Santiago Valenzuela

«LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN TORREZNO 1: HORIZONTES LEJANOS» de Santiago Valenzuela

Llamadme fashion victim, pero no fue hasta la concesión del Premio a Valenzuela que por fin decidí saldar una cuenta pendiente y atacar, metódicamente y hasta actualizarme, a la saga del intrépido, castizo y lumpen Capitán Torrezno. Sin prisas, eso sí, a mi biorritmo comiquero.
Había leido hace muchos años ya (porque tempus fugit, y por un libro editado en 2002… han pasado casi diez años) el primer volumen, y en su día reconocí su originalidad, pero no conecté. Hay poco más que añadir o explicar. La conexión con una obra de arte siempre será algo íntimo e inexplicable donde se unen la calidad de la obra y el bajaje del receptor, y un cosquilleo incuantificable, abstracto, irracional. Si lo 1º falla, adios. Si lo 2º no acompaña, es inútil por mucho que aprecies la calidad del trabajo (por ejemplo, si jamás nos ha gustado la fantasía ni el humor menos ortodoxo, Torrezno no es para nosotros). Y del cosquilleo nada hay que añadir. O está o no esta, y punto.
[Esta es la base que algunos esgrimen para decir que la crítica de arte, de cualquier arte, puede ejercerla cualquiera. Lo dejo para otro día y otro año, pero sí es cierto que al final que algo guste o no, gracias a Odín, es algo personal e intrasferible].
Dicho lo cual, intuía que, hoy por hoy, tras lustros y decenas de lecturas, menda iba a entrar en «Torrezno» mucho mejor.. y así fue.
«Horizontes Lejanos«, para empezar, amalgama universos en principio inmiscibles: Tolkien, Kurosawa, Azcona/Berlanga, el underground estadounidense, El Vívora y el CIMOC (esto es, lo chungo y el barrio al ras, y el esteticismo internacional de «qualité»)… en un engrudo realmente adhesivo. Una vez entras y aceptas que puede haber una ficción a partir de polos tan opuestos y tirantes, sólo cabe asombrarse de que esto no sea un conjunto desgarbado de, en fin, fuerzas en continua repulsión.
«Las aventuras del Capitán Torrezno» arrancan compactas, sabiendo qué se quiere y cómo se quiere contar, sin preámbulos y en una vorágine de acontecimientos que caen encima de un hombre normal que despierta en un mundo tolkiano.

Paseando por Deeneim y flipándolo: universo torrezno

Y la sinrazón de ese mundo (donde los desiertos de Dune son recorridos por samurais jedi, y libélulas gigantes cabalgadas por gladiadiores con máscara de superhéroe nos llevan a ciudades ciclópeas gobernadas por curias religiosas que adoran gigantescos Documentos Nacionales de Identidad) deriva en un epílogo sencillamente brillante, por si brillo no le faltase al relato fantástico de las primeras cien páginas. Lo más alucinógeno de este libro es esa coda que, en teoría, aporta la mayor dosis de realismo (sucio) y explicaciones (¿plausibles? bueno…) a todo lo que hemos leído y visto.

Y hemos leído mucho, y muy denso, con registros literarios desbocados, prosa grandilocuente y magníficamente vacua, diálogos brillantísimos (cada cual habla de un modo tan diferente que parece un trabajo guionizado por un equipo) con un control metronómico del ritmo (vertiginoso pese a la literatura, densa y, se sabe, que irá a más y a mayor densidad en futuras entregas)

Y hemos visto dibujos que siendo algo toscos (esto también se irá puliendo, lo hemos cotejado) son enormemente virtuosos. Hablamos de una línea chunga (digna de un Gallardo 80’s, cierto) que retrata ciudades enteras, líneas de fuga exageradas (dignas de un Bouq, sí), detallistas vistas de pájaro y proliferación de arquitecturas imaginadas pero exactas (dignas de un Bourgeon, claro). Brutal, sencillamente. Todo ello en unas diagramaciones acaso aún algo azarosas, esperaremos lecturas futuras para comprobar si el diseño se pule, ya que sería, si acaso, el único elemento técnico que me rechina a veces (una planificación más esmerada daría al conjunto mayor unidad, pienso)

Y en fin, lo mejor es que Valenzuela siempre ha dicho (y ahí sigue en sus trece, y cumpliendo de momento) que tiene historia para rato, y yo me relamo, claro.

Continuará (cuando lea el 2º)

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