Emmanuel Guibert

Martha y Alan, de Guibert

Reivindicando a Guibert como lo que es. Inmenso:

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LA INFANCIA DE ALAN, de E. Guibert

Artículo prepublicado en Faro de Vigo con muy ligeros retoques (en torno a la identidad de las supuestas imágenes fotográficas, donde se articula un discurso sobre el arte y la percepción interesantuisimo).

La infancia recordada.

Uno de los autores franceses más importantes del cómic europeo retorna a las memorias de su amigo Alan Ingram, de quien ya relatara sus vivencias durante la II Guerra Mundial.

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Emmanuel Guibert, autor de la fundamental El Fotógrafo, conoció a Alan durante unas vacaciones en la isla de Ré. Un individuo retirado que quizás tenía una vida que merecía ser contada. Su periplo durante la Segunda Guerra Mundial se pormenoriza en La guerra de Alan, y en 2012 Guibert sintió la necesidad de retomar las memorias y las vivencias de su compañero. Pero esta vez, las de infancia.
Hablamos de los recuerdos de un hombre que fue niño en los Estados Unidos de entreguerras, y uno, a medida que va profundizando en la lectura, viñeta a viñeta, se siente tan eficazmente transportado que se podría estar inclinado a creer que lo vivido es cosa del autor del cómic. Guibert se empapa de los recuerdos de Alan, los siente, los absorbe casi por capilaridad para exhalarlos en una novela gráfica portentosa.
La infancia de Alan tiene un arranque bellísimo, fotografías periurbanas retocadas y coloreadas, presididas por el texto en primera persona de Alan (o eso creemos al leer). “Entonces, ¿qué? ¿Quieren que les hable un poco de mi infancia en el sur de California? Tengo recuerdos mágicos de mi país antes de la guerra.” Con estas palabras y las imágenes de una carretera (y un cielo) comienza un Guibert en estado de gracia. Podría escribir que comienza la narración, pero no, más cabe hablar de que principia la inmersión.
La vida durante la depresión vista por un niño. Las costumbres locales, las relaciones familiares. El papel de la naturaleza (y lo que de salvaje quedaba aún en ella en los años veinte y treinta del pasado siglo) o los ritos de madurez (la pérdida, el sexo opuesto…). “La infancia de Alan” trata temas medulares de la identidad. El Yo se forma, sí, de recuerdos, de experiencias, de lugares y momentos, de épocas. Nos hace ser la persona única y necesaria que somos. Alan no es alguien excepcional (no es el primer quinto que sufre una guerra, ni será el último, desgraciadamente, ni el único niño que recuerda una crisis económica) pero en cada frase que nos regala (que destila un Gilbert capaz de hacernos sentir que es Alan, y no él, quien nos escribe de tú a tú), en cada recuerdo de niñez, sentimos esa gran verdad que dice que todos somos únicos y por tanto importantes.

Alan mirando al mundo

Pero si “La infancia de Alan” es redondo no lo es solamente por su hondura o su sensibilidad. Esta novela gráfica es un cómic de altura. Asombran el dibujo exacto, realista pero llevado al extremo de lo esencial, el dominio del espacio en blanco en las páginas, o por supuesto el empleo de material fotográfico, algo que hizo famoso al autor con “El fotógrafo” y que aquí evoluciona, estableciendo nuevos diálogos entre artes diferentes que confluyen, desdibujando la identidad de unas fotografías que quizá sean dibujos que calcan fotos antes que material fotográfico pasado por un programa de retoque. O quizá jamás hubo fotos y es Guibert quien evoca las sensaciones de las viejas estampas y daguerrotipos con su maestría. En cualquier caso, mímesis, trasvase, confusión de medios, ¿dibujo o fotografía? más allá de la respuesta a tal pregunta, y más importante, Guibert juega con la percepción para hacernos dudar, como se puede dudar de la memoria… incluso de la de Alan, por supuesto.

Y también la calidad literaria de los textos, profusos pero nunca abigarrados, cercanos y exactos, rozan la excelencia (además, Guibert nunca es un ilustra-textos: la imagen dialoga y se complementa con lo textual). No hay peros a este libro. Es mayúsculo, emociona, y hasta según cómo se mire puede hacernos mejores personas. Esto no pasa a menudo con una obra de narrativa, aprovechen esta ocasión para experimentarlo.

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