Opinión

Las edades del superhéroe… reedición.

He visto el cap01 de The Boys, la serie Amazon que adapta un cómic de Warren Ennis y Darick Robertson.
Lo primero que diré es que el capítulo me ha entretenido y seguiré viendo la serie. Lo segundo, que igual hay algún spoiler en este texto, aunque no determinante. Y lo tercero, que me parce claro y meridiano que el cine (cine, series) contemporáneo -no hablo de los seriales de Capitán América, Batman, etc, hablo de cine digamos de la era moderna- está viviendo su propio ciclo superheróico, más o menos como lo ha vivido en las viñetas.

Una primera edad de tanteos, que intenta el traslado a la pantalla del concepto más destilado del género, con cosas muy reivindicables y hasta joyitas, con las pelis primigenias que comienza, por supuesto, con el Superman de Donner, que tiene conatos en los ochenta pero realmente no arranca hasta el exitazo del hombre murciélago de Burton. Esta época esconde goteos defendibles como Rocketeer, el Darkman de Raimi o casi podríamos añadir a Dick Tracy (no te meses los cabellos, sé que no es un «pijama», que es un detective, serie negra, pero sus modos cinematográficos la emparentan con esta corriente).

Superman II, la súper-pureza de la primera edad

Una segunda edad se inicia con X-Men de Singer (2000) y sus secuelas, y cristaliza con el universo Disney/Marvel. Una época donde por un lado los efectos especiales y una relectura de la estética de los uniformes (convertidos en sofisticadas armaduras de imposible flexibilidad, o chupas de cuero molonas, o…) consiguen un verismo que no se alcanzaba ni con el armazón del Batman de Burton ni con los vuelos de Reeves, y donde por otro lado, lo más importante, se ha conseguido trasladar al cine la idea de «Universo cohesionado» donde 20 pelis forman una única historia (quieras que no, un hito en la Hª del cine). Un cine que reivindica el poder evasivo del género a-la-Wolfman/Pérez/Byrne etc., en una recreación del canon más ortodoxo de la era Marvel (Warner con DC lo intenta también, pero ese es un caso para comentar otro día).

Universo Marvel, hasta el Tato.

Y nos faltaba la fase «adult oriented». Esta se tanteó, qué duda cabe, con cosas como El protegido de Shyamalan (2000) y la trilogía de Batman dirigida por Nolan (2005-2012). Pero es ahora cuando el modelo «british invasion» del cómic de superhéroes (años ochenta, finales) cristaliza con Doom Patrol (HBO) y desde luego con The Boys (Amazon). Series donde se da una pátina a un cliché superheróico para provocar una lectura epatante, de contenidos adultos en la expresión abierta de la amoralidad, la cristalización de la violencia (mucho más allá de los mamporros de Thor a Hulk) y un tono algo cafre que me recuerda mucho al Jupiter’s Legacy de Mark Millar y Frank Quitely (2013), por ejemplo (bueno, y al propio Warren Ennis, obviamente).

The Boys, oro parece.

E intuyo que el público no lector de cómics pero consumidor de superhéroes cinematográficos está viviendo su propia «epifanía Watchmen» con esta serie. Una serie que vende «adultez» a base de violencia sin medida (como la de El Comediante, superhéroe que asesinaba con alegría en aquella serie -DC, 1986-), sexo casi explícito (repito al Comediante, y añado la relación más «limpia» pero abiertamente sexual entre Silk Spectre y Buho Nocturno en el mismo cómic) y una doble moral en el superhéroe nada, nada novedosa para el lector del género (los enciclopedistas podrían añadir muchos cómics que anteceden tono, argumentos y situaciones que vi en este primer capítulo, pero no es mi intención hacer aquí un vademécum)
No, no es novedosa, The Boys, pero para esa inmensa mayoría que solo sabe de capas y poderes por las pelis Marvel, esto debe ser enormemente original y «rompedor». Incluso la gestión del supregrupo como producto televisivo de escasa moral, directamente robada a X-Force de Milligan y Allred (2001) por, imagino, Ennis en la serie original, es un refrito y no la nueva gran vuelta de tuerca para el género. En definitiva, se repiten ciclos en otro medio que va, en este sentido, aún por detrás del género en historieta… y un público ajeno a ellos (a esos ciclos ya sucedidos en las viñetas) puede pensar que The Boys es una serie rompedora y atrevida.
Pero superhéroes locos, adictos a drogas, asesinos, violadores, amorales, débiles mentales, héroes falsos y de postín… los ha habido desde hace décadas. En comic books. ¡Los Pupita men! Y repetir esas jugadas en 2019 puede sorprender al abonado a Amazon o a Netflix, bien por ellos, lo van a disfrutar como yo en mi adolescencia.
Pero nuevo, nanai. Rompedor Miracleman (Moore et alii, 1984). Rompedor Daredevil Born Again (Miller, 1986 -¿la historia de Sh más adulta que se ha escrito nunca? y eso que no hay ni un desmembramiento a cámara lenta ni una teta o una picha al fresco… tomen nota, productoras de seriales catódicos!).

Miracleman asesinando a un niño destrozándole la cabeza con su superfuereza. Algo habrá hecho.

Daredevil, un superhéroe psíquicamente triturado estableciendo una conversación telefónica con la nada.

Si os ha gustado The Boys no lo dudéis, hacerlos con estas series, con Watchmen, con X-Force de Milligan/Allred. Ahí está la madre de ese cordero.

Adult oriented pijama? Hurm…

 

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Somos sentimientos y tenemos seres humanos: ATMÓSFERA CERO

Sigo sacando cómics añejos de mi librería, sin mirar demasiado lo que de ella estoy extrayendo.
Se dice a menudo de esta que es la adaptación definitiva de una película al cómic. En fin, no sé, pero en todo caso sí recuerdo el aura mítica que para toda una generación tiene este tebeo, apoyada por su inclusión en la entonces sacrosanta «Historia del cómic» de Toutain, que le dio mucha coba, si recuerdo bien. Un tebeo que intuyo hoy ofrece una legibilidad espesa, aburridita incluso, pero cuyo despliegue gráfico seguirá apabullando.

No se puede negar la revolución que Atmósfera Cero, de Jim Steranko, supuso para el cómic en su tiempo. Sus páginas orgánica y enormemente estéticas jamás sacrificaban un ritmo dinámico y que el ojo sigue como si le llevasen en volandas. Uno casi tiende a pensar que Steranko, que en los ochenta aún lucía como el gran rupturista del mainstream, agarró por las solapas este proyecto (¿encargo?) y le dijo algo así como «eres una peli y me dan el marrón de hacerte cómic, tiene que identificarse a Connery y compañía, y tengo que ceñirme al texto del original. Pues ok, a partir de ahí, voy a romper la baraja y me quedo tan a gusto».

La duda será si leído hoy no ha envejecido. Algo me da que, de ser así, solo en parte, solo en cierta farragosidad en textos de apoyo un poco «Mec», pero no en su inventiva visual, blindada en una narratividad fluida que no se riñe con la espectacularidad.

 

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Somos sentimientos y tenemos seres humanos: TAKO

«TENEMOS SERES HUMANOS»
Tako,de Yann y Michetz, fue uno de los primeros “Libros de Co&Co”, aquella intentona/estertor, en los primeros noventa, de revitalizar el panorama, moribundo ya, del cómic a través de obras de valía, prestigio, clasicismo en ocasiones y calidad.

Tako en casa

En teoría al menos. Yo recuerdo la revista vagamente como un producto de luxe en un mercado que ya no admitía revistas de cómic. Por tanto e independientemente de sus contenidos, un suicidio a corto plazo. Medio, con suerte. Y su colección de «libros” lo era realmente de álbumes a la usanza del formato ochentas. Versión de lujo también… Cartoné, sobrecubierta, buen papel…
Para un surfista en aguas tan poco profundas como las del cómic en la crisis de los noventa, un lector que a los veintipocos quería crecer arropado por eminencias del cómic de autor (Breccia padre, Alan Moore, Miguelanxo Parado), la propuesta de estos no-libros, álbumes, era golosa. Y ya conocía a Yann por su Sambre, así que… Probé.

«SOMOS SENTIMIENTOS»
Maldición, no me preguntes porque no recuerdo apenas nada del argumento de este cómic. Un asunto en el Japón feudal con amores shakesperianos de por medio. Creo.
No podría, no tendría el cuajo, recomendar -o todo lo contrario- Tako hoy por hoy y sin releerlo. Pero mi recuerdo es muy agradable. Género histórico bañado en cierta mirada personal de un autor que siempre gusta de atarse al reto de estar dando una vueltita más a un género literario. Al género como objeto de deseo.
Un dibujo, quiero recordar, estiloso y elegante dentro de una tradición muy clara, la de la Bd francófona de los ochenta (Michetz es autor de cosas tan clásicas como Kogaratsu, más oriente en occidente) , inclinada para el caso hacia la escuela de la línea clara con personalidad.
Lo arranqué, en fin, de mi librería y al ver la portada me sonreí, recordé sobre todo al universitario o post universitario que no se cansa del cómic como medio y que, en el desierto editorial de 1993 (o 92, más o menos), busca y encuentra aquella chispa que siempre le mantuvo como lector de tebeos. En definitiva, este no lo regalo 😄

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Somos sentimientos y tenemos seres humanos (un paseo emo y dislocado)

Hace unos días he visitado el nido, la casa materna, home is where the heart is y todo eso, en la que aún descansan no pocos cómics de mi colección. De hecho, descansan MUCHOS cómics de mi colección, si bien casi todos bastante antiguos. Lecturas de un pasado lejano.

Primeros ochenta. Yo leyendo. Con pelo.

Y me ha dado por sacar tebeos sin mirar , lanzando mi mano a las estanterías, y guardarme varias fotos de dicha «selección azarosa» con la idea de hacer esta sección que supone simple y llanamente… un canto de amor al medio. A las sensaciones que quedan, al recuerdo de añejas compras, viejas lecturas… un paisaje impresionista de pinceladas sueltas para hablar de eso que todos los lectores empedernidos tenemos (y más los de historieta): una memoria emotiva (más allá del juicio crítico) que en ocasiones es el timón de nuestro viaje contra corriente. No se tratará, ojo, una relectura, eso no tiene gracia (de ahí lo de «dislocado» del título)… olvidad análisis, abrazad sensaciones, en ocasiones dispersas, dudosas… esa es la idea.
Aquí hablaré de momentos, recuerdos, sensaciones, el recuerdo de la impresión. La poderosa manera que el cómic tuvo para cambiarme, tutelarme, guiar mi crecimiento. el arte al fin y al cabo también es eso, un vehículo de aprendizaje personal.
Bueno,pues eso, bienvenidos a «Somos sentimiento y tenemos personas», una sección de cómic emocional. Atentos porque sin aviso, pero pronto, arrancamos.

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Cómics adaptando novelas (por Sant Jordi, o no).

En Sant Jordi puedes regalar novelas, poesía, cómic, o cómic que adapta obras de literatura, si quieres ser original. Te propongo una decena de ejemplos sin mayores comentarios ) con el siempre fiable sello del calidad de Serie de Viñetas:

Con Chuck resumo todo lo que comentaría de cada cómic propuesto: que sí, que están muy bien, que son buenas traslaciones/apropiaciones.

Un apunte, cabe la posibilidad (en algunos casos muy sólida, real) de que alguno de los títulos sugeridos estén descatalogados, lo cual nos dirige a un mercado muy concreto, de librería de descatalogado o venta de segunda mano, o a probar con una libraría con un fondo colosal, de esos que provocan cierto síndrome de Stendall. Sirva pues este post para reclamar su reedición.

Resultado de imagen de El anillo del Nibelungo, P. Craig Russell

Nela

Resultado de imagen de nocilla experience

Resultado de imagen de mitos de cthulhu hp lovecraft libro

Resultado de imagen de ciudad de cristal mazzuchelli

Resultado de imagen de Beowulf

CALLE DE LA ESTACIÓN, 120

Hay algunas ediciones muy recientes (y muchas más antiguas) que no pueden esta porque no me las he leído. Otras, porque las he olvidado a la hora de confeccionar esta lista, etcétera. En fin, lo de toda lista. Solo os diré que esta es abierta (caben más) y sincera (es mi opinión).

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Ana Galvañ revoluciona la historia del cartelismo del Salón del cómic de Barcelona.

El cartel de Comic Barcelona de Ana Galvañ me encanta. ¡Dentro hilo!:D  

  • Sugiere un cambio interesante, incluso necesario, a la dirección del Salón del Cómic de Barcelona, que ya el año pasado se empezó a intuir y que espero esta edición se materialice, y que pasa por la proclama «Menos robots y más cómics». Esto es, dejar de lado lo transversal como motor de captación del interés mass media, para volver a focalizar en el cómic. El cómic como arte diverso, sin cánones estrechos y cerriles. Hay muchos cómics y pueden estar en Barcelona. Bienveniod el atrezzo, sean robots, una actuación de La Fura dels Baus, una exposición de tanques o pin ups de cartón piedra, pero como el extra, la salsa.
  • Estéticamente el cartel se mueve entre el clasicismo de Josst Swarte y el nuevo cómic contemporáneo, escuela Jesse Jacobs. Y por supuesto se mueve dentro del estilo consolidado de su creadora. Porque es de una autora consolidadísima ya, Ana Galvañ. Lo digo porque he leído comentarios que reconocen no tener ni idea de quién ha creado el cartel del evento más importante del mundo del cómic en España, y creo que estaremos todos de acuerdo en que el Saló no va a contratar a un pequeño e incipiente fanzinero semidesconocido para crear su cartel, por bueno que sea ese autor/a (por cierto, Gerardo Vilches y servidor entrevistamos a esta autora en CuCo 10, os recomiendo la entrevista). Nadie lo sabe todo, lo bonito es descubrir cosas nuevas («Algunas de estas cosas no estarían mal, quiero probar algo nuevo»). El trabajo de Galvañ puede gustar o no, pero su propuesta estética no es inédita en el mundo del cómic: el medio abunda en ejemplos, de Polly and her pals a Arsène Schrauwen, obras separadas por una vida entera que participan de búsquedas ajenas a la vía naturalista-decimonónica. Imágenes: Sterrett, Schrauwen, Galvañ.Todos somos amigos de Polly Porque el cómic, como todo arte, se asienta en búsquedas. El antiacademicismo es la constante del arte desde el siglo XVIII/XIX, si crees que el cómic es un arte, toma nota de ello.
  • Su propuesta iconográfica es renovadora de los lugares comunes. Acabemos de una santa vez con el amasijo de «personajes de ayer y de hoy de nuestros queridos tebeos»: ¡si veo un Supeman más en un cartel de un evento de cómics me hago monje tibetano! Muy al contrario, el de Galvañ reivindica:
    • La mujer dentro del medio,
    • la lectura de cómics como placer,
    • el acto creador en el cómic, ese acto tan puro y simple que nace de un papel blanco y un estuche de lápices (con lápices, claro).
  • Por cierto, la estética del cartel NO es algo experimental e ilegible, domina hoy día la publicidad, el cartelismo, los dibujos animados de nuestors hijos…
  • Se escuchan críticas. Es lícito que el cartel no guste. No lo es tanto… lo de siempre, usar tus gustos personales como piedra de catapulta (desde la ignorancia) contra un autor, contra otro salón/evento, contra una línea de historieta con la que no comulgas, contra lectores de esa «otra línea» (que además muchas veces leen y aprecian también esos cómics que los cerriles señalan como el canon inamovible y Verdadero). Pero ¿sabéis qué? Me he cansado de meter hastags y palabras en el buscador para leer opiniones sobre el cartel de Ana Galvañ, y son ABRUMADORAMENTE POSITIVAS. Y me alegro mucho. Así que no hagamos una montaña de un grano de pus.
  • Por todo ello enhorabuena a Galvañ y a un Comic Barcelona que equivocado o no, demuestra que quiere moverse, avanzar, evolucionar. No estancarse. Por primera vez en muchos años tengo ganas de conocer este «nuevo» Salón, nuevo hasta en su nomenclaruta.
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Entrevista a Riad Sattouf

Una entrevista sencilla para prensa generalista, a uno de los autores más importantes del presente a nivel mundial. Exclusiva para Faro de Vigo. Amplia y lee con un clic en la imagen.

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Leer razones: el papel de la crítica

He leído recientemente un cómic (fabuloso, ya escribiré algo sobre él) en el que la obra se engalana con un texto escrito par ala presente edición. Es un texto firmado por una de las personas a las que más respeto en esto de escribir sobre cómics. El caso es que este hecho me ha recordado uno de esos clichés recurrentes… lo de la crítica de cómics más o menos vendida al mejor «servidor de prensa» o que no critica negativamente por amiguismos con los autores, como si el ejercicio de crítica consistiese en rellenar un formulario con las opciones Bueno/Malo sin más (así, parece, lo entiende cierto sector del fandom)… ya he tratado el asunto en el pasado, lo sé, me repito. Pero el caso es que leyendo ese texto que da prefacio o epílogo al cómic arriba aludido, podría pensar… ¿Qué valor tiene esto? Frente al texto crítico para una revista o diario, sobre el que todo lo que hay es una duda (objetivamente hablando, todo acaba en eso, una duda sobre la integridad del firmante), el prólogo a un libro es un texto encargado por el propio editor (media contrato incluso), que va a alabar, sí o sí, la obra en la que se incluye, obviamente. O eso o el editor está loco o es idiota.
Esto por extensión sucede en todos los cómics, en toda la historia del medio: desde las ya incontables intros para reediciones de Marvel al prólogo firmado en su día por Carlos Saura para el Mara de Sió.

¿Pierden esos textos laudatorios su valor por concepto, pre-concepto? Yo creo que no, aunque en determinados contextos es evidente que nace con unas cuantas cartas marcadas (venimos a hablarte de las bondades de esta obra que has comprado). Así al abrir mi lectura y comprobar que incluía ese texto lo que pasó fue que me alegré, porque conociendo la trayectoria del crítico/divulgador, pensé y pensé bien, que su prólogo/epílogo va a introducir ideas interesantes, conceptos que aportan luz (incluso para discurtirlos, toda crítica dialoga con el lector, no pontifica, o no debería) y además que lo hará con un estilo impecable.

Pero es obvio que no es un texto libre, sino un encargo. Así, preguntaría a quienes devalúan el papel del crítico por supuestos amiguismos (supuestos, mientras que en el prologuismo no hay suposición que valga, el encargo es lo que es) ¿eliminamos de la edición de cómics todo elemento externo a la obra, o podemos pensar que un prólogo de, por decir, Álvaro Pons, Pepo Pérez, Gerardo Vilches, Alberto García (aquel Tío Berni), Bambf! o cualquier divulgador que quieras ponerme de ejemplo… puede aportar un enriquecimiento determinado previo o posterior a la obra, incluso si incluye argumentos valorativos y (obviamente, no queda otra) elogiosos?
Pues eso. Lo importante es el contenido, esto no es Twitter, la crítica es pensamiento pausado alrededor de una obra. Disfrútala.

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Ana Penyas, Premio Nacional del Cómic

No pospongo demasiado este texto en mi blog porque es totalmente circunstancial: la circunstancia del Premio Nacional del Cómic, emitido la semana pasada, que he aplaudido por quintuplicado en Faro de Vigo (posponiendo otro texto que he escrito hace más o menos medio siglo, pero actualidad manda). Dale clic a la imagen y lee cómodamente:

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La independencia

Hace poco escuché al responsable de un medio de divulgación digamos cultural hinchar el buche alegando su independencia por no aceptar servicios de prensa (a partir de aquí, SdP). No era un medio de cómics. No era, tampoco,  un medio profesional.

Me parece un pésimo enfoque, debería entenderse que el SdP, como el «pase de prensa» en otras disciplinas, supone sencillamente la profesionalización de los medios en su relación con los mass media. De los medios, no digo siquiera de la crítica.
En el sector de la historieta es muy habitual leer que los cómics gratis son algo así como la prueba irrefutable de la falta de crítica. Esta postura me parece cuanto menos poco cabal. Es similar a decir que la crítica que se emita sobre las películas de estreno en el festival de Cannes por toda la prensa especializada no sirve de nada, porque la hacen señores que no solo no pagan por su entrada, sino que le proporcionan entradas vip y aún encima cobran por todo esto. O que un crítico de música carece de independencia crítica por el hecho de que los discos y los festivales le son proporcionados sin coste alguno, y no paga por su consumo. ¡En realidad, solo faltaría!
Yo francamente pienso que el vínculo es necesario, y es más, el editor no debe reclamar… no diré la crítica positiva: no debe reclamar ni la propia crítica explícita de la obra servida en SdP. Que el crítico profesional esté informado del modo más global sirve para numerosas cosas, algunas directas (cuando sí se critica ese cómic concreto que llega por SdP) y otras más indirectas. Por así decirlo, ese montante es el plancton de conocimiento global del mercado, también para acciones indirectas como votaciones en medios/festivales como jurado (se me ocurre en caliente), textos de encargo que a veces pueden girar alrededor de un tema, un género etc. Y sirve en definitiva para tener una panorámica lo más amplia del sector. Esto es: que el editor cuide y dé la importancia justa a dar el acceso debido a la obra editada, permite una crítica más global y otorga mejor perspectiva general al crítico profesional. Será entonces labor del editor (y/o del autor) ponderar qué críticos y medios incluir en su lista de SdP (según los medios para los que el crítico escriba, o sencillamente porque considera la calidad de su trabajo óptima). Y pienso que ese el el único camino para la objetividad real, el conocimiento profundo del medio sobre el que se trabaja. Un conocimiento que no se ciñe evidentemente a los servicios de prensa, pero que estos no emborronan, sino todo lo contrario, ayudan a enfocar el panorama (al menos, el panorama nacional).

Otro tema es el amiguismo, el círculo estrecho que evidentemente existe en un sector tan pequeño como el del cómic, entre periodistas, críticos, editores y autores. Existe esa cercanía y cordialidad (y punto, no nos pasemos, no nos vamos de despedida de soltero a Las Vegas) y negarlo es falsear el panorama. Pero de ahí a sacar el silogismo de que el roce hace el cariño y nubla la crítica negativa para evitar encontronazos, media un abismo. Para empezar creo que la crítica negativa no se tiene que dar en cualquier medio, sino en el medio especializado (o en un medio cultural en el que cabe una sección fija con batería de reseñas, cuanto menos). Máxime cuando estamos, dicen, en una tormenta perfecta. Personalmente escribo en prensa generalista para apoyar, para animar a la compra de obras que me parecen interesantes, defendibles. No veo útil dedicar 900 palabras a poner a caldo el último cómic de nadie en un diario. Eso lo concibo para la revista especializada periódica.

De todos modos, la crítica y la cercanía del crítico con el autor son dos espacios en los que la intersección, si somos cabales y maduros, no debería darse. Uno puede llevarse bien con autores o/y editores. Y recibir de todos ellos obras «por la cara» (no, por la cara no, escribir una reseña para un medio no es hacerse una manuela: da trabajo, consume tiempo, horas, requiere destreza, conocimiento del medio que abonas con lecturas teóricas, no solo con lectura directa de cómics). Ese roce es bueno, fiabiliza el criterio del crítico al aportarle más «armas» para su labor, al margen de sus compras personales, sus filias y sus gustos subjetivos. Incluso el crítico tiene con esta cercanía la oportunidad de saber de primera mano cuestiones de la obra que se va a reseñar y que por otros medios no están al alcance del crítico. Así su trabajo será mejor, más exacto. Pero la idea, muy extendida, de que por proximidad con autores y editores se pierde perspectiva y objetividad «por roce» me parece errónea. El criterio se demuestra en el ejercicio de la crítica, en el texto que el crítico entrega/publica. En el análisis. Que además no es palabra de Dios te adoramos Señor: cuando uno analiza está siendo testigo de su propio momento. Uno, tiempo más tarde, puede variar su análisis a la luz de nuevas reflexiones, datos… ¡no pasa nada, solo es una crítica! Alguien me dijo hace tiempo que la crítica es un acto de valentía porque te expone. No le quito razón. Expone un momento personal, tu estado, tu capacidad y tu manera de ver el mundo en un momento concreto. Te exhibe en ese sentido, y es muy normal que todos los críticos sintamos pudor al releer nuestro trabajo de hace años. No porque seas amigo o enemigo del autor o porque ese libro se te lo cediese el editor en SdP. Sentimos pudor porque nos recordamos y hemos cambiado -adquiriendo más conocimientos o destrezas, sería lo deseable.

Lo importante en la crítica, por tanto, es el fundamento, la chicha vertida.
Hoy es muy habitual ver a youtubbers deshaciéndose en elogios con total ausencia de análisis. «Es increíble, es una maravilla, me encanta su dibujo, una pasada, es el/la mejor, ¡un clásico!…». Eso es lo que la crítica debe evitar: sea positiva, negativa o intermedia (porque a veces, ¡oh! una obra ofrece bondades y también cartilla de haberes, así es el arte), un buen texto crítico debe aportar un análisis que expone nuestra mirada en tiempo presente. Análisis más o menos profundo dependiendo del medio y la extensión y el target para el que escriba su texto -esto también es importante, el c´ritico escribe para un lector, no siempre universal y abstracto: no e slo mismo escribir para CuCo que para Magnet, para entendernos, tiuenes que variar el tono y el objetivo.
Solo en este término sirve de algo -o no- un texto crítico: si un autor es mi mejor amigo de infancia y me salvó la vida tres veces da lo mismo, importa tan poco como si he tenido mil cristos con él. Lo que importa está en el análisis que hago de su obra. En los razonamientos expuestos que llevan al «veredicto». ¿Qué importa si en el fondo me gusta o no una obra? Lo interesante será comprender el camino, las razones y el análisis que llevaron a esa conclusión. Si alabo una obra, ¿importa el grado de amistad o el servicio de prensa recibido, o lo fundamental está en el análisis, la propia crítica que os brindo, sus fundamentos? Es más, ¿alguien puede decirme qué libros he criticado con SdP y cuáles comprando yo el ejemplar en mi librería? Mil euros si aciertas diez casos.
Por tanto y volviendo al principio: que un medio se jacte de independiente por rechazar o no recibir servicio de prensa no va a afectar para nada mi mirada hacia el medio. Lo hace lo que diga, cómo razona, cómo se explica. Sea para elevar a los cielos o sea para derrumbar hasta el subsuelo. Cómo, porqué. La labor del crítico, por supuesto, debe ser enjuiciada, para eso se escribe (entre otras cosas), pero debe hacerse con los parámetros adecuados y de justicia. Enjuiciar un portal de crítica porque recibe o no SdP no es el baremo. Opino.

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