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Frank Miller en mi casa

Con dieciséis años ya eres todo un hombre hecho y derecho, por eso decidí, zas, dejar de leer tebeos de superhéroes.
Pero Miller me gustaba tanto…
Claro que yo ya tenía todo aquello de Daredevil, ya tenía Miller de sobra, así que sí, eran tiempos para cambiar de aires y leer cosas de mayores. Hasta había comprado Ronin, que era un Miller mazo raro pero seguía molando, porque además no era de supertipos pegándose. Era más disparatado, pero había coartada.
Así que Miller decidió desde su casa, allá en Estados Unidos, que me iba a voltear la cabeza como si fuera un trompo para dejarme descompuesto, y creó una nueva obra sobre, uf, Batman. Ah, no, superhéroes va a ser que no.
No piqué, porque ya era un tío maduro. Pero caramba, ese formato (aquello sí lo era, un formato, unas características físicas féreas como soporte de la obra) me impresionaba. «Prestige», lo que quieras, un cómic con su lomo, con unos colores (lo ojeaba en el quiosco) «buenos», no de puntitos…
Cuando salió al mercado el segundo tomo de la serie leí esta página, también en el quiosco:

Dark Knight small
Y Miller se lanzó unas buenas risas, imagino, desde el otro lado del charco viendo cómo mi cabeza volteaba sin control. Lo compré.
Dark Knight no se parecía a nada previo porque no había nada como aquello (al menos, en mi universo de lecturas y conocimiento sparciales del medio). Ni en forma ni en tema: nada de continuidades y universos ficticios, esto era un «What if» que devolvía un Batman más real que el de todas las colecciones de la época dedicadas al hombre murciélago juntas. Tampoco había compacación posible en formato, ni en nada. No era europeo pero no era mainstream americano, ni underground.
¡El Milleranissssmo va a llegar! que diría el escritor borracho: no, ya estaba aquí. Una prosa dura, cortante, un dibujo extraño, feísta, un color radiactivo, unas páginas que llevaban los experimentos previos de Miller un paso o dos más allá. Unos enemigos loquisimos pero que eran como la destilación en forma de cuento de hadas de una crítica a la sociedad de su presente (los ochenta, chungo, chungo). Mutantes que nada tenían que ver con los de la X, pandillas callejeras, amoralidad, brutalidad, heroísmo y justicia, un ritmo endiablado, un color de Lynn Varley tremendo.

No era solo que aquello «no era para niños» (qué porras, yo era un mocoso, qué estupidez de razonamiento), se trataba de la capacidad de Miller para romper moldes, llevar el pastel a un extremo nunca cocinado y brindarnos un plato que excede la excelencia.

El cómic, vi entonces, con 16 o 17 años, era un arte poderoso, vibrante y que excede las bondades del dibujo (algo que siempre me gusrta, contemplar un buen dibujo, sea de José Domingo o de Tiziano) o del mero relato de hechos (¿ganará Batman o Superman?), porque es un arte narrativo que debe jugar con sus normas gráficas para hacer algo que, además resulta de una belleza visual bestial.
Así es Miller, brutalmente bello, cuando no patina (e incluso cuando lo hace, tiene el fulgor de los verdaderos colosos, es inevitable).
¿Qué habría sido de mí sin aquella lectura estremecida en la barra del quiosco? ¿Sin esa página podría haber sido yo el adulto come-viñetas en que me he convertido?

Dicen que la vida se debe a procesos, no a hechos puntuales. También que una mariposa aleteando puede provocar un huracán en el otro extremo del mundo. Frank Miller es el proceso de mi mariposa.

En estos tiempos, en estos lustros y hasta décadas en que cíclicamente algún listo se ríe del «decadente» Miller, conviene recordar que hablamos de un gigante que lo es desde hace treinta años, con muchas páginas alucinantes en su carrera, alguna muy reciente, y que aún levanta polvaredas con cada nuevo proyecto.
Un genio. No abundan.
Feliz cumpleaños, Miller.
En esta casa te queremos.

CuCo 4

Desde hace unos días ya está disponible el cuarto número de CuCo, Cuadernos de cómic, la revista que Gerardo Vilches y el que firma aquí codirigimos para solaz y reflexión de todos vosotros.

Gratuita como siempre, y remodelada su web para poder descargar no solo el número completo si no también texto a texto, los contenidos de este cuarto cuaderno pasan por dos estudios muy jugosos donde aparecen nombres mayores: Hal Foster, Paco Roca, Gallardo o Altarriba y Kim. Nombres a los que se añade una entrevista tamaño XXL a Manuel Bartual (Sexorama, ¡Caramba! Orgullo y Satisfacción…) que completamos con un texto a cuatro manos de menda y Gerardo, centrado en la editorial ¡Caramba!

Y por supuesto, críticas, un buen puñado, en el estilo ya característico de nuestro proyecto, de análisis riguroso que va más allá de la aproximación meramente informativa )o, por supuesto, del «me gusta/no me gusta»).
Descárganos en nuestra web

La portada de Frank Miller

«Una simple locura, sin principios serios y sin alcances; […] para diversión de los papanatas en los residuos de las escuelas»

Arsène Alexandre (1859–1937), columnista de «Le Figaro», a propósito del Impresionismo.

Lo  primero que quiero que tengas claro es que a Frank Miller se la pelas. Y yo. O no. Lo primero que hay que entender es que Miller sabe lo que hace y porqué lo hace. Evidentemente es un creador y es consciente de ello, crea para nosotros, pero el autor puede tener unos objetivos que no son un remolque de las expectativas de su público. Esto, que en otras artes es un elogio al artista, parece no ser asimilado por la cueva fandom del mundo del cómic. Parte de la cueva, al menos, la que ha macerado su «canon» en el tebeo comercial estadouidense donde el naturalismo gráfico es la base del dibujo del género, en la línea de Neal Adams, John Byrne, Barry Windsor-Smith, George Pérez o Michael Kaluta. Curiosamente siempre hubo otra línea no naturalista que fue alegremente rechazada, la de Kirby, Ditko, Simonson, Mignola… bueno, no rechazada, pero eran los «autores estilizados», los arties, digamos. Muy admirados, pero a menudo acompañados de sentencias como «sus limitaciones como dibujante las compensa con una estética, puesta de página, soluciones narrativas etc etc». Pero no, porque dibujar cómics no es hacer ejercicios de primero de Bellas Artes en las plazas del pueblo, sentado con tu cuaderno de bocetos copiando a sanguina un balcón, un vendedor de castañas o una fuente. El cómic no es eso, no es copia o naturalismo (que en todo caso, son opciones, para el punto de partida gráfico del autor de historieta).

Miller siempre jugó en esa liga de los «señalados». Los que hoy critican al último Frank Miller olvidan que ya en sus tiempos como autor de Daredevil le llovían por «Mal dibujante» y que toda su carrera arrastró ese tipo de san-benito como dibujante. No me explico al respecto: el dibujo de cómic es lo que es, e incluso saliéndonos de las márgenes del noveno arte, el dibujo es lo que es, y supera los códigos academicistas del realismo o la mera habilidad, claro, y se adscribe a una primera necesidad expresiva, desde hace muhcos años. Más de cien.

Attrazione

Munch, 1896

Miller, lastrado por una enfermedad severa, la ha montado, muy conscientemente, con su regreso tras bastantes años de ausencia. Y lo ha hecho rompiendo la baraja:

miller

El retorno del caballero que nos ciega

La realidad es que esta portada/contraportada me parece brillante, no por sus logros académicos, de perspectiva, proporción etcétera (vuelvo a Munch para abundar en el tema, y es verdad que ahí «falla»), lo es por actitud, porque con ella su autor ha logrado lo que pretendía: ser, con un único dibujo, el centro del universo de la historieta a nivel mundial. Cuarenta años rompiendo barajas obra tras obra (alguna fallida, claro, pero siempre en el ojo del huracán) y aquí lo tenemos de nuevo con un dibujo feísta, que se pasa por el arco del triunfo cualquier amago de corrección, cualquier «ética del buen dibujo», pero que vuelve a ser potente como un tsunami, provocador como Detritus, el personaje-cizaña de Astérix. Y del lector más anónimo al autor de Marvel más respetado, todo el mundo gira alrededor de ese Hombre de Acero que nos revela su pene tras el calzón, que exagera icónicamente sus puños como explicándose con el dibujo sin más, que es todo locura, un elogio de lo irracional. Locura en la praxis del oficio por parte de Miller; también locura y rabia y fuerza como icono, en el discurso que la propia imagen ofrece. Y es también un elogio de la debilidad, porque insistimos, Miller, muy enfermo, es un cuerpo muy vencido. Pero un alma muy rebelde aún. Los twitts que le acusan de acabado soportan un ideal conservador del arte, mientras que el bueno de Miller demuestra que está aquí para morder y reírse, para azotar, para follaros vivos, con su cuerpo debilitado pero con su espíritu aún en llamas de creatividad loca.

Por cierto, Atom muestra, sin desdecir del estilo alocado, unas proporciones mucho más «lógicas», nadie lo dice.

atom

Del mismo modo un nuevo dibujo (de Batman) filtrado muestra que el autor de Ronin sabe y aún puede, si quiere, moderarse:

batman miller

Se ha leído también que si no se supiera que lo ha hecho Frank Miller, muchas de las opiniones arrojadas -las positivas, claro- «tendrían a un sentido contrario». Pero no podemos desligar obra/artista. No podemos comprender a Goya ni a Boticelli sin conocerlos, esto lo sabe cualquier alumno de primero de historia del arte. Y por supuesto que no podemos opinar de una portada de cómic (si creemos en la naturaleza artística del cómic) sin entender lo que su autor pretende con ella. Porque no, claro, no hay un canon que aplicar ni una norma matemática. No es cuestión de medidas y plomadas, reglas de oro y recetas magistrales.

Y por otro lado, por supuesto que no opinamos lo mismo de esto…

DK I

Miller, Jackson y Varley, El retorno del Señor de la Noche (como se llamó en la edición de Zinco)

…que de este chiste.

RISSO

100 Balas. Azzarello (guión) y Risso (dibujo), desconozco el capítulo concreto de esta imagen, los coloristas de la serie son Grant Goleash y Patricia Mulvihill, según la wikipedia

 

 

En fin… como siempre, todo el revuelo sirve antes que para juzgar a Miller, para conocer posiciones del lector y ubicar a cada quien en un lugar.

Y puede que DK III resulte una castaña. Pinta mal, un trabajo quizá no de encargo puro y duro pero sí de coyuntura para sacar más pasta (realizado casi en tercer plano por salud, asistido por dibujantes y guionistas). Lo comprobaremos cuando salga. Pero mira, es Miller, sin él el cómic no sería lo que es hoy. Es el autor más importante que ha dado el medio, posiblemente (o uno de los diez más importantes, seamos flexibles, tampoco importa mucho la boutade, me entiendes). Y hace bien en darle a la manivela de nuevo, para lo que le salga de los huevos (¿sacar pasta? ok, Miller, lo que quieras, estás de vuelta tras ir y volver unas diez veces, tú puedes) , y además, es evidente, va a lograr también ese objetivo, va  asacar bastante calderilla con DK III, olé él.

Lectores

Hace un tiempo leía un hilo de conversación donde se hablaba del necesario eclecticismo en los lectores (inciso, he perdido el hilo de la charla y ni recuerdo quién la inició en su muro de Face, no puedo acreditarla). La cuestión pasaba por señalar a ese modelo de lector que se pretende conocedor del medio pero no pasa de la Marvel. O del manga, o de, en fin, una parte del todo. Y apostaba por el lector omnívoro que tantea géneros, estilos y latitudes, en vez de asentarse en una parcela determinada.

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Boggey, pulp(o)

Yo la verdad me considero como lector bastante ecléctico, no es cuestión de que sea crítico de cómics y defienda que así debe ser (para el que ejerce la crítica, desde luego abrir el abanico es muy bueno, si no necesario), más bien, en mi caso personal, se trata de una opción cultural. Desde mis querencias, procuro estar al día de lo que se cueza dándome un poco lo mismo que sea Bd tradicional, manga (todo un universo de ramificaciones, por cierto), “pijamas” o novela gráfica. Pero aunque la máxima del eclecticismo pueda ser la que más me define, no discuto que tengo una tendencia de lecturas clara. ¿No nos suceda a todos?
Del mismo modo, ese mantra, el de que debemos leer de todo, cada vez me parece menos acertado si la enfoco como modelo general. Porque mira, en cuestiones culturales cada vez defiendo más que cada cual lea, disfrute y se empape de lo que le de la realísima gana, si a cambio no pretende más que disfrutar su ocio. Es una falla del mundo del cómic, opino, pretender que lo slectores deban ser enciclopédicos y eclécticvos. Falla derivada, en mi opinión, de la posición del medio en la sociedad general. Porque como minoría, parece que el lector hasta ahora se “hacía fuerte” en la especialización, en el modelo de un lector que come de todo y además es glotón, que al final se quiere confundir con un experto. En cómics. Y bueno, esto no sucede en otras artes cuando estas son un acervo cultural general perfectamente integrado en la sociedad, opino. Siempre hay grados, pensemos en literatura: de lectores ocasionales que se acercan simplemente al best seller que machacan en el grupo Prisa día sí día también, al degustador de literatura en los márgenes, a todoterrenos que se conocen Borges y Vale Inclán y siguen los pasos de la novísima novela contemporánea. Y hay lectores de novela romántica, histórica o ciencia ficción. Hay, en fin, DE TODO.

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Audrey Hepburn, patriota

A eso debemos aspirar en la historieta, no únicamente al coleccionista semi (o pseudo) experto. Si a un lector lo que le gusta es meterse de lleno en el universo DC y se la trae floja quién es ese tal Giraud, que lo disfrute. Si lo que le gusta es el universo del fanzinismo y pasa del mainstream, ok. Si es un hacha y lee de todo y gasta la de dios en cómics al mes, oye, genial también. Otro tema es el muy español Defenderse Atacando, que demuestra en el fondo un sentimiento de carencia. Agredir a “lo otro” para defenderse: yo leo X, tú que lees Y y no quieres leer X, entonces eres malo. Y tonto, de paso. Y te huelen los pies, gilipollas. Basta menear un poco la red y dejar que los comentarios crezcan más allá de la primera docena para encontrar este modelito de lector pueril, agresivo. ¡Leamos lo que nos guste y dejemos vivir al tercero!. Pienso que lo mejor, efectivamente, es que nos atraiga la diversidad, pero no pasa nada porque un lector no aspire a ello. Yo (y tú) soy yo y mis circunstancias, mi entorno, mi edad, mis lecturas pasadas y presentes, y con todo ello formo mi gusto, definido. Sé que hay editores que coinciden mucho (pero mucho) con mis gustos, del mismo modo que confío en determinados sellos discográficos más que otros.

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007, mujeriego

Si como lector uno se queda en ese primer hecho, no lo veo mal. El lector no es experto de nada, es eso, un lector, llanamente. Gloriosa circunstancia, ¿porqué matizarla o degenerarla? Si le atrae Jorodovsky y nada más, porque resulta que viene rebotado del cine del argentino, pues perfecto. No se trata de “entendidos”, si no de consumidores de una determinada narrativa. Otro tema será que un marvelzomby o un lector solo de clásicos o únicamente de cómic alternativo canadiense se autodefina como gran entendido en noveno arte y ostentador de la esencia verdadera (generalmente, ostentada contra otro modelo de cómics, y desde hace diez años, generalmente contra la novela gráfica). Y al final eso es lo que veo, aún, y demasiado.

 

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El camaleón, riéndose de todo

Y ya que sale la manida novela gráfica, algo que en España podríamos decir que queda inaugurado en 2004 (once años ya y hay quien no se lo cree aún) con Blankets, más o menos, ahí sí veo un modelo de lector renovador, sano y maduro: lecturas como Persépolis (Marjane Satrapi), Las Meninas (García y Olivares) o Mr Wonderful (Daniel Clowes) han atraído a un “público” generalista, absolutamente alejado del “mundillo” y sus vicios (que yo mismo, como lector del mundillo, debo tener, me temo). Los nuevos lectores que está encontrando la novela gráfica en el siglo XXI son gentes “del montón”, que cantaban Sr. Chinarro, que no saben un carajo de Marvel porque no se ven representados en esas ficciones, ni tienen bendita idea de quién es Tezuka porque incluso pueden rechazar los modos formales del manga más “Toriyama” (por edad, por su bagaje cultural -que no es mejor ni peor, si no otro-). Pues ellos se lo pierden (a Tezuka, y a Kirby, y a muchos otros) pero no pasa nada. No atacan a nadie, solo… leen. De hecho ese lector sabe muy bien lo que quiere cuando entra en el mundo de la novela gráfica, lo busca activamente (muchas veces en librerías no especializadas) y lo consume. Alejados de modelos de correveidiles on line, ajenos a estúpidas polémicas, han reflotado moderadamente (al menos hace unos años, antes de la crisis) un escena que en los noventa languidecía. La del cómic, digo, más visibilizada en prensa y con nuevas editoriales intentando lograr un espacio, e incluso con editores literarios (Mondadori a la cabeza) que apuestan por este cómic. A ver qué queda de todo aquello con esta crisis del carajo…
Yo mientras sigo defendiendo al lector en su libre capacidad de optar por leer de todo o micro especializarse. Inclsuo al lector ocasional despistado, le pongo una alfombra, yo. No pasa nada, todo son tonterías. Lo importante es el cómic, que no decaiga la fiesta, a tope con las grapas y los lomos.

SOUFFLÉ, de Cristian Robles

Esto es del 15 de mayo, día en que publiqué la crítica que ahora subo. Y esto debe tener mucha, mucha prensa porque es fabuloso:

: Visado : Página 6 Cómics En la vida real

EL PARAÍSO PERDIDO DE JOHN MILTON, de Pablo Auladell

Una de las obras más amiciosas editadas en lo que llevamos de 2015, que revive mi querencia por lo pictótrico en la historieta (querencia peligrosa, pues a menudo el pictoricismo en el cómic es canto de sirena… NO es el caso, pienso)

A un clik, aumenta y lee cómodamente mi crítica en el diario Faro de Vigo (y aquí, la playlist que el autor me ofreció para la serie de Playlists de autor, en mi blog personal)

: Visado : Página 6 Cómics Paraíso Perdido

ANDRÉ EL GIGANTE, de Box Brown

El viernes pasado hice una breve crítica en Faro de Vigo de André el Gigante, un tebeo interesante y con un estupendo dibujo.

Clik para ampliar la imagen.

: Visado : Página 6

Sexismo en los cómics.

La última polvareda en el mundo de la historieta es bastante ridícula salvo por su fondo.
Hace un tiempo Frank Cho, dibujante con una capacidad para hacer pin ups evidente, hizo un chascarrillo que incendió la red.

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A su vez era una coña que citaba otro polémico dibujo, este sí, una portada de Manara que en su día levantó otra brutal polvareda (¿qué portada? esta).

Volvamos a la Spidergwen de Frank Cho: nalgas en pompa como la de Manara, rostro de pícara dominatriz Lolita, y Spider mirando (no a los ojos de la señorita).
Para mí el tema de fondo no era Cho, ni la cuestión concreta del Spidergwen-dibujo, muy circunstancial, si no que veo que cada vez más el mainstream utiliza lo femenino de un modo que no es el que me gusta, y que además está incidiendo en los modos de ver las cosas en el fandom. Ejemplo: cuando en ZN enseñaron el nuevo diseño que Javier Rodriguez ha creado para una Spiderwoman pizpireta, juvenil, dinámica y renovada, hubo bastantes, BASTANTES comentarios sobre las tetas del personaje.
Eso, creo, no pasa en las conversaciones sobre el nuevo Locas de Jaime Hernández, ni sobre Bella Muerte. Obras donde lo femenino no recibe el tratamiento objetual de los posados que borda Cho y tantísimo dibujante Marvel o DC. Y ojo, en estas dos Grandes también hay cosas que van por caminos más cercanos a Jaime Hernández que a Cho (hablo del enfoque de lo femenino, nada más), como el caso de la citada nueva Spiderwoman, lo cual me gusta, y arroja esperanza.
Personalmente prefiero cualquier modelo narrativo que no derive en convertir en objeto a lo femenino (aunque sea en plan coña, no es importante hasta que se hace sistemático), lo cual no quiere decir que un personaje verista no pueda ser cien mil veces más atractivo, sexy y sugerente que una playgirl en una portada Marvel. Pero cada cual que elija el tipo de narración que le interesa. Eso sí, si consumes telebasura, telebasurero al final te volverás.

La sutil diferencia

Spider Woman de Rodríguez, Viuda Negra de Cho. La sutil diferencia

Por otro lado, las redes tienden a exagerar. Que se ha hablado de casi-campaña contra Cho, yo ni flores, el tema me queda muy tangencial, lo leí en Facebook y no investigué más. Ya dije que no me parece, la anécdota, lo importante, sino el marco general en que se desarrolla el caso particular.

Pero por donde no paso es por las reincidentes comparaciones con el tema Charlie Hebdo. Nadie exige nada ni a Cho ni a Marvel, pero todo producto cultural es susceptible de la crítica (lo contrario sería censura), y por supuesto, de decidir si lo quieres consumir o no.

LA ENCICLOPEDIA DE LA TIERRA TEMPRANA, de Isabel Greenberg

Otra crítica que tenía retrasada, en barbecho. Un tebeo con tantos aciertos como momentos dubitativos, en mi opinión.

Clic para ampliar y leer cómodamente 😉

: Visado : Página 6 Cómics Casualmente

Los 5 de SdV. Abril de 2015

La manta la cabeza. En el cambio de siglo una de las revistas que servidor compraba religiosamente era la Volumen, un magacín mensual de actualidad comiquera. Bajo las direcciones de Santiago García y Óscar Palmer, suponía la cara B de «U«. Si El hijo de Úrich suponía la crítica densa y la reflexión, la Volumen, sin abandonar el rigor, se presentaba como una revista de actualidad frugal con ánimo de atender a todo lo que en el mes se cocía.
Una de sus secciones, la que de hecho abría el cuaderno (Volumen lucía formato de cómic book grapado) eran «Los diez», en que se recomendaban diez novedades de ese mismo mes, que acompañaban de lo que hoy llamaríamos un twitt descriptivo.
Era puñetera, la tontería, porque de un golpe te abofeteaba con tentaciones varias.
Por eso mismo, por puñetero y tentador, les «robo» la idea para este blog. Claro, aquí se trata de una selección de apetencias de una única firma, la mía, así que al tiempo espero sea espejo de algo personal, mis gustos, los títulos que me tientan y tal. Pero yo no soy una revista sino un apersona singular, así que reduzco a cinco. Por un lado porque me evito curro, por otro porque así evidencio que, en fin, no lo leo todo, y por otro, porque tanta poda me supone parte del estímulo, ya que al mes, os lo aseguro, suelo encontrar más de cinco títulos tentadores. Ejercicio de poda, autocontención, destilado de «lo más» del mes.

Y otro juego es que claro, estás invitado a aportar algún título que consideres esencial y yo no cito.
Enjoy.

Los 5 de SdV: abril de 2015

  1. Sr. Esperanza, Tommi Musturi. Aristas Martínez. De Musturi sabemos aquí por el fanzine Colibrí, y ahora se estrena de largo. Alegría para los gourmets del cómic más “artie” (como yo).[Este es de marzo, en realidad, pero bueno, para abarcar más, en un inicio de sección]ksiega_pana_nadziei-rys1
  2. Mondo Lirondo (Original y Returns), La Peñya. ¡Caramba!. Años noventa. Pasado de la historia del cómic nacional. Y afortunado retorno.mondoreturns_pagina
  3. La vida es un tango y te piso bailando, Boldú. Astiberri. Solo por ser de quien es: Boldú merece toda la atención.la-vida-es-un-tango-boldu-01-755x1024
  4. Los compañeros del crepúsculo integral, Bourgeon. Astiberri. Histórico el género, y el autor. Una forma de hacer cómics que reinó en los ochenta, el género adulto. Sus imitadores, de obra mediocre, demuestran que tampoco es fácil hacer esto.Gibet---barbacane-p-69
  5. Multiverso #1. Morrison, Ivan Reis y Joe Prado. ECC. Comienza el evento que, ejem, lo cambiará todo en DC… pero Morrison siempre es digno de atención, y por lo visto en este mega-evento ha querido pillar ese concepto (tradicionalmente explotation pura) y hacer algo sustancioso.marzo15