letterman, Franco reconoció que había estado dando vueltas a en las malas críticas recibidas, especialmente, a las especulaciones sobre si estaba bajo la influencia de la marihuana y dijo creer que sabía el porqué de esos rumores.

«Yo la amo, pero Anne Hathaway tiene tanta energía. Creo que el demonio de Tasmania parecería drogado al lado de Anne (…) Ella tiene mucha energía», dijo Franco en Late Show with David Letterman.

Letterman estuvo de acuerdo en que Hathaway estuvo «muy boyante (…) muy llena de vida». «Creo que yo en realidad -yo no lo he vuelto a ver- quizás tenía poca energía. Honestamente interpreté esas líneas lo mejor que pude», apuntó el actor que estuvo nominado al Oscar por su excelente trabajo en 127 horas.

Letterman  apuntó que él más que nadie puede saber cómo se siente Franco tras las malas críticas ya que él también fue anfitrión en la gala de 1995. Cuando Franco le preguntó sobre su experiencia, Letterman respondió: «Fue horrible (…) Lo hice tan mal que incluso se habló durante un tiempo sobre cerrar la industria cinematográfica».

Eso sí, el presentador le dio un consejo a Franco para quitarle hierro al asunto y le confesó que inicialmente se sentiría avergonzado por su papel como presentador, pero que con el tiempo se olvidará de todo.

La audiencia de la ceremonia que presentaron James Franco y Anne Hathaway fue de 37,6 millones en Estados Unidos, un 10 por ciento menor a la del año anterior con Steve Martin y Alec Baldwin como anfitriones.

Los momentos más emocionantes de la gala en la que El Discurso del Rey fue la gran triunfadora, no estuvieron protagonizados por los maestros de ceremonias, sino por viejas glorias de Hollywood como Billy Crystal y, especialmente, Kirk Douglas que fue la auténtica estrella en el Teatro Kodak de Los Angeles.

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