Pascal Girard

VALENTÍN, de Yves Pelletier y Pascal Girard

Hay algunos cómics que nunca se sitúan en los titulares, que no están en boca de tuitters ni pasan de red social en red social. Hay cómics que no merece la pena buscar por la blog-esfera en reseñas varias. Hay, sí, obras menores, o de gama media, que no son ese título fashion, ni esa bomba de relojería que se instala en las librerías un mes cualquiera para llamar la atención hasta de la prensa generalista.
No todos los autores quieren (o pueden) ser Marjane Satrapi.
Pero a veces un tebeo menor entra por la puerta de servicio, y un día decides darle una oportunidad (lo ojeas, te agrada, te atreves a comprarlo sin más) y, mientras uno de esos «must» (esto es, un título que «debes», que «tienes que leer» porque … ¡es un «must»!) sigue esperando a que acabes su lectura, te has pimpado de dos bocados esa dulce fruslería, ese cómic de carretera secundaria.

Bonito es...

Hagan la prueba, busquen «VALENTÍN, de Yves pelletier y Pascal Girard» en google acotando la búsqueda a «Blogs». Tres, tres entradas he encontrado yo. Ninguna realmente reseña «Valentín», por cierto, sino que como mucho publicita su salida al mercado.
Pero la verdad es que yo sí quiero al menos llamar la atención sobre esta novela gráfica, porque efectivamente, este tebeo al que nada le pides porque nada te ofrece (un «slice of  life» de autores desconocidos, al menos para mí) te da una lectura amable, una sencillez cristalina, un ramillete de situaciones cotidianas cercanas que empatizan con el lector, que lo arrastran a una historia de amor/desamor/gatitos bien urdida, de ritmo tranquilo y discreto.
«Valentín» es una mirada a la vida cotidiana de una pareja joven, con sus pequeños-grandes problemas, vehiculada a través de una anécdota. La protagonista de este cuento se hace cargo del gato de una amiga, animal por el que su pareja, un prometedor agente inmobiliario, tiene alergia.
Y con este arranque… el desamor, y el amor, y un polvete delicioso, y unos silencios inteligentes nada enfáticos (no, esto no es Larcenet) pero expresivos, y unos diálogos bien escritos, y unas acuarelas bien bonitas, como lo es el dibujo, tan naive él…

¿Podría pedir más a una lectura casi casual como esta? Podría, pero con lo dado me sobra.
Recuerden, no pierdan de vista las puertas de servicio. Lo que ofrecen no suele encabezar listas, pero puede traer una frescura muy, muy agradable. Leer, a veces, es eso: sentir que al haber rebajado el listón, el paladar se vuelve agradecido y el plato, sea bueno, memorable u olvidable, lo hemos disfrutado de verdad..

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