Beto Hernandez

ERRATA STIGMATA, de Beto Hernández

Tirando de títulos chorras pero epatantes. Intentando abrir al lector generalista de Faro de Vigo a los cómics del gran Beto con el motivo de la edición de Errata Stigmata. Un clik y se abre la imagen con el artículo:

: Visado : Página 6 Stigmata

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TIEMPO DE CANICAS, de Beto Hernández

Artículo publicado en Faro de Vigo, algo retocado para el blog.

Recordando la infancia.

Uno de los autores más relevantes de las últimas décadas retorna con un trabajo sobre la infancia.

Tiempo de canicas

Beto Hernandez es el creador de “Palomar;” un universo coral que ha desgranado numerosísimas historias alrededor de un pueblo estadounidense fronterizo, una obra mayúscula que retrató la vida de cientos de personajes. Sus últimos trabajos se han esforzado en apartarse de ese microcosmos intentando demostrar que para el autor había vida más allá del pueblo Palomar. Pero sinceramente, es una vida menos atractiva, como si Beto estuviese algo perdido. Al menos a veces.
Y mira por dónde, lo último de Hernandez, sin salirse de la premisa de escapar de su propio universo de ficción, ha recuperado mucho del aire y el tono de su micro-macrocosmos fronterizo, pero desde otra perspectiva. “Tiempo de canicas” (La Cúpula) es un trabajo semi autobiográfico, y ante todo un tratado sobre la infancia y las vivencias de la infancia y cómo se aprehenden en esa época. El libro busca una estructura casi ocasional, algo anárquica, un compendio de anécdotas sin apenas ligazón argumental o emocional, pero que como capas de cebolla van acumulando sustancia las unas sobre las otras. Un poco como los niños acumulan experiencia, amontonando cosas, reales o metafóricas, las páginas de “Tiempo de canicas” aglutinan la esencia de una manera de vivir la niñez.
Esto es importante: en los niños de este libro sin adultos salvo en elipsis (a la manera de las tiras de Carlitos y Snoopy) asistimos a esa infancia desapegada de las altas tecnologías de nuestro tiempo de consumo feroz. Ni Wii ni diez canales de dibujos. Los niños se divierten en la calle, sobre todo, y sí, hay un consumo, pero es el de pequeños tesoros, colecciones de cromos, tebeos que se comparten en casa con un hermano o en la calle con amigos.
Beto dibuja además con una elegancia pasmosa, economiza trazos para llegar a esa expresividad que ya es marca característica en su trabajo gráfico. Pocos como él para retratar emociones gestuales, aunque sea con un dibujo que no busca el lucimiento más superficial. De lectura sencilla y muy clara, ligero de forma pero cargado de fondo, elegante en su diseño, este tebeo deja una huella inevitable porque su mayor virtud es hacernos revivir nuestra propia infancia.

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