Justin Green

BINKY BROWN CONOCE A LA VIRGEN MARÍA, de Justin Green

Artículo publicado en Faro de Vigo el 3 de Junio

Obsesiones compulsivas en primera persona.

el "pollaverso" según Binky Brown

 

“Binky Brown conoce a la Virgen María”, de Justin Green, narra la vida de un adolescente de religiosidad exacerbada y cómo este sentimiento de plena espiritualidad choca frontalmente con la voluptuosidad propia de la adolescencia. Bajo una frágil careta de relato sobre terceros, en realidad su autor está realizando una descarnada autoconfesión de su propio trayecto desde la infancia inmaculada a una adolescencia desordenada, tiempo en que sus remordimientos por la pulsión sexual lo convertirán en un verdadero obsesivo compulsivo. Brown/Green crecerá en sus incontrolados pálpitos hasta el límite de llegar a sentir irrefrenables deseos por la mismísima madre de Dios, una sinrazón completa trufada de penitencia, arrepentimiento y deseo de absolución… a los que sólo obtiene una respuesta. Más deseo, claro, en forma de locura, un universo donde su masculinidad lanza rayos de lujuria al espacio, donde todo lo que le rodea se convierte en imágenes fálicas, donde sus extremidades se convierten en delirios viriles. Una enajenación imposible que atormenta al personaje, de profunda y cerril espiritualidad.
Más allá de la pátina provocadora (eficaz, turbadora incluso) hay que destacar que estamos hablando de un cómic pionero, una autoconfesión (casi autoinmolación) fechada en 1972. Coetáneo precursor de otros pioneros como Harvey Peckar o Robert Crumb, y antecedente de tantos títulos autobiográficos en la actual novela gráfica (de “Blankets” a “Persépolis”), este cómic supone una genuina recuperación de un material prácticamente olvidado en nuestros días (editado por La Cúpula) y, claro, no pierde ese aire a cómic underground de la era hippie, un muy californiano espíritu de libertad formal y temática. De acabado burdo pero con soluciones de página impactantes, puro, bruto y sin filtros como tanto tebeo de la época, “Binky Brown…” supera a muchos ejemplos del “cómix” de los últimos sesenta y primeros setenta gracias a su faceta confesional y desvergonzada, ese quererse mostrar al mundo en todos los defectos y miserias en que el propio autor se reconoce, echando sal a la herida en vez de intentar minimizarla.
Es la oportunidad, pues, de descubrir a un verdadero pionero de la confesión y la provocación.

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